- Autora: Milly Fernández
- Twitter: @Selene_Arizza
- Tipo: Infinite, hetero (entre idols y fans) menores de 18 (salvo un único capítulo), serial
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CAPÍTULO 3: EL COLOR DEL CIELO
-¡Yah! ¡Selene! ¡SELENE!.- Una alterada Nana entró por la
puerta de la habitación. Se paró en seco cuando me vio petrificada con el móvil
en la mano.- ¿Selene?
-¿Si te digo que acabo de quedar con un chico para mañana
qué me dices?
Nana ladeó la cabeza, pestañeando fuertemente, y sonrió de
forma malévola.
-¿Y si te digo que voy a trabajar buscando a los no humanos
y me van a cuadriplicar el sueldo, qué me dices?
Abri los ojos como platos, a la vez que ella corría a
abrazarme. Nos pusimos a chillar y a saltar abrazadas, como auténticas
estúpidas. Al rato oímos unos golpes viniendo del piso de abajo, y nos
obligamos a calmarnos.
-¡Shhh! Mañana te cuento, y me cuentas.-Se tapó la boca para
no continuar riendo, y yo me puse lasmanos sobre mi cara, para dejar de sonreír
como una idiota.-… ¡Buenas noches!
-Buenas noches.
Sin dejar de sonreír, me tumbé en la cama e intenté
calmarme. “Vamos a ver, solo habéis quedado porque le rompiste la cámara.
Estará enfadado, y vas a tener que pagar.” Respiré hondo varias veces y di
varias vueltas en la cama, hasta que, al fin, conseguí quedarme dormida, no sin
que antes, en algún rincón de mi mente, una vocecilla me dijera: “Pero le vas a
ver…”
Miré al suelo. Estaba
cerca, y mis pies eran muy pequeños. Caminé dos o tres pasos, y por poco pierdo
el equilibrio. Agité la cabeza confusa, y levanté la mirada. Me encontré con
unos ojos marrones de color chocolate, que me observaban enfadados.
-Abre los ojos.-Eso
hice.-No, así no. ¡Que no! Mira que eres tonta. ¿Es que no sabes abrir los
ojos?-Los intenté abrir todo lo que pude.- ¡Eso es levantar las cejas, no abrir
los ojos!
Resoplé exasperada. No
entendía que quería. Algunos de los que iban detrás de él, comenzaron a
removerse incómodos. “Está abriendo los ojos” “No se pueden abrir más”. El
muchacho frente a mí volvió a clavarme su mirada. Parecía que quería
traspasarme.
-Uggh… ¡Es que es
imposible si no abres bien los ojos! Buah, tus ojos son raros. No son de ningún
color, no sé para qué quieres saberlo. Son asquerosos.
Giró la cabeza y se
fue, recogiendo su indignación, y la de todos sus pequeños secuaces.
“-Y entonces, ¿de qué
color son tus ojos?”- Me insistió una voz irónica.
Caminé unos cuantos
pasos más, hasta que conseguí andar más rápido. Miré al suelo. Mis pies habían
crecido, y la distancia hasta ellos, también. De repente oí un cacharreo
estruendoso, y un olor dulce que provenía de la puerta a mi derecha.
-Selene, querida.
¡Ven! ¿Quieres un poco de chocolate caliente? -Era la cocinera del orfanato, la
madre de Nana, quien me llamaba.
Me acerqué un poco más
y me senté en una de las sillas del comedor.
-¡Ay! Pero niña, ¿Qué
te pasa? Anda, venga, toma un poco de chocolate, que siempre viene bien, y no
llores más, que vas a ensuciar tus preciosos ojos.
Para mi sorpresa, de
mi garganta se escapó un sollozo, y al tocar mi cara, mis mejillas estaban
húmedas. “Y entonces, ¿de qué color son mis ojos?” Me repetía en mi cabeza, una
y otra vez.
-Pues, ¿de qué color
van a ser?- “¿eh?” mascullé en mi cabeza. “¿Estaba hablando en voz alta?”- Tus
ojos son del color del cielo. A veces grises, como un día nublado; a veces
azules como un día de sol; a veces verdes y azules, como el paisaje de
primavera… Tus ojos están llenos de colores que cambian con el tiempo, como el
mismo cielo.
Abrí los ojos en medio de la oscuridad de mi habitación.
Tragué saliva y respiré con fuerza. Por alguna razón, mi cuerpo estaba agitado,
y todo él temblaba bajo las sábanas. Ese sueño había sido muy extraño. Muy
vivido. La mirada de aquel niño me traspasó de nuevo “tus ojos no son de ningún
color”, la sonrisa de la madre de Nana me reconfortó a cambio: “tus ojos son
del color del cielo”.
El agua fría en mi cara me revivió por momentos. Me sequé y
me quedé mirando un momento mi figura en el espejo. Mi pelo largo y liso, mi
piel blanca y delgada, mis ojos… ¿Azules? ¿grises? ¿verdes? ¿marrones? Mis
ojos sin color. “Sin-color”
Sacudí la cabeza espantada, y fui a la cocina, guiada por el olor a café, y el
sonido de una silla moviéndose. Nana estaría levantada ya.
Caminé por el pasillo hasta la cocina, pero las luces
estaban apagadas, y no había nadie allí.
-Mmm, ¿ya te has levantado?
Los fluorescentes comenzaron a parpadear, y un cuerpo más
dormido que despierto se deslizó hasta por el pasillo y se sentó cansinamente
en un sillón. Sonreí.
-Yo creía que eras tú la que se había despertado ya. ¿No… no
has hecho café?
-¿Caféeee…?-Dijo con un tremendo bostezo saliendo de su
boca.- No. ¿Por qué?
-Es que huele a café, ¿no? También había oído…
Me vi interrumpida por un leve “¡qué frío!” de Nana. Se
levantó y fue a cerrar una ventana que nos habíamos dejado medio abierta la
noche anterior. Al mirar a través de ella, no pude dejar de sorprenderme. En la
casa de enfrente sí estaban haciendo café. En la casa de enfrente sí había
personas que estaban sentándose a desayunar, arrastrado las sillas para
acomodarse a la mesa. Solo que el edificio de enfrente no estaba lo que se
dice cerca.
-¿Estás bien?- Asentí y nos pusimos a hacer el desayuno, un
desayuno repleto de chocolate.- Tienes que tener energía para tu cita.
Me sonrojé momentáneamente, y decidí cambiar de tema.
-¿Entonces vas a ir hoy a tu nuevo trabajo? ¿Qué vas a hacer
ahora? ¿Recorrer cielo y tierra hasta encontrarlos?
-Básicamente.-Murmuró riéndose.- Bueno, supongo que ahora ya
no soy tanto arqueóloga si no espía internacional.
-¿De verdad?- Exclamé sorprendida, esperando que volviera a
reír, pero sin embargo, su mirada se volvió triste.
-No lo sé, Selena, no lo sé. Al parecer tienen nuevas
pistas. Y yo que no me lo creía del todo… Por ahora me han dicho que vaya para
jurar bandera o algo así, vamos, que voy a tener que poner el trabajo lo
primero “por el bien del país y del mundo en el que vivimos”. Integridad
profesional, se supone. Yo solo espero que todo esto pase rápido.
-¿Integridad personal?
-Sí. No abandonar, llevarme el secreto a la tumba si hace
falta. Comprometerme a que pase lo que pase, la misión pueda continuar, y demás
rollos…
-Pero, ¿ por qué tú? Ahora vas a tener que buscar a seres
que, bueno, no está claro que existan… Para luego entregarlos y que los maten.
No me parece que sea…
-Ya lo sé. Si ya lo sé.-Su sonrisa se esfumó.- Pero lo
último que quiso mi padre antes de morir fue que cumpliera con todas las tareas
de mi trabajo. Y no quiero saltarme ninguna de ellas. Quiero que esté donde
esté pueda sentirse orgulloso. Como nunca se sintió en vida.
Asentí callada, y no pregunté nada más. El resto del
desayuno fue rápido y seco. Enseguida terminamos de comer, y nos fuimos a asear
respectivamente.
Mientras me duchaba, tenía mil cosas en la cabeza,
pero una idea no dejaba de aparecer en mi mente. Se repetía
constantemente bajo mis pensamientos y me hacía estremecer, pero ¿y si era
cierto? “¿Y si yo soy la criatura de los ojos de ningún color?”
Nana estaba recogiendo su equipaje de nuevo. No tardó, pues
apenas estaba deshecho. Se puso el abrigo, y se dirigió a la puerta sin perder
un segundo. Se despidió con dos besos y un abrazo, y me dijo que me cuidara.
Dio una ojeada a la casa, y se dispuso a salir. Yo, por mi parte, estaba
totalmente ensimismada en mis pensamientos, hasta que los tacones de Nana
comenzaron a resonar más allá de las paredes de la casa.
-¡Nana!, Nana. Yo… ¿Y si yo…?-“¿Si?” murmuró.- ¿Tienes que
atraparlos sin poder dejarlos escapar? ¿No hay probabilidad de que vivan? ¿De
que sean personas normales?
-Ya te lo dije ayer. No. Todos los gobiernos están de
acuerdo con matarlos. Son peligrosos y una amenaza para todas las personas.
