- Tipo: SUPER JUNIOR, KyuMin (Kyuhyun x Sungmin), yaoi, menores 18, oneshot.
**NOTA: Narrado desde el punto de vista de Sungmin
Tú, que me ganaste con tu
estúpida indiferencia. Tú, que estás continuamente en mi cabeza, dando vueltas,
caminando sin cesar. Tú, que en el fondo sólo eres un niñato con una vida que
le viene grande.
Tú.
¿Quién me lo iba a decir? Yo era
un chico alegre, sonriente, ilusionado, con ganas de vivir una existencia
rebosante de pragmatismo y parsimonia. Pero un día me levanté y había un vacío
en mi pecho. De pronto, necesitaba algo que me llenara, que me hiciera sentir.
Ese mismo desperté y supe que no podía seguir siendo un robot, que no podía
seguir sin ser especial, sin brillar, sin mostrarle al mundo mi talento.
Me dejé llevar por mi corazón y,
por muy idealista que suene, funcionó.
Claro que hubo momentos malos y
estresantes. No voy a negarlo, pero si los ponemos en una balanza con los
buenos, estoy seguro de que ganarían estos últimos. Entrenamientos duros,
conciertos duros, horarios desarreglados, pocas horas de descanso… Frente a las
fans, hacer lo que pocos pueden hacer en la vida: lo que realmente les gusta.
Pero contigo, todo va mucho más
allá.
Contigo aprendí que lo efímero
vale la pena y que, de hecho, puede llegar a ser lo más maravilloso de este
mundo.
Contigo sé que las horas de
esfuerzo quedarán bien pagadas, y que los dolores de cabeza serán saldados con
creces.
A tu lado me doy cuenta de lo
valientes que aparentan ser algunos, cuando aquí el verdadero valor es la
libertad justificada. Y que para ser libres hay que pasar muchas calumnias,
pero merece la pena.
Que puede haber momentos de
desconfianza, pero junto a ti sé que sólo son pequeños descuidos de mi mente.
Tú eres la seguridad. Mi
seguridad. El saber que si un día no nos vemos nuestra relación seguirá
intacta. Sin cambios, sin presiones, sin confrontaciones.
Tú eres ese colchón de plumas sobre
el que todo ser quiere caer cuando sus pies ya no soportan su propio peso.
Cuando la voz me falla de cantar
tantas canciones, ahí estás tú, con los brazos abiertos, dispuesto a sanar mis
heridas, a cuidarme y mimarme como si fuese un bebé.
Tú me enseñaste a amarte, pero
también a amarme.
Contigo aprendí a reírme de mí,
de mis defectos y mis infantiles caprichos.
Y este amor puede ser peligroso y
un poco autodestructivo, pero lo cierto es que…
Contigo aprendí a amar, Kyu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario