miércoles, 26 de septiembre de 2012

RIRIMATO

- Autora: @askthewind 

- Tipo: B.A.P, serial, menores 18, idol (misterio) x fan, hetero


CAPÍTULO 4: TRAICIÓN INVOLUNTARIA



Daehyun parecía con ganas de comerse al ayudante del enfado.
            — ¿Y aquí con llamar y renunciar ya está todo arreglado? ¡¿Ni siquiera nos piden opinión a los implicados?!
            — Y-Yo no sé nada, tan sólo sigo órdenes… Se suponía que hoy iba a pasarse por aquí, pero tampoco ha veni-
            — ¡No quiero excusas!
            — Ya vale, Daehyun. No seas infantil — Yongguk se dirigió a él, estático.
            — ¡Cierra la boca, estoy seguro de que esto es tu culpa! — todos se sorprendieron ante semejante brutalidad y enfado en el comportamiento de Daehyun, quien era alguien más bien pacífico con normalidad — ¡Si la hubieses tratado mejor esto no habría pasado!
            — ¿Qué pasa, ahora te gusta esa extranjera? — el líder parecía tranquilo, lo cual enfadaba más a Daehyun por momentos.
            — ¿Quieres que nos pongamos a hablar de a quién le gusta quién?
            Himchan se colocó entre ambos, separándolos con dificultad, pues el vocalista había empezado a caminar hacia él y no precisamente en son de paz. Se mantuvo entre ambos hasta que se la amenaza de violencia física parecía calmada, aunque ambos seguían matándose con la mirada.
            — No vales nada como líder, te lo juro.
            — ¿Vamos a discutir por culpa de… esa?
            — No es ‘esa’. Es una de las chicas que hace posible que tú estés donde estás hoy en día con tu traje de importación de trescientos dólares.
            — ¡Pero si ni siquiera es nuestra fan!
            — ¡No nos metas a todos en el mismo saco, Yongguk! ¡Que te desprecie a ti por ser como eres no quiere decir que no haya aprendido a apreciar el trabajo de los demás!
            Los demás no sabían qué hacer. Yongguk chasqueó la lengua, molesto, y se fue hacia un lado. Daehyun lo miró alejarse, con el ceño fruncido, y desapareció con pasos bruscos y molestos hacia el otro. Los demás se quedaron allí, sin saber hacia quién correr.
            — No sé quién tiene razón — susurró Zelo, con mueca preocupada.
            — Sí lo sabes. Todos lo sabemos.

            Daehyun sintió la presencia de alguien gracias a los pasos huecos que resonaron por todo el pasillo, lentos y miedosos, acercándose a él. Se giró por la mera curiosidad de saber quién era y si tenía que alejarlo de un grito, pero ver a Youngjae lo tranquilizó.
            — Siento el espectáculo de antes — dijo sin mirarlo, mientras se sentaba a su lado.
            — No has dicho nada que los demás no pensemos — le aclaró, incómodo.
            Daehyun dejó escapar una sonrisa de resignación.
            — Pero la culpa no es de Yongguk — dijo Youngjae tras un silencio.
            — Claro que sí. ¿De quién iba a ser sino? — Daehyun empezó a reírse, girando el rostro hacia Youngjae, pues esperaba que él también se riese. Pero no lo hizo. Su sonrisa fue desapareciendo gradualmente, y, sin esperar a que Youngjae lo mirase directamente, la mueca de confusión salió por sí sola — ¿De quién iba a ser sino? — repitió, lentamente.
            — Daehyun… — Youngjae suspiró — Tengo un favor que pedirte.

            — Esos humos no son normales en ti, Yongguk.
            El líder permanecía sentado en el respaldo de un banco público en la entrada de los estudios, con los pies sobre el asiento y las manos sobre las rodillas, ausente del mundo. Ignoró por completo el comentario y la risa de Himchan, a quien había sentido llegar incluso antes de mediar palabra.
            — No tengo ganas de tonterías — sentenció, serio.
            — No vengo a sermonearte, creo que ya es demasiado tarde para que te sermoneen. No eres un niño. Aunque a veces lo parezca.
            — ¿Qué es lo que quieres? — le espetó, poco paciente, girándose hacia él con brusquedad.
            — ¿Yo? Nada. Pero deberías cuestionarte cuándo tienes razón y cuando no.
            Yongguk iba a contestarle pero una vocecilla cantarina le impidió hablar.
            — ¡Ho-Hola! — Himchan alzó las cejas ante Eunhee, que apareció ante ellos con la respiración agitada y arreglando su despeinada y lacia cabellera negra con sus finos dedos, sonriendo embobada — ¡M-Me han llamado, y…!
            — Un gusto verte de nuevo, Eunhee — Himchan sonrió, haciendo una reverencia. La chica emitió un gritito ahogado de emoción.
            — ¡E-El gusto es mío! — rió, tiernamente — ¿A-Alguno podría indicarme donde están los servicios? — la chica mostró su ropa con reparo, la cual se veía algo salpicada y sucia — Me he chocado con una señora mientras venía, y… ¡Qué vergüenza…!
            — No pasa nada, yo te acompaño. Creo que Yongguk no está de humor ahora.
            Antes de darle tiempo a preguntar, agarró a la chica del brazo y se la llevó al interior del edificio. Yongguk se quedó solo.
            Sólo y pensativo.

