sábado, 8 de septiembre de 2012

RIRITMATO

- Autora: @askthewind 

- Tipo: B.A.P,serial, menores 18, idol (misterio) x fan, hetero



CAPÍTULO 1: LA DIOSA DE LA MALA FORTUNA


Aquella noche se la pasó buscando en internet información sobre ese tal “B.A.P.” del que hablaba el e-mail. Descubrió que se trataba de un grupo de seis chicos que habían debutado hacía pocos meses en la industria de la música pero que aparentemente tenían un gran futuro, ya que habían causado gran furor.
            — Pues yo no había oído hablar de ellos — con una mano apoyada en su mentón y la otra en el ratón, clickeaba a todos lados buscando información lo más rápido posible. Los ojos se le quedaron como platos al ver información sobre el maknae — ¡¿El maknae tiene diecisiete años?!¡Ah, joder, es como si hubiese echado un currículum a una guardería…! — Dejó caer la cabeza hacia delante hasta que su frente chocó con la mesa, y se quedó en silencio, mirando al suelo de cerca. Era consciente de que muchas pagarían por estar en su lugar pero ni siquiera así era capaz de consolarse. “Y alguna china random estará ahora saludando a mis babos de MBLAQ.” Suspiró.


….......


            — Un… Un momento, por favor — nunca imaginó que el sonido del timbre sería tan fuerte en el interior del apartamento. El sobresalto la hizo caerse de la cama y por poco ni recuerda que no estaba en su casa y que los muebles estaban dispuestos de forma diferente. Llevaba una camiseta dos o tres tallas más grandes que la suya y un pantalón corto que la ayudase a soportar las calurosas y húmedas noches de verano de aquella ciudad. La maraña que formaba su pelo podría haber sido considerada una obra de arte abstracta y por su caminar no parecía más que un pato mareado. Su cuerpo se aseguró de tropezarse con todos los muebles posibles antes de llegar a la puerta y abrirla, para dejar entrever a un hombre que, sorprendido, le echó un vistazo de arriba abajo y reaccionó al carraspeo de la chica con un sobresalto disimulado, mirándola como si intentase ocultar el hecho innegable de que se había quedado mirándole las piernas.
            — ¿Es… Es usted la señorita…? — Cogió la carpeta que llevaba bajo su brazo con torpeza y empezó a pelearse con ella para abrirla y sacar un papel de su interior — ¿…Yoori?
            — Sí, yo soy — le respondió, aguantándose un bostezo.
            — Soy… Soy uno de los encargados del concurso para el M-
            — ¿Eso de B.A.P.? — lo interrumpió. Yoori parecía estar comiéndose con la mirada a aquel hombrecillo, sobre quien parecía caer una piedra que gritaba “esto es lo que pasa cuando despiertas a una española a estas horas” — ¿Qué ocurre?
            — Le enviamos un e-mail hace un par de horas avisando de mi llegada — aquel hombrecillo parecía estar deseando marcharse de allí — Hay… una furgoneta esperándonos abajo.
            — ¿Esperándonos? — repitió, haciendo énfasis en el “nos”.
            — Sí, esperándonos. Hoy conocerá a los miembros del grupo y podrá ver como es el backstage de-
            — De acuerdo, de acuerdo. Dame cinco minutos y me visto. Y por cierto, puedes tratarme de ‘’ — con una leve reverencia y una sonrisa Yoori cerró la puerta y se internó en el apartamento de nuevo. Se vistió una camiseta básica blanca de tirantes, una camisa de leñador a cuadros y unos pantalones cortos y volvió a salir, donde aquel hombre la esperaba.

……….


