viernes, 2 de agosto de 2013

OJOS DE CIELO

- Autora: Milly Fernández 

- Twitter: @Selene_Arizza


- Tipo: Infinite, hetero (entre idols y fans) menores de 18 (salvo un único capítulo), serial

CAPÍTULO 3: EL COLOR DEL CIELO

-¡Yah! ¡Selene! ¡SELENE!.- Una alterada Nana entró por la puerta de la habitación. Se paró en seco cuando me vio petrificada con el móvil en la mano.- ¿Selene?
-¿Si te digo que acabo de quedar con un chico para mañana qué me dices?
Nana ladeó la cabeza, pestañeando fuertemente, y sonrió de forma malévola.
-¿Y si te digo que voy a trabajar buscando a los no humanos y me van a cuadriplicar el sueldo, qué me dices?
Abri los ojos como platos, a la vez que ella corría a abrazarme. Nos pusimos a chillar y a saltar abrazadas, como auténticas estúpidas. Al rato oímos unos golpes viniendo del piso de abajo, y nos obligamos a calmarnos.
-¡Shhh! Mañana te cuento, y me cuentas.-Se tapó la boca para no continuar riendo, y yo me puse lasmanos sobre mi cara, para dejar de sonreír como una idiota.-… ¡Buenas noches!
-Buenas noches.
Sin dejar de sonreír, me tumbé en la cama e intenté calmarme. “Vamos a ver, solo habéis quedado porque le rompiste la cámara. Estará enfadado, y vas a tener que pagar.” Respiré hondo varias veces y di varias vueltas en la cama, hasta que, al fin, conseguí quedarme dormida, no sin que antes, en algún rincón de mi mente, una vocecilla me dijera: “Pero le vas a ver…”

Miré al suelo. Estaba cerca, y mis pies eran muy pequeños. Caminé dos o tres pasos, y por poco pierdo el equilibrio. Agité la cabeza confusa, y levanté la mirada. Me encontré con unos ojos marrones de color chocolate, que me observaban enfadados.
-Abre los ojos.-Eso hice.-No, así no. ¡Que no! Mira que eres tonta. ¿Es que no sabes abrir los ojos?-Los intenté abrir todo lo que pude.- ¡Eso es levantar las cejas, no abrir los ojos!
Resoplé exasperada. No entendía que quería. Algunos de los que iban detrás de él, comenzaron a removerse incómodos. “Está abriendo los ojos” “No se pueden abrir más”. El muchacho frente a mí volvió a clavarme su mirada. Parecía que quería traspasarme.
-Uggh… ¡Es que es imposible si no abres bien los ojos! Buah, tus ojos son raros. No son de ningún color, no sé para qué quieres saberlo. Son asquerosos.
Giró la cabeza y se fue, recogiendo su indignación, y la de todos sus pequeños secuaces.
“-Y entonces, ¿de qué color son tus ojos?”- Me insistió una voz irónica.
Caminé unos cuantos pasos más, hasta que conseguí andar más rápido. Miré al suelo. Mis pies habían crecido, y la distancia hasta ellos, también. De repente oí un cacharreo estruendoso, y un olor dulce que provenía de la puerta a mi derecha.
-Selene, querida. ¡Ven! ¿Quieres un poco de chocolate caliente? -Era la cocinera del orfanato, la madre de Nana, quien me llamaba.
Me acerqué un poco más y me senté en una de las sillas del comedor.
-¡Ay! Pero niña, ¿Qué te pasa? Anda, venga, toma un poco de chocolate, que siempre viene bien, y no llores más, que vas a ensuciar tus preciosos ojos.
Para mi sorpresa, de mi garganta se escapó un sollozo, y al tocar mi cara, mis mejillas estaban húmedas. “Y entonces, ¿de qué color son mis ojos?” Me repetía en mi cabeza, una y otra vez.
-Pues, ¿de qué color van a ser?- “¿eh?” mascullé en mi cabeza. “¿Estaba hablando en voz alta?”- Tus ojos son del color del cielo. A veces grises, como un día nublado; a veces azules como un día de sol; a veces verdes y azules, como el paisaje de primavera… Tus ojos están llenos de colores que cambian con el tiempo, como el mismo cielo.

