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- Tipo: EXO, HunHan (Sehun x Luhan), yaoi, menores 18
CAPÍTULO 2
—Bueno... —comenzó el menor.
Pero fue interrumpido, Luhan se acercó a él y lo abrazó con
todas sus fuerzas. Por un momento temió asfixiarlo, pero no podía contener la
emoción de volver a encontrarse con él. Las lágrimas comenzaron a caer sin
reparo por sus suaves mejillas, y Sehun no tardó en empezar a llorar también.
—Eres un idiota —dijo el mayor entre sollozos—. No tienes ni
idea de lo preocupado que estaba.
—Bueno... —contestó el menor— quizás si hubieses dejado un
número de teléfono o algo, habría podido avisarte.
Luhan captó en seguida el mensaje y se separó de él. Se sentó y
respiró tranquilamente antes de comenzar a hablar.
—Sehun... las cosas para mí no eran fáciles —se le encogió el
corazón al volver a recordar todo lo ocurrido—. No quería perjudicarte, y mucho
menos que nuestros padres lo pagasen contigo, cuando la culpa era mía.
—¿La culpa de qué? —interrumpió el menor— ¿Qué hay de malo en lo
que sentimos?
—Somos hermanos...
—Me da absolutamente igual, yo te quiero.
Luhan sonrió tristemente y dejó salir un suspiro. Se acercó de
nuevo al pequeño y le acarició las mejillas secándole las lágrimas.
—Si no dejé ni un número, ni un correo, ni nada—se mordió el
labio pensativo—, fue porque sabía que mamá no iba a dejar que nos
comunicásemos. Y creo que habría sido mucho más doloroso para ambos saber que
había manera de contactar y no poder hacerlo.
—Puede que tengas razón...
—La tengo —reparó de nuevo en el menor y sonrió—. ¿Sabes? No has
cambiado casi nada.
—Tú tampoco.
Se quedaron en silencio, parecía que ninguno de los dos sabía
muy bien por dónde continuar.
—Esos dos chicos que estaban contigo... —comenzó Sehun.
—¿Tao y Kris? Son mis mejores amigos —a Luhan le hizo gracia
notar algo de celos en la mirada del menor—, por no decir los únicos amigos que
tengo aquí. ¿Y los dos que vinieron contigo?
—Kai es mi mejor amigo y se ha venido aquí conmigo. Y a D.O lo
conocí hace un año, pero luego se mudó aquí y bueno, es el que me va a acoger
en su casa.
—Hablando de eso... —a Luhan le estaba costando más de lo que
esperaba hablar con el pequeño— ¿cuánto tiempo piensas quedarte?
—Me lo he traído todo, no tengo pensado marcharme —hizo una
pausa—. O al menos, no sin ti.
—Pero...
—Pero nada —interrumpió—. ¿Cuántas veces tendré que decir que ya
soy mayor de edad y puedo decidir por mí mismo?
—Está bien. —Luhan se limitó a asentir.
—¿Cómo dices?
—Si te quieres quedar en esta ciudad, hazlo. Pero no creo que
ese chico te mantenga por muy simpático que sea, Kai y tú tendréis que trabajar
y pagarle parte del alquiler. Me es indiferente que a él no le importe que le
paguéis, yo no quiero que estéis de gorroneo en ninguna parte.
—Por lo menos dame una semana para acostumbrarme a la ciudad, no
conozco nada de nada.
Luhan asintió, le parecía justo. Se mordió el labio, estaba
desesperado. Quería comérselo a besos, abrirle su corazón de nuevo, curar las
heridas que él mismo le había provocado. Quería poder tener una relación
libremente con él. Pero no podía, era su hermano.
—Luhan —el pequeño se mostraba preocupado, las lágrimas volvían
a recorrer sus mejillas—, ¿no quieres que esté aquí?
El mayor se rompió por dentro. Maldito inconsciente, ¿cómo
puede pensar eso? Se moría por agarrarlo y llevarlo a la cama, besarle como
si no hubiese mañana y demostrarle que nunca lo había dejado de querer.
Se acercó a él y le secó de nuevo las lágrimas, separó el
flequillo que le impedía ver sus brillantes ojos y lo miró fijamente a una muy
corta distancia, tan corta que sus alientos podían mezclarse en el aire. A
ambos se les comenzó a acelerar la respiración.
—Nunca —hizo una breve pausa—, insisto, nunca he dejado de
quererte. No me he olvidado de ti, no he dejado de echarte de menos. No ha habido
una sola noche en la que no haya llorado por ti mientras miraba nuestras fotos.
Tu sonrisa lleva gravada en mi cabeza desde el día en que me fui. Tus labios,
tus ojos, todo. Tú, eres mi maldita perdición.
Sehun tragó saliva, y pasados dos segundos no dudó en acercarse
un poco más, hasta llegar a juntar sus labios con los de Luhan. El mayor
correspondió de forma suave, lo había deseado tanto, había echado tanto de
menos el contacto con el pequeño. Comenzaron ambos a mover sus labios,
lentamente, y sus lenguas se encontraron y jugaron la una con la otra. Eran
movimientos suaves y agradables. Habrían deseado no haberlo terminado nunca.
—Te quiero —susurró el mayor cuando se separaron—, que no te
quepa ni la más mínima duda.
Y así estuvieron durante una hora, hablando de todo y de nada,
dándose caricias de vez en cuando e intercambiando sonrisas y miradas.
Cuando los otros cuatro volvieron, se los encontraron
acurrucados en el sofá viendo una película. Sehun tenía la cabeza apoyada en el
hombro del mayor, y éste le acariciaba el cabello con mucha delicadeza.
—Sehun, es tarde. —dijo Kai, el pequeño se lamentó y asintió.
Se despidió de Luhan con un dulce beso en la mejilla, se levantó
y se marchó con D.O y Kai.
Kris y Tao se acercaron al rubio y se sentaron uno a cada lado,
pero este no decía palabra.
—¿Qué tal ha ido? —preguntó el alto.
Luhan se quedó pensando por un momento, hasta que suspiró y dejó
escapar una pequeña sonrisa que tranquilizó a los otros dos.
—Creo que será mejor que nos vayamos —afirmó Kris mirando para
Tao—. Luhan comienza mañana en el trabajo, tendrá que ir despejado. Además, yo
también trabajo mañana, y temprano.
Tao asintió dando a entender que estaba de acuerdo. Luhan les
acompañó a la puerta, y tras cerrarla apoyó la espalda en la pared. Clavó la
mirada en el techo, y sonrió como un idiota al recordar lo ocurrido, estaba
feliz.
——
—¿Y bien? —preguntó Jongin curioso— ¿De qué habéis hablado?
—De todo y de nada. —contestó el otro sonriente.
—A los enamorados no hay quien os entienda. —afirmó Kai con un
suspiro.
Kyungsoo rió por detrás, lo cual molestó un poco al moreno.
—Chicos, me voy a ir a dormir ya. Es casi la una de la
madrugada, y yo entro a trabajar a las nueve.
—¿Quieres que hagamos algún recado por la mañana? —preguntó el
rubio.
—¡¿Estás loco?! —Jongin se sobresaltó— Si no sabemos ni donde
estamos, ¿a dónde pretendes ir a hacer recados?
—Kai tiene razón —concluyó D.O—. No os preocupéis, salgo a la
una, me da tiempo de ir a hacer la compra.
Dio las buenas noches y se fue a su habitación.
Sehun, al contrario que los otros dos, no consiguió pegar ojo en
toda la noche.
Cuando el mayor se levantó para desayunar, el rubio ya estaba
sentado en la cocina con una humeante taza de café.
—¿No dormiste? —preguntó D.O extrañado.
—Nada de nada —contestó el menor—, pero no te preocupes, ha sido
por los nervios.
—Le quieres mucho, ¿verdad? —afirmó comprensivo.
Sehun asintió con una gran sonrisa, y al mayor le pareció algo
muy tierno. Se sentó a su lado y se sirvió él también una taza de café
—Creo que a Kai no le agrado mucho.
—No digas tonterías —contestó Sehun sorprendido—. Kai es así al
principio, pero luego te coge cariño y se hace querer. Lo que pasa es que a él
no le hacía mucha gracia toda esta historia, pero créeme que no tiene nada en
tu contra.
—Eso espero. Bueno, es hora de que me vaya duchando. Y tú
intenta descansar aunque sea un par de horas.
—Está bien.
Pasó una mañana lenta. Kyungsoo ya se había marchado y Sehun no
logró descansar por mucho que lo intentó. Sin embargo, Kai dormía como una
marmota, y eso era algo que el rubio envidiaba.
Decidió darse una rápida ducha para despejarse un poco. Le
fascinaba lo ordenado que estaba todo en esa casa. Él, sin embargo, era un
caos. Y por eso mismo le daba miedo quitar algo de su sitio, era lo malo de
estar en una casa que no era la suya.
Le costó encontrar el champú entre tantos botes, cremas y demás.
Todos los productos tenían pinta de ser muy caros, hasta se sentía mal por
utilizarlos.
Finalmente salió del baño con una toalla atada en la cintura y
entró sigilosamente en la habitación. Comenzó a rebuscar en el armario, pues
había deshecho las maletas de cualquier manera y no encontraba las prendas
deseadas. Al fin encontró sus vaqueros negros, y por no seguir buscando cogió
una camiseta blanca básica que le quedaba bastante ajustada.
Cuando iba a salir para volver al baño y cambiarse, escuchó una
voz moribunda tras de sí.
—Joder... —exclamó el moreno— podrías hacer menos ruido.
—Lo siento —se disculpó—. De todas formas, va siendo hora de que
te levantes, ¿no crees?
—No, no lo creo. —dijo tapándose la cara con la manta.
El pequeño rodó los ojos y salió de la habitación. Se vistió
rápidamente y se fue al salón todavía con el pelo algo mojado.
Volvió a encender la tele mientras buscaba su móvil. Cuando lo
encontró comenzó a pasar fotos, las pocas fotos que tenía de Luhan, y volvió a
sonreír cual tonto enamorado. Pasó el dedo índice por la pantalla y se mordió
el labio inferior. No pienso volver a perderte.
—Oye, ¿hay café?
La voz de Kai le sacó de sus pensamientos y le sobresaltó. Se
giró hacia él algo molesto.
—Al fin se levantó la bella durmiente —el otro lo asesinó con la
mirada—. Sí que hay, solo tienes que calentarlo.
—Gracias. —contestó con tono de enfado.
——
D.O llegó bien de tiempo al trabajo, al contrario que Luhan.
—El nuevo llega tarde en su primer día —decía uno de sus
compañeros—. Comenzamos mal.
—Lo ha justificado —mintió Kyungsoo—. Durmió fuera de la ciudad,
y por eso llegará un poco tarde.
Los demás le miraron extrañados pero se lo creyeron. Cinco
minutos después apareció Luhan por la puerta, algo atosigado debido a que fue
corriendo. Y D.O no dudó en acercarse a él.
—Les he dicho que has justificado la tardanza —susurró—, así que
no la fastidies.
Luhan asintió agradecido, se sentía un poco perdido en ese
edificio. Kyungsoo le mostró las instalaciones más importantes y luego le
comunicó que compartirían despacho.
—Así que puedes estar tranquilo, no seré duro contigo. —bromeó.
—No sabía que trabajabas aquí.
—Llevo un año, es un aburrimiento de trabajo pero está bien
pagado —rió—. Ayer te vi haciendo la entrevista, así que hoy cuando me dijeron
que el nuevo llegaba tarde, supuse que serías tú.
Se sentaron cada uno en sus respectivos sitios, la verdad es que
ese trabajo no era nada del otro mundo. Lo único que tenían que hacer era
ordenar papeles, pero como era de una empresa importante recibían un gran
capital por ello.
Luhan se sentía algo incómodo a pesar de que Kyungsoo le parecía
una persona muy simpática y agradable. Al fin y al cabo, no se conocían de nada
y era una situación extraña.
