jueves, 3 de enero de 2013

RIRIMATO

- Autora: @askthewind 

- Tipo: B.A.P, serial, menores 18, idol x fan, hetero


CAPÍTULO 9: UN ERROR TRAS OTRO



En aquel momento no importaba nada que pudiese ocurrir más allá de aquellas puertas que en ese momento batían furiosas tras haber dejado pasar a la fogosa parejita, que había irrumpido tan bruscamente en la sala. Los pasos de Jongup eran torpes, pero seguros. Yoori no podía respirar entre beso y beso, pero le daba igual. Si morir bajo la falta de oxígeno en medio de un beso como lo era aquel era su destino, estaba dispuesta a aceptarlo.
            No había nadie en la habitación, y por cada segundo que pasaba Yoori sentía que el calor se iba haciendo más y más insoportable. Le costaba respirar, le costaba seguir la lujuria de Jongup. Quizá era culpa de aquel pequeño resquicio de vergüenza que asomaba cada cierto tiempo entre cada suspiro, entre cada gemido ahogado que las manos de aquel chico le obligaban a emitir. “Esto no está bien”. Jongup la tocaba y sentía como si sus dedos estuviesen haciendo brotar esas palabras en su mente; pero él veía la inseguridad en sus ojos, la besaba, y todos los datos almacenados en la mente de la chica se borraban. Tan sólo quedaba esa necesidad de más.
            — Jongup… — Yoori alzó la mirada por primera vez cuando vio como ambos se internaban en una de las duchas. Esa debía ser una especial, no era como la que había usado la vez anterior –cuando Daehyun la había acompañado-. Era más grande y no tenía una cortina en su parte delantera, sino una puerta. Apenas tuvo tiempo de pararse a observar su alrededor antes de sentir los labios de Jongup adueñándose de su cuello.
            — Si no vas a decirme lo mucho que me deseas, no digas nada — susurró sin dudar, aún degustando la suave piel de la chica. La sujetaba en peso, pero nada más entrar en la ducha la había dejado en el suelo y empujado contra una pared, pegando su espalda a ella. La tenía presa entre su pecho y los azulejos, se sentía como un auténtico depredador disfrutando de una presa sin escapatoria. Aquello era tan absurdamente excitante que no pensaba poder controlar sus impulsos primitivos por mucho tiempo más.
            — No, es que… Quiero decir, sí, pero-… ¡J-Jongup…! — era imposible intentar mantener una conversación mínimamente civilizada en aquella situación. Jongup se la comía a bocados, tocaba cada parte de su cuerpo con unas ansias animales y difíciles de resistir y apenas parecía interesado por una conversación. Para él, todo lo que debía ocurrir en aquel momento no necesitaba de la más mínima palabra, y Yoori empezaba a darse cuenta de su forma de verlas cosas — E-Esto no-
            — Yoori — la chica se sintió intimidada en aquel momento. No era miedo, era una incomodidad excitante que hacía cosquillas en sus pies y su estómago. No había oído nunca aquella voz, nadie había pronunciado su nombre de aquella forma. Aquel susurro grave y brusco podría haber partido el suelo bajo sus pies en mil pedazos, al igual que toda su propia cordura. Alzó la cabeza, y vio como Jongup acercaba su rostro al propio, dejando sus labios a la distancia justa para susurrar sobre ellos — Mírame a los ojos y dime que no quieres que esto ocurra.
            Aquello fue lo peor que Jongup pudo decirle.
            — Vamos. Mírame.
            Su corazón se encogió. Bajó la mirada como si en un instante sus ojos se hubiesen convertido en un imán que repelía los de Jongup. Miraba a todos lados menos a sus ojos, nerviosa y exaltada ante una verdad inocultable. Yoori mentía muy mal, y lo sabía; y Jongup también. Aquella falta de respuesta fue todo lo que él necesitó para sonreír. Yoori sintió con el beso que recibió bruscamente que había perdido la última oportunidad de conseguir una explicación racional ante esa situación. Dejó que el lujurioso veneno de Jongup entrase en ella, y la pasión la convirtió en su títere.
            Para Jongup, aquel último silencio fue como la prueba que necesitaba para tomárselo todo con más calma. Ahora sabía que Yoori no tenía intención de huir, de escapar de aquella situación. Podía simplemente ir al grano, conseguir lo que él quería y darle lo que ella necesitaba, pero disfrutaba con cada mueca, con cada sonido de placer que conseguía arrancar del interior de Yoori con cada pequeño gesto. Las ganas de arrancarle aquella suave blusa blanca no eran precisamente pocas, y sin embargo se tomó el tiempo de desabrochar cada botón lenta y cruelmente, sin dejar de mirarla a los ojos. Yoori era capaz de interpretar cada una de sus intenciones sin hacerle pronunciar palabra alguna. “Mírate, Yoori. Míranos. Tú la oveja, y yo el lobo. Estás ahí, sin poder moverte, lejos de poder encontrar una escapatoria antes de que te haga mía. Sé que eres consciente de que estás a mi total merced y puedo ver en tus ojos que eso no te disgusta del todo. Sé lo que quieres, pero pienso hacerte sufrir hasta el último momento, hasta que no puedas más y termines suplicándome al oído que me necesitas. No pararé hasta sentir tu piel erizada, hasta que lo único que puedas llegar a decir sea que quieres más y más. Haré que sueñes con este momento cada noche y que vuelvas a mí sin tener que decir nada cuando la necesidad de sentirme no te deje vivir. Conseguiré que te des cuenta de que me deseas a todo momento, casi tanto como yo a ti.