Aunque sean las criaturas más buenas del mundo, si los atrapan no los dejaran
con vida. Da igual quienes sean. Bueno, Selena, te dejo al cargo, cui-
-¿Y si tú fueras uno de ellos? ¿Qué harías entonces?- Le
pregunté con el corazón en un puño. Ella me devolvió una mirada llena de
determinación.
-Huiría. No dejaría que me descubrieran, no me negarían el
derecho a vivir. Nunca.
Asentí tomando cada una de sus palabras, y me despedí con
una sonrisa tímida. Esperé a que se fuera. Hasta que dejé de oírla en el
edificio, hasta que dejé de verla por la calle. Le dije adiós una última vez, y
me dispuse a hacer también yo las maletas. “Huiría”.
Caminaba por las calles de Seúl con una maleta enorme, y
varias mochilas a la espalda. Mi equipaje ocupaba casi más que yo, y casi todo
el mundo me miraba por la calle. Agaché la cabeza y continué caminando.
Había reservado una habitación de hotel hasta que encontrara
algún otro sitio donde poder quedarme, y el hotel parecía estar cerca cuando miré el mapa. Pero no lo estaba, y
para mi desgracia no había cogido ningún taxi.
Estaba cansada. Respiré hondo, y aceleré el ritmo, deseando
llegar cuanto antes… Pero me detuve cuando vi una tienda de pisos en alquiler,
donde encontré un anuncio bastante prometedor. Rebusqué en mis bolsas algo con
lo que apuntarme el número, me di la vuelta para buscar mejor en la mochila, y
al fin encontré algo con lo que escribir. Coloqué la tapa entre mis labios,
mientras comprobaba si el bolígrafo funcionaba pintando mi muñeca. Asentí
convencida, antes de ahogar un grito al levantar la mirada
Me llevé una mano al pecho, intentando calmar mi agitado
corazón, mientras miraba con incredulidad el rostro que tenía a escasos
centímetros. De nuevo. Tenía los labios ligeramente torcidos, formando una
sonrisa. Sus ojos negros brillaban divertidos mientras me observaban de cerca.
Sigilosamente levantó un brazo, y cogió lentamente la tapa de bolígrafo que
sujetaba mi boca.
-¿Necesita ayuda? –Pestañeé volviendo en mí. Negué con la
cabeza. Di un leve respingo y miré la hora en mi móvil. “Aún es pronto para
nuestra cita” respiré tranquila.
-No, gracias. Aaahh… -No sabía cómo despedirme, necesitaba
ir al hotel a arreglarme.- Verá, ahora mismo… Me han surgido unos problemas y
tengo qu-
-Nunca le dije que me pagara nada. Si tiene dificultades no
voy a pedírselo. –Hizo una pausa, y yo no añadí nada.- Ese día estaba de mal
humor, además no solo fue lo de la cámara, también estaba perdiendo el tren. No
lo tenga en cuenta. –Volvió a hacer una pausa, y respiró hondo.-Eso era lo que
quería decirle.
Sin más, se dio media vuelta, y comenzó a caminar. Le vi
alejarse, mientras por alguna extraña razón a cada paso suyo me sentía más
estúpida e indignada. “¡Apenas me ha dejado hablar y si piensa que…!” Corrí con
el equipaje a cuestas hasta alcanzarle y me encaré con él.
-¡No me refería a eso! ¡Por supuesto que te pagaré, me da
igual!- Le miré desafiante, pero su mirada sorprendida y sus labios
entreabiertos pudieron con mi determinación, y bajé la voz.- No importa, de
verdad. Quiero pagártelo. Solo que ahora… Ahora mismo necesito encontrar un
sitio donde vivir antes de nada.
-¿De verdad es totalmente necesario que me des ese dinero?
–Asentí con fuerza.- ¿En que trabajas?
Baje la mirada al suelo. “Trabajo, Selene, trabajo. ¿Por qué
no lo pensaste antes de irte?” Hice una mueca, y comencé a negar levemente con
la cabeza. Él soltó un bufido de incredulidad.
-¿Y entonces como piensas…? Espera. –Entrecerró los ojos
mientras parecía debatir consigo mismo. Al fin, suspiró.- Buscas casa y
trabajo, y tienes que pagarme obligatoriamente lo de la cámara, ¿no?- “Así es”
murmuré.- Entonces… Entonces, trabajarás para mí como asistente personal.
Abrí la boca para decir algo, quejarme, decirle que estaba
loco… Pero antes de poder hacerlo, se colgó una de mis mochilas al hombro y me
cogió del brazo llevándome hasta su casa.
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