—Tus amigos se mostraron muy simpáticos con nosotros ayer —D.O
se decidió a sacar un tema de conversación al notar algo tenso al rubio—. Son hermanos,
¿no?
—Sí, Kris es el mayor, están todo el día juntos.
—¿No conoces a nadie más en la ciudad? —el rubio negó con la
cabeza.
—¿Por qué lo preguntas?
—He pensado que podía invitaros mañana a casa, aprovechando que
será viernes, y presentaros a unos amigos.
—Bueno...
—No tienes que aceptar si no quieres.
No era que Luhan no quisiera, lo que pasaba es que no estaba
acostumbrado a tanta amabilidad. Su vida no había sido fácil, y le costaba
bastante confiar en las personas. Pero al fin y al cabo, le debía mucho a aquel
chico. Si no fuese por él, seguramente su reencuentro con Sehun no hubiese sido
posible, así que tras pensarlo un poco decidió aceptar.
—Iremos. —afirmó sonriente.
Fue una mañana agradable, Kyungsoo y Luhan se conocieron un poco
más y cada vez se llevaban mejor. Llegó la una, y al fin les tocaba salir de
aquel edificio.
—Oye, D.O —dijo Luhan antes de que éste se marchase—, gracias
por todo lo que has hecho por Sehun.
—Gracias a ti, —Kyungsoo hablaba con total naturalidad— por devolverle
la vida.
Y dicho eso se fue.
Luhan se quedó con el corazón encogido, se mordió el labio
inferior y se fue a casa. Para su sorpresa, tenía visita de nuevo.
—Mucho has tardado —comentó Tao, que estaba sentado en el sofá—.
Y ni si quiera has hecho la compra, menos mal que ya hemos encargado nosotros
un par de pizzas. Anda, ven, que se enfrían.
Luhan asintió, pero antes de incorporarse a ellos se descalzó y
se puso algo más cómodo. No le gustaba nada tener que vestirse de manera
formal.
Les contó que trabajaba con Kyungsoo, pero ellos ya lo sabían.
—¿Y no me avisáis?
—Se nos olvidó. —Kris intentó disculparse.
—No importa. Nos ha invitado mañana a su casa.
—Genial —contestó el alto—. Por cierto, Luhan, ¿cuándo vas a
convencer a mi hermano que se busque un trabajo?
—Ya estamos. —bufó el pequeño.
—¡Oh, es cierto!
Luhan se levantó como un rayo y corrió a su habitación. Volvió a
los diez minutos con el portátil, se sentó y lo colocó sobre sus piernas.
—Ayer vi esto, y creí que te podría interesar.
Tao cogió el ordenador y lo puso sobre sus rodillas leyendo con
atención la web que estaba abierta. Hablaba sobre un casting para un grupo de
baile.
—¿Bailar? ¿Yo?
—Si te pagan bien —interrumpió Kris—, yo estoy de acuerdo.
—El casting es dentro de cuatro días, pero no te preocupes,
supuse que querrías ir y ya te he apuntado.
—¿Que has hecho qué?
—Me lo agradecerás.
No le dieron más vueltas al tema y continuaron devorando la
pizza. Aunque Luhan no quisiese admitirlo, haberles dado unas llaves de su piso
había sido la mejor idea que había tenido.
——
—Estaba todo delicioso —afirmó Kai de lo más contento—. Cocinas
mejor que mi madre, no lo creía posible.
—¿Ves como no te odia? —interrumpió Sehun.
D.O se sonrojó y bajó la cabeza.
—¿Odiarle? —Jongin miró a Kyungsoo— ¿Creías que te odiaba?
—Hombre, tanto como odiar...
La melodía de su teléfono interrumpió la conversación, y
Kyungsoo lo agradeció.
—Dime, Luhan —Sehun se pegó cual lapa a D.O, pensando que Luhan
llamaba para hablar sobre él—. ¿Vendréis los tres, entonces? Me parece genial,
mañana hablamos.