— Bienvenida a los estudios — tras bajar de la furgoneta, el ayudante del concurso le abrió la puerta y la dejó salir y contemplar el edificio que tenía delante. Un rascacielos gigantesco, repleto de ventanas y cristaleras por todos lados. Yoori no podía determinar realmente su tamaño, no de alto, sino por el ancho del mismo. No era un solo edificio, sino varios unidos que se extendían por varias manzanas y de cuyas puertas no paraba de entrar y salir gente. Se quedó con la boca abierta antes de darse cuenta.
            — Wow — musitó, casi más asustada que sorprendida — Esto es gigantesco.
            — Estás bastante tranquila para estar a punto de conocer a B.A.P. — aquel comentario sonó con un una pizca de curiosidad que a Yoori le resultó hasta tierna. El ayudante sonreía como si le estuviese pidiendo sin palabras que le contase el secreto tras su pasividad en cuanto a lo que estaba sucediendo.
            — Nunca confíes en un transportista — se limitó a decir.
            — Tengo que aparcar el coche. Espérame en la recepción, ¡ni se te ocurra husmear por ahí!
            Tras advertirla seriamente con su dedo índice varias veces, el ayudante se montó en el coche y desapareció entre el cúmulo de tráfico de la ciudad. Yoori se giró lentamente hacia el edificio de nuevo con un cierto miedo haciéndole cosquillas, pues no sabía realmente qué debía hacer.
            El hall de ese lugar dejaba claro desde el primer momento que no era un lugar cualquiera. Los muebles eran todos de un moderno diseño en madera y las paredes estaban tapizadas con papel dorado. Grandes alfombras cubrían los lugares donde se colocaban pequeñas mesas de café con sus respectivos sofás, todos ellos de piel. Las puertas estaban hechas de madera fina y de las paredes colgaban lámparas doradas con sinuosos decorados. Aquello parecía más un hotel victoriano que una oficina.
            “Me miran demasiado. Esto parece un zoo y yo la atracción principal. ¿Nunca han visto a una extranjera o qué? Quizá he elegido un mal atuendo, estoy en un sitio de gente pija, al fin y al cabo. Pero entonces ese hombrecillo que fue a buscarme también debería serlo, y bien que me miraba las piernas. Si al final son todos unos depravados. No me gusta ser la atracción principal.”
            Se alejó corriendo a una esquina de la recepción, donde una máquina de café pareció activar un rugido molesto y vergonzoso en su estómago. Rezagada y ligeramente asustada esperó a que la máquina expendiera el vaso con la bebida caliente y, tras tenerlo en sus manos, se dio cuenta de que había dejado de ser la ‘atracción principal’ del edificio. Quizá debía aprovechar ese momento. La curiosidad se había apoderado de ella.

            En un momento en que nadie le prestaba atención se deslizó cual rata silenciosa por uno de los pasillos traseros del edificio. Estaba todo en silencio y al mismo tiempo podía oír el eco de varias canciones diferentes que parecían sonar en diferentes salas, así como el bullicio de gente que parecía estar en las habitaciones colocadas a ambos lados del pasillo. Las placas colocadas al lado de las puertas nombraban múltiples utilidades: “Sala de Vestuario 1”, “Sala de maquillaje 3”, “Camerino 1”… Yoori prestó especial atención a una puerta al final del pasillo. Una puerta entreabierta que parecía estar llamándola, peligrosamente. “Sala de Vestuario 4”. “Esto no está bien.”, susurró para sí misma. Pero aún así, tras arrimar el oído a la puerta y no escuchar nada, terminó escurriéndose al interior de la habitación.
            Era un cuarto bastante pequeño pero estaba repleto de perchas y ropa por todos lados. No había visto tal cantidad de modelos diferente en una misma habitación en toda su vida. Sin dejar de mirar con asombro todo lo que le rodeaba, bebía de su café de forma mecánica, incrédula. “Así que este es el mundo de los famosos.” Yoori no paraba de dar vueltas sobre su propio eje, observándolo todo.

            — ¡¡¡¡….!!!!

            Un paso en falso y la chica se vio envuelta en el peor estropicio posible. En uno de sus giros empujó una barra metálica con ruedas que cargaba múltiples perchas y que, con el empuje, se deslizó suavemente hacia atrás. La chica se dio cuenta demasiado tarde y sus reflejos actuaron para intentar detener el movimiento, haciendo que se llevase por delante la mitad de los trajes que descansaban encima de los tocadores de la habitación, tirándolos al suelo, totalmente desperdigados. Por si fuera poco, eso hizo que se olvidase del armatoste con ruedas, que había golpeado una estantería que hizo efecto dominó en otras, y una montaña de ropa cayó desde el cielo sobre ella como un alud de nieve irrefrenable, haciendo que terminase en el suelo.
            Estaba aturdida. No podía comprender exactamente lo que había sucedido, pero sí era consciente de que había armado un gran jaleo y empezaba a oír voces alteradas que reverberaban en las paredes de la sala. Con un grito ahogado se echó las manos de la cabeza al ver que su café se había derramado sobre los trajes que se habían caído del tocador. “¡Mierda, mierda, mierda! ¡No puede ser!” se lamentaba, nerviosa. Intentaba recogerlo todo pero lo único que conseguía era ensuciarlo todo aún más, y las pisadas que se escuchaban acercándose a la habitación no ayudaban en absoluto.

