domingo, 24 de marzo de 2013

BEAUTIFUL OH BEAUTIFUL


- Autora: Nina Z


- Tipo: 2PM, Nichkhun x fan, hetero, +18, serial


CAPÍTULO 5: LA CENA (2ª PARTE)

Salió corriendo de aquella casa, lo necesitaba. Quería estar sola y llorar como una niña pequeña. Porque realmente se sentía como una.
No cogió el ascensor, así que bajó a toda prisa las escaleras. Sacó las llaves rápidamente y entró en la casa.

Fue a cerrar, pero alguien paró el proceso. Khun abrió la puerta y entró. La había seguido, ¿por qué lo había hecho?

Los ojos de Laura no paraban de derramar lágrimas y eso al beast idol le entristeció. No le gustaba ver a nadie llorar, y menos si es una chica... y menos si era ella. No sabía muy bien el por qué, pero había entablado una gran amistad con aquella chica. Le trataba como alguien normal y no como "Nichkhun, uno de los componentes de 2PM". En definitiva, le había cogido gran aprecio... e incluso algo más.

Se acercó a ella y fue a quitarle las lágrimas de los ojos, pero ella apartó el rostro y se alejó de él.

-Khun... no me lo pongas más difícil- más lágrimas salieron de sus ojos. Él no dijo nada, sólo la miraba- Vete... por favor- se acercó a ella, la agarró de los hombros y la miró a la cara. Ella se sintió tan incómoda que no pudo evitar desviar la mirada. Para su sorpresa, no preguntó, sino que la abrazó. Como una oleada que la inunda desde el pecho, el llanto vino sin razón a sus ojos y se agarró a él mientras las lágrimas caían silenciosamente por su rostro. Él se dejó caer en la pared, abrazándola, sin preguntar, sin decir nada. Olía muy bien.

Al poco, empezó a acariciarle la cabeza con su enorme mano, con tanta suavidad que se sorprendió. Realmente se sentía bien.

- No te preocupes, estoy aquí... contigo- Murmuró. Ella enrojeció y se sorprendió por sus palabras. Era tal y como ella imaginaba que era. Enterró la cabeza en su pecho y se quedó ahí, enroscada, con las manos agarradas a su pecho y dejando que la abrazara. Como siempre, al pensar en la situación, sonrió, incluso se le escapó una risilla baja, y supo que él sonreía.

-Déjame con mi bipolaridad, ¿vale?- murmuró dándole con ambos puños en el pecho. Ni tenía fuerzas, ni su intención era darle fuerte, y él se rió.

-Me encanta- Abrió los ojos exageradamente y se quedó un poco tiesa, porque notó como si se le parara el corazón al escuchar eso. Él siguió sonriendo. Al final, se desembarazó de él de un empujón, pegándose a la pared de enfrente, y se limpió la cara con la manga, borrando todo rastro. 

-¡Me aburro! ¡Vamos a comer! ¡Dulce!- él se rió y le revolvió el pelo.

-Yo invito- le miró.

-Difícil lo veo, el bizcocho ya está hecho, y no es tuyo- se sorprendió.

-¿Bizcocho?

-De yogur- sonrió- Es mi favorito- Él se la devolvió y fueron a la cocina. Sacó el bizcocho y se sentaron en el sofá a comer. Él se sentó espatarrado, y la agarró del brazo empujándola para que se sentara entre sus piernas. Ella se sorprendió, pero apoyó la espalda en su pecho.

-¡A comer!- gritó cogiendo el primer trozo. Él se rió y cogió un trozo más grande que el de ella- ¡Eh! ¡Eso es trampa!

-No, yo soy más grande, necesito más- respondió escogiéndose de hombros y sonriendo pícaramente.

-¡Y yo estoy creciendo! Así que necesito más- trató de llevarse un cacho igual de grande pero se desmoronó. Gimoteó. Cogió los cachitos que se le cayeron y se los acercó a la boca. En momentos como aquellos, ella se alegró de que le viera la cara. Abrió la boca y se lo comió de un bocado- Mmmm.

-¡Ala! ¡Qué bruta!- se rió. Le miró, con los mofletes llenos de comida y el ceño fruncido. Él le dio un golpecito en la nariz con el dedo índice. Ella le miró sorprendida por aquel gesto y tragó. Miró detenidamente su rostro. De cerca era mucho más guapo. Se fijó en sus cejas. Siempre le llamaron la atención sus cejas, porque las tiene anchas, pero le quedan bien. También, se fijó en sus labios. Tan rosados, tan carnosos... Los labios más besables del mundo. Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, se miraron fijamente por un rato. Ella apartó la mirada nerviosa, y se fue a levantar del sitio, cuando la abrazó inesperadamente y la tumbó sobre él, de costado, con la cabeza en su pecho.

-Si te encuentras mal, dímelo, ¿vale?- no sabía que responder. Qué tal vez jamás se le habría ocurrido pensar que alguien como él la iba a consolar. En que nunca pensó que alguien a quien conocía tan poco podría entenderla tan bien. O al menos, entender lo que necesitaba. Así que se limitó a asentir y a aspirar ese olor que, no sabía por qué, de pronto le gustaba tanto. 


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