           La blusa de Yoori voló con fragilidad hacia el suelo, liviana y silenciosa. Yoori sintió la mirada de Jongup clavada en sus grandes pechos, y entonces pudo ver aquel excitante movimiento que el chico realizó para quitarse la camiseta de un tirón, dejando su increíblemente atractivo cuerpo a la vista. Empezó a pensar que muchas chicas habrían pagado por presenciar aquel momento, por verlo tan despeinado como entonces, por ver aquel torso escultural moviéndose al ritmo de su agitada respiración. El bailarín volvió a atacar de nuevo los labios de la chica, bajando por su cuello y provocándole más de un escalofrío. Finalmente, la batalla que había dejado a medias con el cierre de su sostén llegó a su fin, y este cedió ante sus dedos cayendo por su propio peso al instante. Yoori sentía sus mejillas arder.
            — Estás nerviosa — Jongup sonrió contra su cuello, mordiéndole con la fuerza suficiente como para dejar una marca rojiza en su piel.
            — No — murmuró Yoori, con un hilo de voz. Apenas tuvo tiempo antes de empezar a retorcerse en el sitio, cerrando los ojos y dejando escapar un profundo suspiro.
            — Era una afirmación — Jongup rió. Empezó a masajear los pechos de la chica ejerciendo una presión en ellos que gradualmente fue aumentando. Estimulaba sus rosados pezones con caricias y pellizcos que hacían resonar sus gemidos en toda la habitación, disfrutando de todas y cada una de sus muecas. Verla así ante él sólo conseguía que la ola de calor que desde hacía rato había dominado su cuerpo empezase a centrarse peligrosamente en sus caderas, y más concretamente, en su semi-erecta entrepierna. ¿Cómo no excitarse con una visión así ante él?
            — Capullo — susurró Yoori, jadeando. Dejó que sus uñas marcasen surcos rojizos e irregulares en toda la musculada espalda del joven cuando sintió un nuevo pellizco en sus senos, crispando los dedos sobre su piel en medio de un sensual gemido.
            — ¿Quieres más? — Jongup presionó sus caderas contra el cuerpo de Yoori, evidenciando el gran problema oculto en sus pantalones.
            — No.
            — Mientes muy mal — no tuvo que hacer nada para sentir las manos de la chica moviéndose desvergonzadamente hacia su pantalón. Bastó un tirón para que sus ropas cediesen y cayesen al suelo bruscamente, dejándolo ante ella en ropa interior. Pero a Jongup no le gustaba sentirse en desventaja. Sonrió y desabrochó los shorts de la chica lentamente, deshaciéndose de ellos en un solo movimiento. Aquello se convirtió pronto en una batalla sobre ‘quién desvestía más a quién’, y pronto se dieron cuenta de que los dos salían perdiendo; o ganando. En menos tiempo del esperado ambos estaban completamente desnudos uno frente al otro, mirándose, tocándose, restregándose el uno contra el otro.
            — ¿Vas a decírmelo ya? — Jongup agarró con una firmeza posesiva las nalgas de la chica, mirándola fijamente.
            — ¿El qué?
            — Que me necesitas.
            Yoori se mordió los labios con una sensualidad disimulada. Sentía el miembro erecto de Jongup rozarse contra su piel y se estaba poniendo increíblemente nerviosa.
            — Jongup…
            — ¿Qué?
            Jongup sonrió, asombrado y satisfecho; no hacía falta que Yoori dijese una sola palabra más. El silencio reinó en las duchas durante varios segundos y, tras él, el eco de una oleada de gemidos húmedos y jadeantes que no prometían cesar pronto empezó a brotar de aquel cubículo cerrado.


……….


            — ¿Que le has dicho qué?
            Daehyun se cruzó de brazos, mirando con furia reprimida a su líder, que aún permanecía sentado en su escritorio, con el codo apoyado en la mesa y una de sus manos apoyada en su cara, tapándola completamente. Tan sólo se podían ver sus labios, su expresión seria y repleta de frustración, el arrepentimiento que parecía revolotear alrededor de él en contra de su voluntad continuamente. Daehyun había entrado en la habitación tras una breve pero intensa conversación con Himchan, preocupado por lo que podría haber pasado. Yongguk le había contado lo ocurrido casi mecánicamente, sin prestar mucha atención a sus palabras. Repetía lo que minutos antes había dicho, ahora consciente de cada palabra, dándose verdadera cuenta de las barbaridades que habían salido de sus labios. Daehyun sentía cada palabra más estúpida que la anterior, y de no ser porque veía a Yongguk completamente hundido en su escritorio, le habría dado una buena reprimenda.
            — ¿En qué estabas pensando? — intentaba no sonar muy brusco.
            — No estaba pensando — murmuró Yongguk, sin mostrar su rostro.
            — ¡Deberías haberlo hecho!
            Yongguk no respondió.
            — Ahora ya no importa — Daehyun se cruzó de brazos de nuevo tras gesticular bruscamente y acariciar sus sienes, suspirando — ¿Dónde está Yoori?
            Yongguk no respondió; Daehyun se tomó aquel silencio como un “No lo sé.
            — ¿No deberías ir a buscarla?
            Daehyun se sorprendió con el pequeño gesto que emularon los labios de Yongguk. Una suave presión, un fruncido que funcionó como la negación más absoluta ante aquella pregunta. Yongguk no pensaba levantarse de aquel sillón de cuero, y su pequeño gesto había eliminado cualquier mínima opción posible a una discusión.
            — Deja de ser tan… misterioso — Daehyun no podía soportar más aquella situación tan ridícula — Habla con ella. Estás ahí quieto, sin hacer nada, y se te va a escapar de entre los dedos antes de que te des cuenta. No recuerdo que nuestro líder fuese un cobarde — ante la falta de respuesta, sus últimas palabras fueron como un doloroso puñal — ¿Recuerdas nuestra conversación, Yongguk? Aquella vez, en el hospital.
            Daehyun no dijo nada más. Se dio la vuelta y se fue, dejando solo al líder, que a pesar de no haberse movido había reaccionado de mala manera ante sus palabras. ¿Cómo olvidar aquella charla?