            — ¡¿Q-Qué diablos ha pasado aquí?!
            — ¡Maldita sea, estos eran los trajes del siguiente photoshoot de B.A.P.!

            “Dios mío, Dios mío, Dios mío. Si me oyes, ayúdame.”
            Se había escondido detrás de la puerta. Esperó a que los dos operarios que entraron como balas se agachasen al fondo de la sala y, cuando estuvo segura de que no habían notado su presencia allí, con pasos inseguros y temblorosos salió de su escondrijo y se lanzó al pasillo con una zancada peligrosa. Pero lo que no se esperaba es que nada más salir se tropezaría con alguien que se acercaba a la habitación de forma inoportuna. Yoori tan sólo fue capaz de mirar a aquel chico con cara de “yo no he sido”, como si su mirada fuese un cartel de neón demasiado transparente que la culpabilizaba al instante. Ella quería pasar pero el chico le cortaba el paso. La mirada de extrañeza que reflejaba su rostro no se le olvidaría en la vida.
            — ¿Buscas algo? — tenía una voz profunda y atemorizante, que no ayudaba a tranquilizar a la pobre chica.
            — ¡¡¡…!!! — no era capaz de mediar palabra. Entreabría los labios sin vocalizar intentando colarse por algún lado y salir corriendo. Lo peor que pudo hacer aquel chico en ese momento fue agarrarla de los brazos y retenerla, haciendo que su nervio más esporádico explotase en ese momento. Yoori, que llevaba en su mano el vaso de café que había recogido del suelo con lo poco que quedaba de líquido dentro, impulsó el recipiente en dirección al rostro del chico y lo empapó de café frío en medio de un grito nervioso, consiguiendo que la soltara al instante.
            “¡¡Ahora también me acusarán por agresión, mierda, mierda!!
            Dejó caer el vaso al suelo instintivamente, se echó una mano a la boca sin saber que hacer y salió corriendo, ignorando los gritos del chico al que había duchado en café. Llevaba “torpeza” escrito en la frente y “vergüenza” escrito en su mueca tímida y poco disimulada ante lo que acababa de hacer, a pesar de no ser su intención disimular tan mal. Llegó al hall de nuevo con paso apurado y se sentó en uno de los mullidos sillones de la entrada, bajando la cabeza e ignorando cualquier movimiento.
            — ¡Oh, estás aquí! — el ayudante llegó a los pocos minutos — Ven, te llevaré al estudio principal. Estoy seguro de que quieres conocer a B.A.P.
            Entonces recordó las palabras de aquel ayudante de vestuario, el estropicio que había causado en sus vestimentas e, irremediablemente, al chico al que había bañado en café.
            — Sí… Me muero de ganas…

………


Tras cruzar decenas de pasillos llegaron a una sala donde se amontonaba un gran grupo de gente que no paraba de moverse de un lado a otro. La habitación era grande y estaba técnicamente ‘vacía’ en lo que a mobiliario se refiere. Alejada de la multitud había una mesa con utensilios informáticos encima y, al fondo de la misma, un set de fotografía perfectamente colocado, con sus focos, su fondo blanco… El fotógrafo parecía estar de un lado a otro con la cámara como si se le fuese la vida en ello, y antes de darse cuenta el hombre que estaba al lado de Yoori se acercó corriendo hacia el tumulto de gente y la dejó sola.
            — Cojonudo — susurró, mirando hacia todos lados. A pesar de que no quería demostrarlo allí había muchas cosas que le llamaban la atención, empezando por aquel gigantesco ‘centro de operaciones’ donde un chico parecía editar fotos a ordenador. Ni siquiera se percató de que Yoori se había acercado a él por detrás de lo ensimismado que estaba en su trabajo.
            — ¿Acosando a nuestro técnico de imagen nada más llegar?
            Yoori se giró de repente, más para evitar la mirada del chico del ordenador, que se había girado hacia ella tras oír aquella voz, que por atender a quien le había hablado. Empezó a arreglarse la camisa sin saber exactamente a dónde mirar, y más teniendo en cuenta que un grupo de chicos se estaba acercando a ella, sonriente.
            — No, es solo que…
            En aquel momento cualquiera habría pagado millones por fotografiar e inmortalizar la cara de horrorizada que se le quedó a la pobre chica. A pesar de que ya había cuatro chicos delante de ella podía observar a dos más acercándose, y por desgracia, uno se le hacía especialmente conocido. Cómo olvidar esa cara… Un nauseabundo olor a café subió por sus fosas nasales de repente, mientras agachaba su rostro disimuladamente y se ocultaba con una de sus manos, mirando hacia el suelo, nerviosa.
            — Supongo que no tenemos que presentarnos — los chicos abrieron un hueco en medio para otro de sus compañeros, que se colocó entre ellos, rascándose los ojos con mueca de desagrado. Parecía ensimismado en su tarea pero la actitud de aquella chica lo hizo parar y fijar la mirada en ella, fijamente, muy fijamente, manteniendo aún su postura encorvada y molesta de momentos atrás. De pronto sus ojos se abrieron como platos, haciendo aún más evidente lo irritados que estaban, y se acercó a ella intentando ver su rostro. Ambos peleaban tontamente, uno para verla y la otra escondiéndose de su rango de visión, bajo la mirada atónita el resto de componentes del grupo que los observaban, confusos.
            — ¡Tú otra vez! — no parecía enfadado, a pesar de que su tono de voz era alto, más bien… ofendido. Agarró de un brazo a Yoori y la obligó a mostrarse ante él, y la única reacción en la chica fue fruncir los labios y esbozar una mueca no-verbal de disculpa, que desgraciadamente aquel chico no pareció aceptar. Frunció el ceño como si aún no se creyese lo que había sucedido momentos atrás y con un porte ofendido se dio la vuelta, se abrió paso entre sus compañeros y se alejó, a pesar de las llamadas hacia él.
            — Vaya — uno de ellos medió por fin palabra, alzando las cejas totalmente asombrado por tal comportamiento — ¿Qué diablos le ha pasado? ¿La chica de antes?
— ¿E-Eh? No sé que a qué se refería, no nos conocemos de nada… — se apresuró a decir, intentando parecer convincente y evitando la mirada del ayudante, quien sentía que ya se había dado cuenta de lo sucedido.
— Bueno, supongo que ya sabes cómo es Yongguk. No tiene remedio.
— ¿Quién?
Se hizo un silencio incómodo. Yoori se apresuró a aclarar situación.
— En realidad no sé quiénes sois, yo… no debería estar aquí, pero gané el concurso, aún no entiendo por qué, pero-
— Ah, bueno, bueno. Entonces supongo que al final sí que vamos a tener que presentarnos. Somos rookies, al fin y al cabo — aquel chico ni siquiera la dejó hablar, hizo un gesto de despreocupación y sonrió dulcemente.
            — Siento haber enfadado a vuestro amigo…
            — No, qué va. Creo que Yongguk se esperaba recibir a una chica que cayese desmayada al suelo de la emoción tan sólo con verlo aparecer a un metro de ella — explicó su compañero señalando hacia atrás mientras se acercaba varios pasos, atrayendo a sus compañeros también hacia ella. Cuanto más se acercaban más atractivos los veía y en ese momento floreció en ella su vena pedonoona — Yo soy Himchan.
            Himchan no era uno de los más altos del grupo pero tenía una faceta amistosa y sociable bastante encantadora. Además, su mirada y su sonrisa cautivaron a Yoori desde el primer momento. Él parecía la ‘voz cantante’ en el grupo.
            — Este de aquí es Daehyun, voz principal — Señaló con una mano al susodicho, que se limitó a alzar una mano con pasividad como gesto de saludo, sin decir nada más. Llevaba una máscara que cubría su cara y lo rodeaba un aura misteriosa y bastante intrigante — Estos dos son Youngjae y Jongup, vocalistas — Ambos respondieron a la presentación con una amplia sonrisa y un animado gesto con sus manos al que Yoori respondió de igual modo, sonriente — y este de aquí es nuestro maknae, el pequeño Zelo, rapero y bailarín.
            Zelo alzó las dos manos a la altura de su pecho y saludó dulcemente, con una sonrisa. Yoori sintió la necesidad de saltar a sus brazos, darle un abrazo de esos que quitan la respiración y no soltarlo nunca más.
            — Bueno, pequeño, pequeño… — Jongup se acercó a Zelo, puso la mano sobre su propia cabeza y trazó una línea recta que cortaba al maknae por la mitad de la frente. El vocalista puso una mueca de disgusto, pero aún así sonrió — Depende de cómo lo veas.
            — Eso te pasa por tomar poca fruta, hyung — le espetó Zelo, mirándolo con tranquilidad, mientras los demás miembros empezaban a reírse. El vocalista permaneció impasible hasta que giró la mirada hacia Yoori y vio como la chica intentaba ocultar una tímida sonrisa bajo su mano. Entonces suspiró y le dio un pequeño empujón a Zelo.
            — No nos has dicho tu nombre — el eco de la voz de Daehyun sonó por debajo de su máscara, y entonces todos reaccionaron ante ese hecho, girándose hacia Yoori con muecas de curiosidad. “Al menos no son mala gente”, pensó.
            — Podéis llamarme… Yoori — dijo, asintiendo.
            — No eres de aquí, ¿verdad?
            — Vengo de España — todos estallaron en gritos de asombro. Yoori incluso pudo distinguir un “¿Dónde está eso?” de Himchan y rezó porque lo hubiese dicho de broma — He venido de viaje.
            — Parece que ahora tenemos otra misión además de conquistar la Tierra — dijo Himchan con una sonrisa, mirando a sus compañeros — Conquistar a una española.
            — Lo que tendríamos que hacer es conseguir que hyung se disculpase con ella.
            Todos parecían entender las palabras de Zelo, todos excepto ella, claro. Fue cuando vio como los cinco desviaban la mirada hacia una mesa lejana, donde su compañero reposaba con mala cara y bebía de vez en cuando, que entendió a qué se referían.
            — Ese de ahí es Yongguk, como ya he dicho — dijo finalmente Himchan, sin quitar la mirada de los movimientos de su ofuscado compañero — Aunque no lo creas, es nuestro líder. Y el mayor del grupo.
            — Es una broma.
            — Por desgracia no.
            — ¿Debería hablar con él? Parece enfadado.
            — Creo que lo mejor es dejar que se tranquilice antes de-
            Himchan no tuvo tiempo para terminar la frase antes de ver salir corriendo a Yoori.

            — ¿Ni siquiera vas a presentarte?
            Yongguk levantó la mirada hacia Yoori, que se acercaba hacia él con las manos entrecruzadas tímidamente y una sonrisa de inseguridad. Por desgracia, la reconciliación no fue tan rápida como ella esperaba. Lo último que esperaba recibir era un chasquido de lengua como el que oyó y aquel giro de cara despreciable. Aquel gesto le sentó como una patada en el culo, pero no estaba en situación de enfadarse.
            — Lo de antes… vamos a mantenerlo en secreto, ¿de acuerdo?
            — ¿Eres capaz de pedirme algo sin tan siquiera disculparte por haberme lanzado un vaso de café a los ojos? — le espetó, cruzado de brazos y sin la menor timidez. Realmente su voz era grave e intimidante.
            — Fue… fue culpa tuya — susurró, mirando disimuladamente a ambos lados para cerciorarse de que nadie escuchaba su conversación — Si no me hubieses cortado el paso no habría sucedido nada.
            — Ahora lo entiendo todo — dijo Yongguk casi antes de dejar que terminase de hablar. Entrecerró los ojos como gesto de sospecha e incriminación y la señaló sin el más mínimo reparo — Fuiste tú la que destrozo los trajes de mi photoshoot, ¿verdad?
            “Mierda.
            — B-Bueno, eso…
            — Por el amor de Dios, ¿quién eres? Eres como una máquina de la mala suerte o algo — la miró de arriba abajo, juzgándola bruscamente. Tampoco parecía tener la intención de perdonarla o de olvidar lo sucedido, al menos por el momento; se recostó hacia atrás en la silla sin dejar de rascarse los ojos, gruñendo molesto — Por Dios, vete. Ya has hecho bastante, ¿de acuerdo?
            “Si hasta le he pedido disculpas. Este tío es un capullo.” Con un puchero mal disimulado se retiró varios pasos, lentamente, sin saber realmente si estaba bien o mal dejarlo allí en ese estado, ya que había sido su culpa lo que había pasado. Por momentos se detenía y hacía el amago de volver hacia él pero realmente le daba miedo que aquel sujeto empezase a lanzarle cosas sólo para mantenerla alejada de él.
            — Remójate los ojos con un poco de agua, así bajará la irritación — le dijo disimuladamente, guardando las distancias.
            — … — levantó la mirada hacia ella en silencio de nuevo, pestañeando con dificultad — ¿Aún sigues ahí?
            — ¡Sólo quiero ayudar! — su nervio explotó irremediablemente después de esa última conversación. Había aguantado su mal humor hasta el momento porque sabía que era ella la que había tenido la culpa de todo eso, pero ya se había cansado de hacerse la dulce — ¡Coge ese maldito vaso y remójate los ojos si no quieres que lo haga yo!
            — Oye, no estás en situación de darme órdenes, ¿no crees? Vete de una vez.
            — ¡Pues no me da la gana! — Yoori se acercó a él con paso firme y el ceño fruncido. “¡Este inútil no me va a tomar por idiota!” Cogió la botella de agua que estaba sobre la mesa, llenó un vaso con ella y, sacando un pañuelo de tela de su bolsillo y remojándolo en el vaso de agua, se acercó a él — ¿Quieres pasarte el día con los ojos irritados sólo por ser un capullo orgulloso? ¡Cierra los ojos!
            — ¡Oye, déjame en paz! ¡¿Qué haces?! ¡No me toques! — berreó, sorprendido.
            — ¡Estate quieto!
            Todos parecían observar de lejos su pelea sin atreverse realmente a interceder. Los miembros del grupo eran los que realmente parecían más impresionados ante la escena que estaban presenciando e intercambiaban miradas continuamente, sin borrar de sus rostros las muecas de sorpresa. El equipo, sin embargo, no podía estar más nervioso. Yongguk se había levantado del asiento y Yoori lo seguía a todas partes con el vaso en la mano, intentando que se quedase sentado para poder ayudarle. Ambos hacían caso omiso a los miembros del equipo en sus intentos por tranquilizarlos y, tras varios minutos jugando al pilla-pilla en pleno estudio, Yongguk se giró en seco y encaró a la chica, que tras ver su mueca de enfado tan repentinamente retrocedió un par de pasos.
            — ¿Por qué no me dejas ayudarte? — le preguntó ella, zarandeando el pañuelo en alto — ¡Sólo quiero enmendar mi error!
            — ¡Ya has hecho suficiente por hoy! — le respondió él, señalándola mientras se alejaba lentamente, como si tuviese miedo de lo que pudiese hacerle. Pero a pesar de todo ella seguía acercándose, y el primer impulso de Yongguk fue el que causó el revuelo de aquella mañana — ¡Que no te acerques!
            Con un manotazo seco y fortuito Yongguk golpeó la mano de Yoori, consiguiendo así que se alejase de él. Pero por desgracia el impacto fue demasiado fuerte como para que la chica pudiese mantener el recipiente en su mano, y este salió precipitado por la fuerza del golpe casi a cámara lenta para ella, que emitió un grito ahogado cuando lo vio volar hacia la mesa donde el técnico de imagen trabajaba concentrado en su ordenador, con los auriculares puestos, ausente del mundo.
            El vaso golpeó la pantalla central del ordenador –pues el chico trabajaba con tres pantallas- y su contenido se vació instantáneamente encima del teclado del computador, expandiéndose por la mesa y alrededores antes de que el técnico pudiese darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Se echó las manos a la cabeza en medio de un grito de desesperación cuando la pantalla se apagó para no volver a encender nunca más y en la sala se armó un revuelo que parecía pasar desapercibido tanto para Yoori como para Yongguk, que se quedaron uno al lado del otro casi en la misma posición en que estaban cuando él dio el manotazo fatal, boquiabiertos y totalmente en silencio. Yoori permanecía con los ojos y la boca muy abiertos, y él se limitaba a intentar asimilar lo que había pasado.
            — No vuelvas a coger un vaso mientras estés en este edificio — sentenció él.
            Yoori asintió lentamente.

………


            — ¡Diez millones! — el director del set golpeó su escritorio haciendo que Yoori brincase del susto allí donde estaba, de pie, delante de él, al lado del sujeto que había armado todo el revuelo. Yongguk se veía bastante tranquilo, sin embargo. Escuchaba pacientemente con las manos en los bolsillos, sin decir nada, sin moverse, tan sólo escuchaba. Yoori lo miró de reojo y entonces otro golpe la volvió a sobresaltar — ¡Os habéis cargado un equipo de diez millones!
            — L-Lo… Lo-
            — ¡Silencio! — el director la interrumpió, señalándola bruscamente. Se desplomó en su cómoda y gigantesca silla de piel y empezó a girar a ambos lados, con el brazo en un reposabrazos y cubriéndose la cara como si estuviese aguantándose las ganas de matarlos a ambos — No puedo creer que haya pasado esto nada más empezar…
            — No quería causar problemas — le sudaban las manos. Jugueteaba con ellas intentando no mirar a ningún lado, notando un ardor vergonzoso por todo el rostro y sintiéndose terriblemente sonrojada. Ella tampoco podía creerse que se hubiese metido en tantos problemas al primer día. Su voz sonaba suave y titubeaba como si por momentos se le olvidase cómo se hablaba en coreano — Mis… Mis más sinceras disculpas.
            Una perfecta reverencia de 90 grados oculto su rubor perfectamente. Se quedó así entre el silencio de la habitación, pues ninguno de los dos hombres que estaban con ella en ese momento dijo nada. Pero la voz del director irrumpió al instante, paralizándola.
            — ¿Sabes? Olvidemos todo este asunto. No habrá cargos pero tampoco habrá concurso. Vete de aquí. Se acabó. Sí… Se acabó.
            El director se levantó de su silla sin dejar de repetirlo una y otra vez, negando, nervioso e inquieto. Iba hacia todos lados y llevaba cosas de un lado a otro que en realidad no necesitaba mover, conversando consigo mismo para ver cómo podía decirles a los medios que ya no habría concurso. Yoori lo entendía, en cierto modo. Por su culpa había perdido diez millones de won en un solo segundo. Ni siquiera quiso hacer la cuenta de cuánto era eso en euros. Se volvió a incorporar con lentitud, quedándose al poco rato de pie de nuevo, con los labios fruncidos y la mirada hacia el suelo.
            — ¿No es esa una medida muy tajante?
            Tanto el director como la chica giraron la vista de repente hacia Yongguk, que seguía tan relajado como momentos atrás.
            — ¿Qué? — preguntó el director.
            — ¿Qué? — insistió Yoori, con una mueca de incredulidad.
            — A fin de cuentas, la culpa ha sido mía. Yo la golpeé en la mano. Ella tan sólo lo llevaba consigo un vaso y llevar un vaso con agua no es delito — Yoori intercambiaba miradas disimuladamente entre el rookie y el director, que parecía no creerse lo que estaba oyendo. Así como aquel hombre parecía un torrente de emociones, Yongguk no parecía tener ninguna. Ni alegría, ni pena, ni remordimiento. Nada — Debería ser yo al que sanciones, no a ella.
            — Pero tú no- — incluso Yoori pudo sentir por aquella parada tan repentina que iba a decir que no le convenía sancionarlo a él. Los tres se quedaron en silencio, y Yongguk desafió a aquel hombre a una batalla de miradas que finalmente dio con un ganador. El director se vio acorralado. Jaque mate — Largaos de aquí. No quiero veros a ninguno de los dos ahora mismo.
            — ¿Y… yo qué hag-?
            — Que os larguéis.
            — Pero-
            Antes de que Yoori pudiese decir nada, Yongguk sacó una de sus manos del bolsillo y la arrastró fuera de aquella sala, a pesar de sus quejas. No la soltó hasta haber cerrado la puerta para asegurarse de que no volvería a preguntarle lo obvio.
            — ¿No te das cuenta? Quiere olvidar lo que ha pasado — dijo Yongguk, volviendo a meter la mano en el bolsillo y alzando disimuladamente una de sus cejas.
            — Pues… podría haberlo dicho más claro — replicó, haciendo un puchero.
            Yongguk suspiró.
            — ¿Por qué estás aquí?
            — ¿A qué te refieres? — a Yoori le sorprendió esa pregunta.
            — Ni siquiera nos conoces. ¿Por qué, entonces? ¿No crees que alguna verdadera fan podría haber aprovechado mucho mejor tu lugar?
            — Cierra la boca. No fue mi culpa, yo me había presentado a otro concurso — frunció el ceño, mirándolo fijamente — No gastaría mi tiempo para participar en un proyecto con mocosos como vosotros. Yo no tendría que estar aquí.
            — ¿Y te arrepientes? — no modificó su postura ni su mueca lo más mínimo. Seguía serio, pero sin embargo en ese momento ya no parecía enfadado — De estar aquí, rodeada de mocosos.
            Yoori se quedó en silencio, pensando en todo lo que había ocurrido. De repente, con un bufido irritado se revolvió un poco el pelo, para después cubrirse la cara con ambas manos.
            — Me arrepiento de haberlo fastidiado todo — le respondió, sin quitarse las manos de la cara — pero no de haber aceptado esta invitación.
            Decidió quitarse las manos de la cara cuando, sorprendentemente, escuchó una risa al otro lado de la oscuridad. Entreabrió sus dedos y pudo ver la gran sonrisa de aquel chico, que le sentó como una dolorosa puñalada en medio de los ovarios. Era limpia, brillante y sumamente atractiva. Volvió a taparse los ojos puesto que su orgullo le decía que no podía sentirse así al ver a aquel sujeto, pero la imagen parecía repetirse en la oscuridad que generaban sus manos, una y otra vez.
            — Pero no por ti, te lo aseguro — se apresuró a decir, quitándose las manos de la cara y picándole en el pecho con el índice varias veces. Iba a continuar hablando pero entonces una voz la interrumpió.
            — ¿Qué hacéis ahí? — Zelo estaba a unos cuantos metros de ellos, con una media sonrisa de curiosidad que dejó a Yoori sin palabras. Señaló al piso de arriba — Eres el siguiente, Jongup está a punto de terminar.
            — Uhm, vale — Yongguk asintió, sin moverse.
            — ¿Vienes a verlo? — Yongguk miró con cara de desagrado a Yoori, quien tardó en darse cuenta de que le estaba hablando a ella. Se quedó mirando su sonrisa como una idiota y su tiempo se había parado.
            — ¿Eh? ¿Yo? Pero… — intentó hablar con la mayor normalidad posible pero la lengua se le trababa — No sé si debería volver ahí arriba…
            Zelo se acercó a brincos a ambos, sonriendo alegremente y antes de dejar que siguiese quejándose, la cogió de la mano y la arrastró con él, ignorando de forma amistosa sus llamadas y quejas. Ambos se encaminaron hacia el piso superior dejando atrás a Yongguk, que permaneció delante de la puerta de aquel despacho aún durante varios minutos. Apoyó la espalda suavemente contra ella y echó la cabeza hacia atrás, perdiendo la mirada en el techo.
            — …
            Disfrutó mientras pudo del silencio que le ofrecía aquel pasillo completamente vacío al que tan sólo llegaba el eco del revuelo natural del piso superior, pero pronto toda su tranquilidad se vino abajo. El corazón le dio un brinco cuando un grito de terror ensordecedor resonó por todo el pasillo. Giró la cabeza hacia las escaleras que daban al piso de arriba y apenas le dio tiempo a hacerlo antes de que los gritos empezasen a hacerse multitudinarios.

            Tuvo un mal presentimiento, y su responsabilidad, tanto por líder como por amigo, lo hizo salir corriendo al piso de arriba sin pensar en nada más.

2 comentarios:

  1. omg pero que es lo que pasa? por que lo dejas ahi? me esta encantando este fic y pobrecilla tanta torpeza y genio me reconozco en ella xDDDD

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