Abrí los ojos en medio de la oscuridad de mi habitación. Tragué saliva y respiré con fuerza. Por alguna razón, mi cuerpo estaba agitado, y todo él temblaba bajo las sábanas. Ese sueño había sido muy extraño. Muy vivido. La mirada de aquel niño me traspasó de nuevo “tus ojos no son de ningún color”, la sonrisa de la madre de Nana me reconfortó a cambio: “tus ojos son del color del cielo”.
El agua fría en mi cara me revivió por momentos. Me sequé y me quedé mirando un momento mi figura en el espejo. Mi pelo largo y liso, mi piel blanca y delgada, mis ojos… ¿Azules? ¿grises? ¿verdes? ¿marrones? Mis ojos sin color. “Sin-color” Sacudí la cabeza espantada, y fui a la cocina, guiada por el olor a café, y el sonido de una silla moviéndose. Nana estaría levantada ya.
Caminé por el pasillo hasta la cocina, pero las luces estaban apagadas, y no había nadie allí.
-Mmm, ¿ya te has levantado?
Los fluorescentes comenzaron a parpadear, y un cuerpo más dormido que despierto se deslizó hasta por el pasillo y se sentó cansinamente en un sillón. Sonreí.
-Yo creía que eras tú la que se había despertado ya. ¿No… no has hecho café?
-¿Caféeee…?-Dijo con un tremendo bostezo saliendo de su boca.- No. ¿Por qué?

-Es que huele a café, ¿no? También había oído…
Me vi interrumpida por un leve “¡qué frío!” de Nana. Se levantó y fue a cerrar una ventana que nos habíamos dejado medio abierta la noche anterior. Al mirar a través de ella, no pude dejar de sorprenderme. En la casa de enfrente sí estaban haciendo café. En la casa de enfrente sí había personas que estaban sentándose a desayunar, arrastrado las sillas para acomodarse a la mesa. Solo que el edificio de enfrente no estaba lo que se dice cerca.

-¿Estás bien?- Asentí y nos pusimos a hacer el desayuno, un desayuno repleto de chocolate.- Tienes que tener energía para tu cita.

Me sonrojé momentáneamente, y decidí cambiar de tema.
-¿Entonces vas a ir hoy a tu nuevo trabajo? ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Recorrer cielo y tierra hasta encontrarlos?
-Básicamente.-Murmuró riéndose.- Bueno, supongo que ahora ya no soy tanto arqueóloga si no espía internacional.
-¿De verdad?- Exclamé sorprendida, esperando que volviera a reír, pero sin embargo, su mirada se volvió triste.
-No lo sé, Selena, no lo sé. Al parecer tienen nuevas pistas. Y yo que no me lo creía del todo… Por ahora me han dicho que vaya para jurar bandera o algo así, vamos, que voy a tener que poner el trabajo lo primero “por el bien del país y del mundo en el que vivimos”. Integridad profesional, se supone. Yo solo espero que todo esto pase rápido.
-¿Integridad personal?
-Sí. No abandonar, llevarme el secreto a la tumba si hace falta. Comprometerme a que pase lo que pase, la misión pueda continuar, y demás rollos…
-Pero, ¿ por qué tú? Ahora vas a tener que buscar a seres que, bueno, no está claro que existan… Para luego entregarlos y que los maten. No me parece que sea…
-Ya lo sé. Si ya lo sé.-Su sonrisa se esfumó.- Pero lo último que quiso mi padre antes de morir fue que cumpliera con todas las tareas de mi trabajo. Y no quiero saltarme ninguna de ellas. Quiero que esté donde esté pueda sentirse orgulloso. Como nunca se sintió en vida.
Asentí callada, y no pregunté nada más. El resto del desayuno fue rápido y seco. Enseguida terminamos de comer, y nos fuimos a asear respectivamente.
Mientras me duchaba,  tenía mil cosas en la cabeza,  pero una idea no dejaba de aparecer en mi mente. Se repetía constantemente bajo mis pensamientos y me hacía estremecer, pero ¿y si era cierto? “¿Y si yo soy la criatura de los ojos de ningún color?”
Nana estaba recogiendo su equipaje de nuevo. No tardó, pues apenas estaba deshecho. Se puso el abrigo, y se dirigió a la puerta sin perder un segundo. Se despidió con dos besos y un abrazo, y me dijo que me cuidara. Dio una ojeada a la casa, y se dispuso a salir. Yo, por mi parte, estaba totalmente ensimismada en mis pensamientos, hasta que los tacones de Nana comenzaron a resonar más allá de las paredes de la casa.
-¡Nana!, Nana. Yo… ¿Y si yo…?-“¿Si?” murmuró.- ¿Tienes que atraparlos sin poder dejarlos escapar? ¿No hay probabilidad de que vivan? ¿De que sean personas normales?
-Ya te lo dije ayer. No. Todos los gobiernos están de acuerdo con matarlos. Son peligrosos y una amenaza para todas las personas. Aunque sean las criaturas más buenas del mundo, si los atrapan no los dejaran con vida. Da igual quienes sean. Bueno, Selena, te dejo al cargo, cui-
-¿Y si tú fueras uno de ellos? ¿Qué harías entonces?- Le pregunté con el corazón en un puño. Ella me devolvió una mirada llena de determinación.
-Huiría. No dejaría que me descubrieran, no me negarían el derecho a vivir. Nunca.
Asentí tomando cada una de sus palabras, y me despedí con una sonrisa tímida. Esperé a que se fuera. Hasta que dejé de oírla en el edificio, hasta que dejé de verla por la calle. Le dije adiós una última vez, y me dispuse a hacer también yo las maletas. “Huiría”.

Caminaba por las calles de Seúl con una maleta enorme, y varias mochilas a la espalda. Mi equipaje ocupaba casi más que yo, y casi todo el mundo me miraba por la calle. Agaché la cabeza y continué caminando.
Había reservado una habitación de hotel hasta que encontrara algún otro sitio donde poder quedarme, y el hotel parecía estar cerca cuando miré el mapa. Pero no lo estaba, y para mi desgracia no había cogido ningún taxi.
Estaba cansada. Respiré hondo, y aceleré el ritmo, deseando llegar cuanto antes… Pero me detuve cuando vi una tienda de pisos en alquiler, donde encontré un anuncio bastante prometedor. Rebusqué en mis bolsas algo con lo que apuntarme el número, me di la vuelta para buscar mejor en la mochila, y al fin encontré algo con lo que escribir. Coloqué la tapa entre mis labios, mientras comprobaba si el bolígrafo funcionaba pintando mi muñeca. Asentí convencida, antes de ahogar un grito al levantar la mirada
Me llevé una mano al pecho, intentando calmar mi agitado corazón, mientras miraba con incredulidad el rostro que tenía a escasos centímetros. De nuevo. Tenía los labios ligeramente torcidos, formando una sonrisa. Sus ojos negros brillaban divertidos mientras me observaban de cerca. Sigilosamente levantó un brazo, y cogió lentamente la tapa de bolígrafo que sujetaba mi boca.
-¿Necesita ayuda? –Pestañeé volviendo en mí. Negué con la cabeza. Di un leve respingo y miré la hora en mi móvil. “Aún es pronto para nuestra cita” respiré tranquila.
-No, gracias. Aaahh… -No sabía cómo despedirme, necesitaba ir al hotel a arreglarme.- Verá, ahora mismo… Me han surgido unos problemas y tengo qu-
-Nunca le dije que me pagara nada. Si tiene dificultades no voy a pedírselo. –Hizo una pausa, y yo no añadí nada.- Ese día estaba de mal humor, además no solo fue lo de la cámara, también estaba perdiendo el tren. No lo tenga en cuenta. –Volvió a hacer una pausa, y respiró hondo.-Eso era lo que quería decirle.
Sin más, se dio media vuelta, y comenzó a caminar. Le vi alejarse, mientras por alguna extraña razón a cada paso suyo me sentía más estúpida e indignada. “¡Apenas me ha dejado hablar y si piensa que…!” Corrí con el equipaje a cuestas hasta alcanzarle y me encaré con él.
-¡No me refería a eso! ¡Por supuesto que te pagaré, me da igual!- Le miré desafiante, pero su mirada sorprendida y sus labios entreabiertos pudieron con mi determinación, y bajé la voz.- No importa, de verdad. Quiero pagártelo. Solo que ahora… Ahora mismo necesito encontrar un sitio donde vivir antes de nada.
-¿De verdad es totalmente necesario que me des ese dinero? –Asentí con fuerza.- ¿En que trabajas?
Baje la mirada al suelo. “Trabajo, Selene, trabajo. ¿Por qué no lo pensaste antes de irte?” Hice una mueca, y comencé a negar levemente con la cabeza. Él soltó un bufido de incredulidad.
-¿Y entonces como piensas…? Espera. –Entrecerró los ojos mientras parecía debatir consigo mismo. Al fin, suspiró.- Buscas casa y trabajo, y tienes que pagarme obligatoriamente lo de la cámara, ¿no?- “Así es” murmuré.- Entonces… Entonces, trabajarás para mí como asistente personal.
Abrí la boca para decir algo, quejarme, decirle que estaba loco… Pero antes de poder hacerlo, se colgó una de mis mochilas al hombro y me cogió del brazo llevándome hasta su casa.

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