            Yongguk no apartó la mirada de los ojos de Daehyun ni siquiera cuando sintió a Yoori desaparecer de aquella habitación, pasando a su lado sin dignarse a mirarlo o decirle una palabra. La puerta se cerró y ambos permanecieron en silencio el tiempo justo como para llegar a la conclusión de que había pasado algo para hacerla reaccionar así.
            — ¿Cómo te encuentras? — Daehyun disimuló una mueca ante aquel cambio de tema tan brusco, suspiró y cogió su iPad, resignado.
            — Me han cuidado bien — le escribió, girando el iPad hacia el líder. Después lo dejó en la cama, y se quedó mirándolo en silencio.
            — ¿Qué diablos estabais haciendo? — ni siquiera cambiando de tema había conseguido apaciguar la necesidad de descubrir por qué lo primero que había visto nada más entrar había sido aquella bonita escena, ambos agarrados de las manos. Yongguk frunció el ceño cuando su compañero se encogió de hombros con una sonrisa tranquila.
            — Hablar — le respondió, escueto. Borró el texto y volvió a escribir, dejando a Yongguk en vilo durante unos segundos — Bueno, ‘hablar’… Yo poco. ¿Ni siquiera puedo conversar con ella, Yongguk?
            — Podéis conversar todo lo que quieras. Pero parece que os gusta ir más allá de una conversación — el líder se cruzó de brazos, molesto — A fin de cuentas, no conozco a nadie que converse cogidos de las manos. Nadie en una… situación normal. Y quiero pensar que esta era una situación normal. Porque créeme que si no lo fuese-
            Yongguk habría seguido con su soliloquio interminable de no ser porque pudo ver como Daehyun casi se ahogaba intentando contener la risa para no forzar la garganta. Tiernamente confuso, emuló una mueca de dulce molestia y se acercó varios pasos a la camilla.
            — ¿Se puede saber de qué te ríes? — gruñó.
            Daehyun se tomó su tiempo para recuperar el aire y volvió a coger su iPad.
            — ¿Qué extraña idea corre por tu mente? — Daehyun alzó una de sus cejas al enseñarle su iPad, como si temiese escuchar la respuesta ante el peligro de un nuevo ataque de risa. Aunque, ya sin oír palabra alguna, la simple mueca que emuló el líder al leer la pantalla llevó a sus ojos lágrimas de risa — ¿De verdad crees que Yoori y yo…?
            — ¿Qué? No, por favor. ¡No! ¿Por qué crees eso? Deja de reírte — Yongguk le dio un manotazo en una de sus piernas, pero eso no bastó para cesar su risa ahogada.
            — Mírate. Sólo te falta ponerme una lámpara delante de los ojos y gritarme, “¡Confiesa!”.
            — ¡No, joder! Pero… — a Daehyun le pareció curioso aquel silencio, aquella mueca de “no debería haber comenzado esa frase”. Disimuló su curiosidad, esperando que Yongguk terminase aquella frase, que intentase escurrir el bulto — Tenemos una imagen que mantener, y lo sabes. Os vi en el parque.
            Daehyun sonrió.
            — Era mi forma de darle las gracias.
            — La gente normal no da las gracias de… esa forma.
            — Y yo no soy normal — Daehyun sonrió — Fin del problema.
             Yongguk no parecía satisfecho, y el vocalista se dio cuenta.
            — Sólo agarré sus manos, Yongguk — escribió, rezando por no tener que dar más explicaciones — No tenía ni tengo la intención de llegar más allá con ella.
            — Sabes que podríamos meternos en un lío si esto se descubre.
            — ¿Los rumores? — Daehyun por fin parecía darse cuenta de lo que estaba ocurriendo de verdad. Sólo le hacía falta fijarse en aquel brillo que brotaba de los ojos de Yongguk para entender cómo se sentía — No creo que eso sea lo que más te preocupa.
            Daehyun rió.
            — Llevo enamorado de alguien mucho tiempo, Yongguk — el líder no pudo ocultar una tierna mueca de sorpresa al leer aquello en la brillante pantalla del iPad. Miró a su compañero sin saber exactamente qué decir, y simplemente esperó a que él siguiese escribiendo — Y este concurso no va a cambiar ese hecho; ¿De verdad son los rumores lo que te preocupan? Kekeke… Voy a decirte algo que “cierta chica” me dijo en su momento.
            Daehyun giró el iPad y escribió durante segundos que a Yongguk se le pasaron como horas. Pero al final, el vocalista giró el objeto hacia él, y Yongguk pudo ver aquella simple frase escrita en la pantalla
            — Eres demasiado… transparente. 

            Por aquel entonces, Yongguk no comprendió aquella frase. Pero en ese momento se dio cuenta de que Daehyun ya sabía desde aquel entonces su situación en cuanto a Yoori. Lo que inquietaba al líder era que su compañero parecía muy bueno adivinando sentimientos ajenos, y sin embargo no parecía haberse dado cuenta de lo que Yoori sentía hacia él. ¿O sí?


……….



            — ¿Algo que contar? — Zelo se sobresaltó al sentir la voz de Himchan a su lado; después de que Daehyun hubiese ido a hablar con su líder se había quedado solo y no contaba con aquella compañía repentina. El visual se sentó al lado del maknae, que no pareció ser capaz de dar a entender sin palabras de que no tenía muchas ganas de hablar, y simplemente permaneció en silencio, mirándolo.
            — No mucho — respondió el aludido, desganado y evasivo.
            — Vamos, vamos. No puedes engañar a tu hyung — Himchan le dio un suave toque en un brazo, riendo por lo bajo. Se inclinó suavemente hacia delante, apoyando los antebrazos sobre sus muslos y girando el rostro hacia Zelo, con una mueca que mostraba que era demasiado tarde para intentar engañarlo — No creas que me he olvidado de cómo te has llevado a Yoori antes.
            — ¿Llevado? — Zelo giró el rostro apartándole la mirada, sin darse cuenta de que eso sólo hacía más evidente la situación — No te entiendo.
            — No es que me moleste, pero… — hizo una pausa, inseguro — No sé si realmente debería preocuparme que le cuentes tus preocupaciones a una chica que has conocido hace apenas un mes antes que a nosotros… Espera — Himchan se irguió rápidamente, mostrando nerviosismo — ¿Acaso te hemos hecho algo?
            — ¿Qué?
            — No creas que cuando nos metemos contigo lo hacemos por mal, en ningún momento hemos querido enfadarte.
            — No, hyung, ¿qué dic-?
            — Sólo intento decir que si en algún momento te molesta lo que decimos, ¡dínoslo! De silencios así surgen después estos contratiempos, y…
            — ¡Pero hyung…!
            — Si es por el skate que perdiste hace dos semanas, de acuerdo, confieso que fui yo el que lo perdí en el metro.
            — ¡Nada de lo que ocurre es vuestra culpa, hyung! — Zelo tuvo que alzar la voz para calmar la verborrea nerviosa del visual, que calló al instante, aún no muy convencido — Espera, ¿fuiste tú el que perdió mi skate? — añadió, frunciendo el ceño.
            Himchan se quedó bloqueado unos segundos, dándose cuenta de su error.
            — Oh. ¡Oh! Bueno… Qué cosas, ¿verdad? — a pesar de su sonrisa pidiendo compasión, Zelo seguía mirándolo con aquella cara de robot asesino que tanto quería evitar — Estaba en una bolsa, pero… de repente ya no estaba y, ¿qué podía hacer? Quizá-…
            Zelo le hizo gestos con las manos para que callase, suspirando. Podía verse que realmente no estaba enfadado.
            — No importa, hyung.
            — ¿Qué? — Himchan ladeó el rostro, alzando una ceja — ¿Lo ves? Ahora estoy todavía más seguro de que algo te preocupa.
            Zelo suspiró. Intentaba que nadie se diese cuenta, pero estaba harto de tener que ocultar su situación. Su nerviosismo, su miedo al futuro.
            — Zelo — se giró hacia el visual, sorprendido ante la seriedad de su voz. El menor podía verlo, podía sentirlo. Sentía esa fuerte aura emanando de Himchan, esa madurez que tan bien sabía esconder — Nadie va a juzgarte, pase lo que pase.
            Zelo suspiró. Quizá era el momento de hablar.


……….


            — Ah… ¡Ngh…!
            Yoori no podía más que someterse a las manos del bailarín. Empotrada de cara a la pared y con Jongup pegado a su espalda, disfrutaba de la suave respiración que este regalaba a su oído y del excitante pero tortuoso placer que sus dedos parecían expandir por todo su cuerpo al juguetear de esa forma con su clítoris. Jongup sabía escoger el momento ideal para cada acción de forma sorprendentemente precisa. Sabía cuando reír, cuando callar. Cuando lamer su cuello, susurrar a su oído, acrecentar la presión entre sus cuerpos, aumentar el ritmo de sus dedos. Yoori parecía derretirse entre gemidos desesperados, con las manos apoyadas en la pared de azulejos y los dedos crispados sobre ellos, temblorosos y frágiles.
            — ¿Cómo te sientes? — el siseo de Jongup en su oído derivó en un profundo escalofrío que erizó su piel. Entonces lo escuchó sonreír lascivamente, y pensó que tras eso ya podría morir feliz.
            — Bien — susurró, con hilo de voz. Su racionalidad había desaparecido por completo desde que aquella mano había invadido su entrepierna, y a punto estuvo de contestarle un “Por favor”. Estaba absurdamente perdida en el placer, colocada de placer. Ahogó un grito en su garganta cuando sintió a Jongup presionar las caderas contra su trasero desnudo y puso su mano sobre la de él inconscientemente, que no parecía tener la intención de dejar de moverse en su intimidad.
            — No te oigo — se limitó a susurrar, tranquilo, rozando sus labios con su oído. Aún incluso sin mirarlo, Yoori podía sentir su sonrisa lasciva alrededor de ella.
            — ¡B-Bien, joder…! — su voz sonó como un grito roto y desafinado por la confusión. Jongup se quedó unos segundos quieto, y entonces la giró de nuevo, poniéndola de cara a él. Yoori lo vio mirando hacia el suelo y no pudo evitar mirar también al mismo lugar. Tenía la mirada fija en la parte inferior de la puerta, la cual dejaba a la vista sus piernas de rodillas para abajo a todo el que estuviese en el exterior.
            — No sé a quién se le ocurriría hacer las puertas así — tras aquel extraño comentario, Jongup la cogió por la cintura y volvió a sostenerla en peso, dejando que se agarrase con las piernas a su cintura. Un violento escalofrío la paralizó bruscamente, pues las intimidades de ambos se rozaban ahora bruscamente, sin parar. Jongup movió a Yoori hasta pegar su espalda a la pared de azulejos y esperó a que se afianzara bien con los brazos a su cuello antes de efectuar movimiento alguno.
            No dijo nada. Se limitó a sonreír lasciva y misteriosamente y alzar una de sus manos para cubrirse los labios con el dedo índice en señal de silencio. Yoori no lo entendió hasta que, dos segundos más tarde, una oleada de voces llenaron la habitación haciéndola entrar en un estado de pánico que a Jongup parecía asemejársele divertido. Así como Yoori empezó a bracear, nerviosa, y a buscar una escapatoria, él tan sólo intentaba calmarla, apresándola más contra la pared, bloqueando sus movimientos. Volvió a repetir su gesto de silencio y, justo después de susurrar un “Lo siento” que Yoori sintió extremadamente atractivo, una de las manos del bailarín impactó bruscamente en el botón de la ducha, provocando que un brusco chaparrón de agua caliente cayese sobre ambos casi al instante.
            — ¿Jongupie? — una voz grave y desconocida resonó entre el revuelo del exterior.
            — Ah, ¿qué pasa? ¿Ya ni puedo ducharme tranquilo? — su voz sonó tan… normal para Yoori. Probablemente si hubiese sido ella la que le hablase desde el exterior nunca se habría imaginado que estaría en una situación así en aquel momento. Ambos intercambiaron una mirada de complicidad que él sumó a una sonrisa que parecía gritar un “Cierra los ojos, disfruta y déjame el resto a mí.
            — ¿Dónde te habías metido? Creo que los demás te estaban buscando.
            — ¿Dónde querían que estuviese? Estuve practicando y… — con sus dos manos sujetó en peso a la chica, separándola de su cuerpo el tiempo suficiente como para dar el siguiente paso. Yoori intentaba ver algo entre la tromba de agua que caía sin descanso sobre su cabeza y por todo su cuerpo, intentaba no caer ante el pánico de que alguien pudiese llegar a descubrirlos. Se había dado cuenta de que Jongup la había cogido en peso para que sus piernas no se viesen por la parte inferior de la puerta y estaba inmersa en sus pensamientos y en sus propias teorías… Aquel fue uno de los momentos más angustiosos que vivió en toda su vida. Intentaba ahogar un violento gemido en su garganta; crispó las uñas bruscamente contra la espalda ajena, con los dedos temblorosos. Lo último que vio de Jongup fue aquella sonrisa de satisfacción antes de cerrar los ojos y echar la cabeza con suavidad hacia atrás, entreabriendo los labios, mientras sentía como el miembro erecto del chico se iba haciendo paso lentamente pero sin pausa en su interior, entrando cada vez más y más adentro. Yoori sintió finalmente como las caderas de ambas volvieron a tocarse de nuevo, y escuchó a Jongup reír — Bueno… Después vine a relajarme un rato.
            — No ha sido un buen día, ¿eh?
            — No. Pero ha mejorado bastante, en realidad.
            “No digas eso, capullo…
            Aquella situación era de lo más… extraña. Yoori empotrada contra la pared, Jongup sujetándola en peso con sus brazos bajo sus rodillas, moviendo sus caderas en una serie de estocadas moderadas pero intensas que hacían botar su cuerpo incansablemente. El agua cayendo de forma incesante sobre ambos cuerpos, y ambos ocultando gemidos y jadeos en los labios ajenos en medio de un revuelo de ruido y voces que los rodeaba por todos lados, en el resto de las duchas de la sala. Aquello no tenía sentido, no tenía ni pies ni cabeza, pero era sin duda lo más excitante que Yoori había hecho en toda su vida.
            — Nos van a oír — jadeó Yoori, mordiendo el labio inferior de Jongup con deseo.
            — Sí — la chica no se esperaba esa contestación en absoluto, y mucho menos la sonrisa que la siguió — Sería divertido que lo hiciesen. ¿Te los imaginas? — Jongup escondió la cabeza en el cuello de Yoori y empezó a besarla, sonriendo, sin dejar de moverse en su interior — Un grupo de hombres mirando la puerta de la ducha con la boca abierta, imaginándose la escena… Masturbándose al ritmo de tus gemidos.
            — ¡J-Jongup! — Yoori no pudo evitar sonrojarse bruscamente; por desgracia, le resultaba demasiado fácil imaginarse cosas. Arqueó la espalda bruscamente cuando una de las estocadas pareció dar de lleno en su punto erógeno, y la contracción involuntaria de sus músculos vaginales arrancó un gruñido primitivo y sensual de la garganta de Jongup que le puso la piel de gallina — ¡No digas esas cosas…!
            — Es un poco tarde para que te hagas la santa, ¿no crees?
            Yoori no pudo reprocharle nada; no por falta de argumentos, sino de tiempo. Los labios de Jongup se iban acercando a los suyos lentamente y entorpecían su lengua, dejando sus intentos por hablar en un balbuceo incomprensible y torpe. Todo terminó en un beso que se hacía complicado por los botes interminables que las embestidas del chico obligaban a hacer a su cuerpo, embestidas que se hacían cada vez más violentas, más desesperadas. Jongup quería algo y lo quería lo antes posible.
            — No me… No me hago la santa, pero-
            — ¿Vas a decirme que no te excitaría? — Jongup no solía decir muy a menudo que tenía “la situación totalmente bajo control”, pero cuando lo decía era porque sabía que era cierto. No había un ápice de duda en sus palabras, ni el más mínimo porcentaje de probabilidad de error. Acercó su cuerpo al de ella, presionando sus pechos contra su torso, desbordando sensualidad con una simple mueca. Su voz se convirtió en un susurro ronco y jadeante, entrecortado por el esfuerzo de moverse en su interior — Tú, en mis brazos. Mía… y de nadie más. Y todos los demás observándote, deseando que eso… no fuese así — emitió un siseo sensual y disimulado, jadeante — Deseando poder disfrutarte, poder tocarte, poder hacerte gemir como… Ngh, como yo lo hago… — Negó, esbozando una sonrisa repentina — Pero no pueden. No pueden porque yo… yo soy el único que puede tocarte. Y lo saben. Y descargan su deseo sexual con esa dulce voz que pones cuando gimes…
            Jongup sonrió. La veía ahí, frente a él, botando incesantemente, con los ojos cerrados, los labios entreabiertos y su aliento húmedo y cálido impactando contra su cara en jadeantes bocanadas arrítmicas que decoraban su travieso soliloquio. El rubor se había extendido, rápido y violento, por todo su rostro, especialmente sus mejillas. Mantener el fuerte ritmo de sus penetraciones se le hacía cada vez más complicado, al notar como su pequeña historia provocaba contracciones involuntarias en los músculos vaginales de la chica, que cada vez se notaba más cálida y húmeda. Su cuerpo había respondido por ella, sin necesidad de palabras.
            — Sabía que te gustaría — sentenció, suspirando.
            La última ducha se apagó de golpe. El jaleo iba menguando a medida que pasaban los minutos, y con ello la necesidad de mantener el silencio. Y lo peor es que ambos estaban en un punto en que ya les costaba mantener el silencio a un nivel en que el eco no les traicionase.
            — Jongupie — una voz les cortó la respiración desde el exterior.
            — ¿Mmm? — no fue capaz más que de emitir un sonido gutural, tragando saliva y disimulando un gruñido, gesto que a Yoori le pareció irresistible.
            — ¿Qué diablos haces ahí dentro? — el chico rió — ¿Te esperamos fuera?
            — No, no — dijo, intentando aparentar naturalidad — Necesito una… ducha relajante. Quiero… — Jongup alzó la mirada y la fijó en los ojos de Yoori, haciendo una pausa de varios segundos — tomármelo con calma.
            No hubo respuesta.
            — Oh. Entiendo. Nos vemos mañana, entonces.
            Un sonido metálico, y el silencio volvió a reinar en el lugar. Ambos suspiraron aliviados y Jongup decidió posarla de nuevo en el suelo tras notar los primeros síntomas del cansancio. Salió de su interior y se pegó a su cuerpo, agarrando sus caderas con ambas manos y dejando que ella hiciese lo mismo con su rostro, volviendo a besarse. Ya no temían al gemir, al jadear. Ya no les importaba evidenciar el placer.
            — Te has salvado — susurró Jongup entre beso y beso.
            — Cállate.
            — Yo soy el que da las… órdenes aquí, ¿recuerdas?
            Sin darle tiempo a reaccionar la volteó contra la pared, dejándola como al principio, de espaldas a él. Presionó sobre su espalda para inclinarla con suavidad hacia delante y, tras abrir sus piernas con sus propias manos, su miembro latente volvió a hacerse un hueco en su interior, pero en ese momento ya no había paciencia ni aguante suficiente como para disimular lo que ambos querían. Todo comenzó con una fuerte estocada que Yoori sintió hundiéndose en sus entrañas y continuó como una avalancha de embestidas que hicieron temblar aquella ducha bajo sus pies. Era el momento de empezar el último acto de la obra.

……….



            Yongguk se levantó de repente en medio de un grito ahogado, con la respiración agitada. Miró a todos lados, confuso, sintiendo su corazón latir con rapidez. Se había quedado dormido en su escritorio, y una sensación molesta lo había hecho despertar sin razón aparente.
            “¿Qué es esta… sensación de incomodidad?


………



            La ducha se llenó de gemidos suplicantes y desesperados en poco tiempo. Las duras embestidas que Jongup eran bruscos chapoteos que hacían salpicar el agua que resbalaba por la espalda y el trasero de Yoori en todas direcciones. Él, sujetando sus caderas, guiaba todos y cada uno de sus movimientos, disfrutando con los exagerados sonidos que llegaban a sus oídos en todo momento.
            — Jongup… ¡J-Jongup…! — Yoori se había olvidado de todo lo que no fuese el nombre de aquel chico. No hacía más que repetirlo una y otra vez, dándole a entender que lo necesitaba, que necesitaba aquel placer, aunque de momento no comprendiese por qué. Pronto sintió como las manos del chico viajaron desde sus caderas, subiendo por su cintura. Jongup pegó su torso a su espalda, dejándole sentir más de cerca su agitada e irregular respiración y sus gruñidos de satisfacción. Alzó la mirada, y pudo ver que sus pequeñas y temblorosas manos, las cuales apoyaba en la pared de azulejos, pronto se vieron eclipsadas por las de él, que las cubrieron con una suavidad cariñosa, asombrándola. Sus grandes dedos se entrelazaron con los de ella, y Yoori comprendió que el desenlace estaba cerca. Yoori deseaba tanto como él alcanzar el éxtasis al unísono. Juntos hasta el final.
            — Yoo… Yoori… — aquel suave y agudo tono ahogado en la voz del chico enervó a Yoori.
            Yoori iba a hablar, pero en ese momento sintió como Jongup se acercaba a su oído, renqueante, intentando no detener en ningún momento los movimientos de sus caderas, que chapoteaban cada vez más fuerte, más rápido, más intensamente. Yoori cerró los ojos, su cuerpo empezó a tensarse. Le costaba mantenerse de pie, las piernas le temblaban, su cuerpo se había convertido en una masa de calor insoportable. Un cosquilleo placentero empezó a subir por sus piernas, adormeciéndolas. Sus gemidos se salieron de control durante unos segundos y entonces, entonces…
            Entonces…
             — No… No te acerques nunca más… a Yongguk…
            Entonces todo se estropeó.
            Y Jongup se perdió en un violento orgasmo que Yoori no fue capaz de compartir.


………



            Llovía. Y Yoori no tenía ganas de mojarse.
            Más.
            Pronto, la luz de la entrada de aquella gran nave se vio eclipsada. Alzó la mirada y pudo ver un paraguas negro que la cubría, y a un sonriente Himchan a su lado, mirándola.
            — Parece que llueve.
            Yoori no pudo aguantar la mirada en sus ojos antes de bajarla al suelo. Se acarició la nuca con una de sus manos, tímidamente, y sonrió de la forma menos forzada posible. Himchan pasó una de sus manos alrededor de su cintura y la acercó a él, sin decir nada más. Él le ofreció acompañarla a casa, y ella aceptó. Todo sin necesidad de una sola palabra.
            Caminaban bajo la lluvia en silencio, sin separarse el uno del otro. Himchan, enfrascado en un gran abrigo negro, un fular y un gorro que lo tapaba prácticamente de arriba abajo, la miraba de vez en cuando, aprovechando que sus gafas negras tapaban el movimiento de sus ojos. No sabía muy bien que decirle; la notaba preocupada, y no recordaba sentirla así la última vez que la vio.
            — ¿Qué tal tu primer día en el pabellón de grabación? — preguntó, sonriendo.
            Yoori tenía la mirada perdida al frente. No respondió.
            — …¿Eh? Oh. ¡Oh! Bien, sí. Perdona, estoy…
            — Tranquila, no pasa nada. Si necesitas estar en silencio no seré yo el que te lo impida… — Himchan sonrió amigablemente.
            — No, no… No es eso, pero… — no sabía expresarse. Quería hablar con él pero sentía que si hablaba de más podría armarse una gorda — Himchan, ¿qué…? ¿Qué hay que hacer cuando no sabes si te arrepientes de algo que ha sucedido y… no puedes volver atrás?
            — Vaya… Es una pregunta difícil — el visual ladeó el rostro, pensativo. Sentía la mirada de la chica clavada en él a todo momento — Supongo que… olvidarlo. Y seguir adelante. A mi parecer… Nada ocurre sin un motivo.
            Himchan pudo ver en su cara que se esperaba otra respuesta.
            — He hablado con Zelo.
            — ¿Eh?
            — Me lo ha contado. Me ha contado vuestra charla — Yoori se detuvo de repente, obligando a Himchan a hacerlo también.
            — ¿Te ha dicho por qué? — Yoori se lanzó inconscientemente a su cuello, agarrando las solapas de su chaqueta con ambas manos — ¿Por qué, Himchan?
            Himchan empezó a desviar la mirada hacia su alrededor. La gente empezaba a darse cuenta de quiénes eran y eso podía ser un problema. A Yoori le llevó unos cuantos segundos más enterarse de la situación.
            — Te… Te invito a un café en mi casa — susurró Yoori.
            — Me parece bien.

            Las cucharillas de café giraban en las tazas, lentas, entre el silencio. Yoori y Himchan permanecían sentados uno frente a otro en la pequeña mesa del salón de la chica, incómodos tras haber tenido que cruzar el umbral del apartamento, cuya puerta aún estaba decorada con la pintada que Eunhee había dejado como recuerdo.
            — ¿Me… vas a decir que es lo que le ocurre a Zelo?
            — Oh, Zelo… Sí — Himchan no quiso insistir viendo que no tenía intención de dar explicación alguna con respecto al graffiti de la puerta — Lo único que me ha dejado en claro ha sido que… bueno. Tiene problemas con sus padres.
            — Sus… ¿Sus padres? — inquirió, curiosa.
            — Zelo… Bueno, sus padres son personas bastante importantes en el mercado. Como bien sabrás, él tuvo que dejar su formación escolar para centrarse en su carrera musical.
            — No tenía ni idea — apoyó el rostro sobre una de sus manos, dejando el codo sobre la mesa.
            — Parece que sus inseguridades han hecho explotar a sus padres. Que si la música no dura de por vida, que si quién sabe lo que puede pasar… Lo de siempre, vamos. A fin de cuentas, Zelo es sólo un niño, y tienen miedo de lo que pueda pasar cuando se acabe su contrato.
            — Pero… Si todo va bien hasta entonces podría ganar suficiente para mantenerse durante media vida — cuestionó, curiosa.
            — Yo los conocí hace unos meses. No es solo cosa de contratos, sino que no les gusta que Zelo pertenezca a la vida pública, supongo que son conscientes de lo duro que es este mundo… — Himchan se encogió de hombros — De todas formas… Si quieres saber bien lo que ocurre, ya sabes con quién tienes que hablar.
            Yoori alzó la mirada, encontrándose con la mueca cómplice del visual. Cogió la taza entre sus manos y le dio un sorbo suave y lento.
            — ¿Qué os pasa, a ti y a Jongup?
            A Yoori se le atragantó el sorbo de café hirviendo en mitad de la garganta.
            — ¿Q-Qué? — murmuró torpemente, con lágrimas en los ojos y voz carrasposa, fruto del atragantamiento.
            — Vamos, no somos tontos. Todos nos hemos dado cuenta de cómo te mira. A fin de cuentas, Jongupie es un niño. Disimula muy mal — Himchan rió.
            — No… No hay nada que contar — Yoori lo miró, sonriendo con apuro — De verdad.
            Himchan la miró durante unos segundos en silencio, y respondió con otra sonrisa. Prefirió guardarse para sí las ganas de saber qué eran todas esas marcas de su cuello que Yoori parecía no darse cuenta que tenía totalmente a la vista.
            — Entiendo, entiendo. Pero las cosas suceden todas por una razón, recuérdalo.
           El ambiente habría permanecido así de tranquilo de no ser por el móvil de Himchan, el cal empezó a sonar de repente. Yoori agachaba la cabeza, comiéndose la cabeza con sus propias y absurdas teorías. ¿Qué sabía Himchan sobre Jongup y ella? ¿Hasta dónde sabía? El eco d la voz de Himchan respondiendo el teléfono era algo en segundo plano para Yoori en aquel momento, incluso menos trascendente aún. Pero todo se le vino debajo de repente, cuando el visual hizo el amago de levantarse de repente pero se quedó a medio camino.
            — ¡¿Que Yongguk qué?!

………


            Sola, hundida en su propia inseguridad. Apenas quedaban un par de personas en el pabellón de grabación, y ella no habría pensado que era la hora de marcharse de no ser porque uno de los técnicos de imagen fue a avisarla.
            — Ah, sí… Gracias. Ahora saldré.
            Hizo una reverencia y esperó a que el técnico saliese antes de volver a ver la foto que sostenía entre sus finos y delicados dedos. Haneul solía dejar sus debilidades para momentos a solas como lo era aquel. Acariciaba con sus pulgares aquella foto de hacía años, muchos años, que guardaba como un tesoro. La última foto que se sacó con su hermano y en la que ambos mostraban una sonrisa sincera, estando uno al lado del otro… Con alguien más. Ya no recordaba la última vez que había vivido un momento así… y realmente los echaba de menos.
            Suspiró. “Va a odiarme”, pensó sin pensar. “Más aún…
            Rió por lo bajo. Un nuevo aviso del técnico la hizo levantarse a prisas del escritorio, metiendo la foto a prisa en su bolso, y saliendo de la habitación. No se dio cuenta de que la foto no llegó a entrar en su cartera. Las luces se apagaron, y el pequeño trozo de papel se perdió entre la oscuridad, debajo de la mesa.


……….



El alboroto del piso se escuchaba desde la planta baja. Himchan subió las escaleras de dos en dos, dejando atrás a Yoori por varios segundos; había sido imposible conseguir que se quedase en su apartamento. Entró como un torbellino en el piso y se perdió en una de las habitaciones, dejando a Yoori escuchar el eco de su voz enfadada cuando entró en el recibidor.
            En el salón o había nadie. Yoori pudo ver a Zelo saliendo de la cocina con una bolsa de hielos, demasiado apurado como para pararse a hablar con ella cuando la vio. Se limitó a mirarla, encogerse de hombros con una mueca de resignación y perderse en una de las habitaciones, de la que salió un conmocionado Youngjae. Todos se movían de un lado para otro en medio de un intenso alboroto que Yoori no entendía. Nadie le contaba nada. ¿Por qué diablos nadie le contaba nada?
            — ¿Qué…? ¿Qué ha pasado? — se atrevió a preguntar, mirando a Youngjae.
            — Tenemos un líder… — le respondió, suspirando pesadamente — …con una mano demasiado larga — y antes de poder replicarle nada se perdió en la cocina. Yoori no acababa de creerse la voz que estaba oyendo salir de una de las habitaciones. La voz de Himchan sonaba tan enfadada y furiosa que nunca podría imaginar que se tratase del mismo tonto risueño y amigable que de costumbre. Caminaba con lentitud siguiendo el rastro de aquel furioso rastro de rugidos, pero su rumbo cambió al dirigir la mirada inconscientemente hacia la habitación de la que Youngjae había salido, la misma a la que Zelo había entrado segundos antes.
            Con el corazón en un puño echó a correr hacia aquel lugar, y todos los que hacían un círculo tapando una gran cama doble se abrieron formando un pasillo. Jongup estaba tendido en la cama, con el dolor plasmado en su rostro y una bolsa de hielo sobre uno de sus ojos, emitiendo suaves siseos de dolor continuamente.
            — ¿P-Pero qué…? — Yoori echó a correr torpemente hacia la cama, poniéndose de rodillas en uno de sus bordes, a un lado del herido — ¿Qué diablos ha-…?
            — Te lo dije, Yoori — no le dejó terminar la frase. No se sorprendió de que estuviese allí, ni de sus palabras, ni de nada. Abrió con lentitud el único ojo que quedaba a la vista y giró el rostro con suavidad hacia ella, dolorido — Te lo dije, ¿recuerdas?
            Yoori no dijo nada.
            — Lo sabía… — jadeó Jongup, dolorido.
            Yoori balbuceaba sin decir nada en concreto; tenía tantas cosas que quería decir que no sabía exactamente por dónde empezar. Se levantó de repente, cegada por la ira. No pensaba en nada, tan sólo en que quería gritar. Himchan detuvo su verborrea furiosa cuando escuchó la puerta abrirse de aquella forma, cual cachorrito asustado. Yoori lo apartó de un empujón de delante de Yongguk y le propinó al líder una de las más violentas y absurdas bofetadas que había dado a nadie en su vida.
            Acto seguido empezó a dar saltos por la habitación, con la mano dolorida. Blasfemaba por lo bajo intentando que aquella dolorosa corriente de calambres cesase lo antes posible, y entonces se dio cuenta de la situación en la que estaba y en que debía mantener un poco la compostura para preservar la poca dignidad que le quedaba.
            Himchan los miró a ambos y salió de la habitación con un sigilo cómplice.
            — ¡¿Qué diablos pasa por tu cabeza, Bang Yongguk? — berreó la chica, aún sujetándose la mano con fuerza.
            Yongguk, cuyo rostro había sido empujado con fuerza hacia un lado tras el bofetón, no se movió. Seguía pestañeando con normalidad, serio, ausente del mundo. No parecía enfadado, realmente. Más bien… confuso. Conmocionado.
            — ¡Te…! ¡Te estoy hablando!
            Yongguk giró la cabeza con lentitud hacia ella. Yoori se sintió… vacía tras esa mirada. Como si los ojos de Yongguk le hubiesen arrancado el alma de cuajo de su interior. Sintió la presión del pecado, de la culpabilidad, cayendo bruscamente sobre ella, y ni siquiera entendía por qué. Yongguk no había dicho nada, no había hecho nada. Tan sólo la había mirado y había conseguido petrificarla, como una mera estatua. ¿Era tal el poder que ejercía sobre ella?
            — Te… Te estoy hablando, maldita sea… — Yoori no recibía respuesta alguna, y, por momentos, la necesidad de saber qué pasaba por la mente del líder aumentaba — ¿En qué diablos estás pensando, Yongguk…?
            Yongguk no era capaz de mirarla. La voz de Jongup resonaba en su cabeza como un eco demoníaco, infernal, demencial, molesto. Su risa repleta de rencor chirriaba en sus oídos y le provocaba dolor de cabeza.
            “¿Así que te has peleado con Yoori?
            No pasa nada… Pero espero que mañana te disculpes con ella.
            Bueno, si es que aparece.
            Dudo que sea capaz de caminar en un par de días.”
            — ¡Yongguk!
            La voz desesperada de Yoori lo sacó de sus pensamientos. Se levantó de la cama, y se acercó a ella.


……….



            — ¿Qué tal estás? — Zelo se había sentado en uno de los bordes de la cama. Miraba a Jongup con cara de pena, cosa que hacía reír al herido.
            — Soy un idol con un ojo morado — le respondió, riendo pesadamente — ¿Tú que crees?
            — Bueno, bueno — Daehyun hizo gestos con sus manos al ver la mueca de culpabilidad de Zelo tras la respuesta de su compañero — En un par de días se te pasará. No te saques tus gafas de sol, y que esto no salga de aquí.
            — Eso no hará que deje de dolerme — le espetó Jongup, siseando de dolor.
            Daehyun hizo una mueca de irritación. Youngjae suspiró.
            — Parece que se han calmado — dijo el cerebro del grupo, girando el rostro hacia la puerta. Ya no se oían gritos en la habitación de Yongguk.
            — Deberíais hablar.
            — Me niego a que repita lo mismo con mi otro ojo, lo siento.
            — Vamos, Jongup — Himchan frunció el ceño — ¿Qué diablos le has dicho?
            — ¿Yo? ¡Nada! — a pesar de tener solo un ojo activo, le bastó con mirar a todos sus compañeros para sentir que ninguno estaba creyendo al cien por cien sus palabras — ¿A qué vienen esas miradas?
            — Ha sido por Yoori, ¿verdad?
            Jongup frunció el ceño. Su silencio bastó como afirmación.
            — Iré a buscarlo — Youngjae suspiró, dándose la vuelta.
            — No quiero hablar con él.
            — No me importa — le espetó, sin detener sus pasos — No voy a permitir que dos compañeros estén en esta situación por tonterías. Así que ya puedes ir haciendo ganas mientras vuelvo.
            Le dedicó una última mirada de aviso antes de salir del cuarto. Por alguna razón se arrepintió de ofrecerse voluntario para ir a buscar a Yongguk. Una sensación de incomodidad fue brotando en su estómago a medida que se acercaba a aquella puerta de madera; parecía como si dentro de ella se escondiese el mayor de sus temores, era una sensación realmente incómoda. Se acercó en silencio y, después de varios segundos reuniendo el valor suficiente para entrar en el cuarto, alzó una de sus manos para llamar a la puerta.
            Pero el silencio se rompió con el eco de unas voces en el interior de la habitación. Youngjae sabía que aquello no estaba bien, pero… una curiosidad enfermiza lo venció. Y hubiese preferido que no fuese así, la verdad.
            Lo que escuchó lo dejó petrificado. Heló sus huesos por dentro, y algo en él murió. Se apartó de la puerta y apoyó la espalda en la pared, con los ojos muy abiertos y el corazón latiendo a mil por hora.
            “Por qué… ¡¿Por qué, Yoori…?!”



2 comentarios:

  1. Quien fuera Yoori en es momento de la ducha asdfassdfasdfasdfasdfasdf Quien pudiera estar en esa escena con Jongup asdfssdfasdfasdfasdf (OMG que pedonoona que soy xDDD)

    ¿Y Yongguk? Como soy el líder y estoy enamorado hasta las trancas de Yoori que os parece si le pego una paliza a Jongup por querer quitarme a Yoori ya que yo hace tiempo le quité a alguien a él.

    Como dije en mi anterior comentario: "Este fic va mejorando con cada capítulo"

    PD: Quiero saber quien es la otra persona que sale en esa foto que tenía la hermana de Himchan >___<

    Espero el siguiente y los pocos capítulos que queden!!!!

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  2. Quiero otro cap ;A; jkadnaskja me encanta este fanfic omg *-*
    Espero pronto el siguiente cap<3

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