Tras colgar, se estiró y dejó escapar un bostezo, estaba
realmente cansado. Se tumbó en el sofá y encendió la tele, pero en pocos
minutos Sehun le retiró las piernas y le obligó a sentarse para así poder
hablar con él.
—¿Para qué te ha llamado Luhan? —el menor estaba intrigado.
—Ah, es cierto —hizo una breve pausa—. He invitado a unos amigos
a que vengan a casa mañana, así conocéis gente y de paso que la conozcan ellos
también.
—¡Buena idea! —gritó Kai desde la cocina, ese día estaba
bastante entusiasmado.
—Oye, D.O... —Sehun se mordió el labio— ¿Desde cuando tienes
tanta confianza con Luhan?
—Trabajamos juntos, no es que tengamos tanta confianza.
Simplemente nos llevamos bien, supongo.
—¿Podrías darme su número? —el pequeño se sentía avergonzado y
no sabía por qué.
Kyungsoo asintió y buscó el número en la agenda de su móvil.
Tras apuntarlo, Sehun se marchó y se encerró en su habitación.
Sin saber por qué, comenzó a sentirse fatal. ¿Y si soy una
carga y no me lo quiere decir? Hasta él sabía que pensar eso era ridículo,
después de lo que había pasado el día anterior, pero aún así no conseguía
tranquilizarse. Creía que era una molestia, la cosa iba a peor, y se decidió a
llamarle.
——
—¡Chicos, he vuel...! —rodó los ojos— No puede ser.
Kris había salido diez minutos a comprar un par de cosas que le
hacían falta para el trabajo. Y cuando volvió, Tao y Luhan estaban durmiendo en
el sofá.
—Bueno, pues nada. —suspiró.
Habían planeado salir a tomar algo, pero se veía que la siesta
les estaba sentando genial a ambos, así que no merecía la pena despertarlos.
Había pasado ya media hora y Kris estaba sentado en la cocina
con el portátil encima de la mesa, miraba con detalle la web del casting del
que Luhan les había hablado.
—Hermanito, confío en ti. —dijo para sí.
Y es que Kris siempre había sabido que su hermano tenía talento,
siempre había querido que se dedicase a lo que quería.
El sonido de un móvil le sacó de sus pensamientos, pero no era
el suyo. Comenzó a buscarlo por todos lados, esa melodía iba a despertar a los
chicos. Y así fue, pudo escuchar la voz moribunda de Luhan contestando al
teléfono.
—¿Eh? —se frotaba los ojos del sueño que tenía— ¿Sehun?
Fue para su habitación a toda velocidad, y salió a los diez
minutos. Le dijo a Kris que no tardaría mucho en volver y abandonó el
apartamento. Se le veía preocupado, y eso fue algo que no dejó muy bien al
alto.
Tao se despertó con el ruido de la puerta al cerrarse, y Kris
aprovechó la oportunidad para hablar con él sobre el tema del casting.
Luhan siguió las indicaciones de Sehun hasta dar a parar al fin
al portal del edificio donde vivía D.O. Y ahí estaba el pequeño, sentado, con
las rodillas levantadas y la mirada clavada en el suelo. Triste, totalmente
apagado.
—¿Qué ha pasado? —el mayor estaba realmente preocupado.
—Luhan... dime... —se mordió el labio inferior y se obligó a
continuar— ¿soy una carga para ti?
Esa pregunta se le clavó a Luhan como si de un puñal se tratase.
¿Qué cosas decía? ¿Cómo iba a ser una carga? No se lo explicaba. No se
explicaba por qué tantas complicaciones.
—¿Una carga? —contestó con los ojos abiertos como platos— ¿Pero
tú te estás escuchando?
Sehun alzó la cabeza e intercambiaron miradas. Esa imagen le
rompió el alma a Luhan. Sentía que él no había hecho nada malo, pero a la vez
se sentía culpable por todo.
—Sehun, ven aquí.
El menor le hizo caso y se levantó con los ojos llenos de
lágrimas. Luhan le cogió de la mano, le sonrió y comenzó a caminar.
—¿A dónde vamos? —preguntaba el pequeño intrigado.
—Es una sorpresa.
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