            — Me alegro de que hayas decidido acompañarme. Sería una pena que se estropease uno de mis tickets — Eunhee susurraba con cuidado de no molestar a nadie de aquella sala de cine.
            — Un idol debería hacer cualquier cosa por sus fans, ¿no? — le respondió Yongguk, con una sonrisa.
            — ¿Has venido como idol o como Yongguk?
            — Quién sabe — sonrió.
            Alguien detrás de ellos susurró un “¡Shhh!” que los hizo reír por lo bajo. Siguieron viendo la película en silencio y, viendo la preciosa noche que hacía, decidieron ir a dar un paseo cuando esta terminó.
            — Nunca pensé que podría pasear por la ciudad a tu lado, oppa — le susurró Eunhee, con una sonrisilla tímida.
            — ¿Por qué no? Nada es imposible. Sólo improbable — rió.
            — No lo sé… Tan sólo lo creía un sueño inalcanzable. Pero ahora… soy feliz — rió, tímida — y este concurso es el tope de mi felicidad.
             — ¿Lo crees?
            Eunhee asintió, adquiriendo un encanto extra.
            — Sí… Y me consideraré aún más afortunada si gano la final. Estoy convencida de que lo haré — agarró su pequeño bolso de lentejuelas entre sus manos, tímidamente — Y nada puede ganar al amor que siento por B.A.P. así que…
            — Wao, te veo confiada — rió, alzando una ceja.
            — ¿Cómo no voy a confiarme? ¡Si la otra ni siquiera os conocía!
            Eunhee se echó a reír alegremente, pero la mueca repentina de Yongguk le hizo darse cuenta de que había dicho algo indebido. Detuvo su risa gradualmente para no dar una imagen tan sospechosa y miró al suelo, nerviosa.
            — Los rumores corren rápido… — susurró, sonriendo.
            — Ah… Sí, es cierto. Muy rápido.

                Estoy loco. Estoy realmente loco.

……….


            — ¿Estáis listos? — un miembro del equipo se acercó a los miembros del grupo, que lentamente volvieron a reunirse. Casi todos — Acabo de preparar la furgoneta, tenéis una prueba de estudio en media hora.
            — ¿Prueba de estudio? Nadie nos ha dicho nada.
            — Con la renuncia de la otra chica tenemos que adelantar la grabación del nuevo álbum.
            — ¿Renuncia? — interrumpió Eunhee, con una mueca de incredulidad. Pronto se echó las manos a la cara, cubriéndose los labios emocionada — ¿Qué significa eso? ¡¿He ganado?! ¡¿He ganado?! — empezó a gritar histéricamente, con los ojos empañados en lágrimas. Los demás miembros no parecían tan felices, aunque ella no llegase a darse cuenta. O quizá no quería darse cuenta.
            — ¡Oe, tenemos que irnos! ¿A dónde diablos se ha ido Yongguk? — el mánager de B.A.P. les habló desde la puerta, enfadado.
            — ¿Cómo? — le respondió Daehyun, alzando la voz.
            — ¡Se acaba de ir! ¡Estaba hablándole y se ha ido corriendo como si nada! ¡Ese mocoso…!
            Todos intercambiaron miradas, estupefactos.

……….


            “Estúpida mocosa. Primero se hace la heroína y luego renuncia tan fácilmente. Las heroínas no renuncian así como así.”
                        Se sentía tan… idiota. Él nunca se comportaba de un modo tan impulsivo y sin embargo, ahí estaba. Corriendo por las calles de Seoul sin pensar en nada, sin hacer caso de su respiración agitada, de la multitud que parecía querer frenar sus pasos, una masa que viajaba a contracorriente, molestándolo. Sus jadeos resonaban como brutos golpes de aire en su cabeza, el ruido urbano era silencio para él, su mente estaba en blanco, tan sólo corría, sentía algo que le decía que no debía detener su impulsiva carrera; ni siquiera él entendía qué estaba pasando. No se había parado a pensar en ello, pero estaba loco, realmente loco. Lo había dejado todo atrás sin pensar en las consecuencias, tan sólo se había levantado y había echado a correr, como si en aquel momento no importase nada más.
            “No des consejos a nadie si ni siquiera puedes aplicarlos a ti misma.
            La multitud se deshacía en pequeños grupos de personas que fueron dando paso al silencio, a la soledad de unas calles desiertas en pleno atardecer. Podía escuchar su respiración con mayor claridad a medida que avanzaba al lugar que uno de los ayudantes del concurso le había indicado. “Estoy loco.” No paraba de repetirlo. Una punzada de nerviosismo se clavaba en su estómago cada vez que pensaba en ello, y una imagen se formaba en su cabeza. “Estoy loco.Un torrente de sensaciones le revolvía el estómago a medida que se acercaba.
            Su carrera se detuvo de repente. Finalmente permitió que su respiración lo dejase sin habla. Se mantuvo quieto en aquella acera ensombrecida, jadeando agotado, sin quitar la mirada del fondo de la calle. Primero pensó que tenía que ser una broma, pero no.
            No lo era.
            — Yoori…

            Inseguro, empezó a caminar. Sus pasos resonaban fuertes y ásperos en medio de aquella calle silenciosa. Cuanto más cerca estaba, menos se lo creía.
            Yoori, la chica a la que había calificado como fuerte y con un genio difícil de quebrantar, estaba a pocos metros de él. Sentada en el suelo, encorvada y con el rostro oculto entre su gran mata de cabello negra, en una postura… patética. Se veía realmente patética.
            Llegó a su lado e, inseguro, se agachó. Se puso de rodillas, estupefacto, sin saber realmente como actuar ante lo que estaba viendo. Estaba sentada sobre un charco de algo similar al aceite. Por su cabello y su ropa quedaban restos de huevos rotos y diferentes desperdicios. Pieles de plátano, espinas de pescado. Estaba sucia. Sucia y hundida.
            Yongguk movía los labios como si quisiese decir algo, pero no sabía que decir.
            — Vete… — la voz rota y hundida de Yoori quebró el silencio, sollozante — No quiero que nadie me vea…
            “No sé qué decir”, pensaba él.
            — ¿Q-Qué-?
            — Vete…
            — No me voy a ir, así que si es para decir eso, cállate — le espetó. Pero a pesar de todo, le hablaba muy suave, muy despacio. Probablemente su última intención era enfadarla o hablarle en un mal tono.
            El líder alzó una de sus manos, dudoso, y la colocó en el mentón oculto de la chica para obligarle a alzar el rostro. Ella se resistía, pero no tanto como para impedirlo. La alzó hasta que pudo mirarla directamente, a ella, a sus ojos llorosos, hinchados y rojizos, por los que aún resbalaban grandes lágrimas. Había perdido todo el talante que la caracterizaba, todo su temple, su genio. Se dio cuenta de que realmente no era más que un trozo de cristal, listo para ser roto con cualquier golpe. Mantuvo su mueca de condescendencia en el exterior, pero en su interior empezó a brotar una ira que ni siquiera él sabía de dónde provenía.
            Ninguno de los dos parecía tener nada que decir.
— No… No tienes buena cara — le susurró Yongguk, sonriendo de una forma que dejaba claro que sus palabras no llevaban ninguna mala intención.
No recibió respuesta alguna. Yoori bajó la mirada. Un huevo crudo resbaló lentamente por el flequillo de la chica y cayó lento y pegajoso hasta la mano del líder, que aún la sostenía por el mentón. Yoori lo vio durante unos segundos, emuló un puchero que no podía esconder y empezó a llorar como una niña pequeña.
— No pasa nada, no pasa nada, no llores… No aquí — miraba hacia ambos lados cerciorándose de que nadie los estaba mirando — Es sólo… un huevo.
— Quiero abrazarte, Yongguk — palabreó de repente casi de forma inentendible, en medio de su fuerte llanto — Quiero abrazarte pero estoy sucia…
Yongguk la miró fijamente. Finalmente, se sintió bien consigo mismo.
            No dudó ni un solo segundo en acercarse a ella y retenerla entre sus brazos cálidamente. Se acercó a ella y la abrazó, en silencio, sujetando su cabeza con una de sus manos. Yoori se esperaba un grito, una mirada de desprecio; se esperaba cualquier cosa de aquel sujeto, menos aquella respuesta. No habían sido necesarias las palabras para decir todo lo necesario en aquel momento. Yoori sintió sus manos, aquellas grandes manos deslizándose por el interior de su grasienta cabellera, acariciándola. Podía sentir su aroma, la calidez de su pecho contra su piel; pudo sentir la intención de aquel chico de alejarla de toda la tristeza que la rodeaba y ello bastó para que su llanto dejase de ser fruto de la tristeza. Lloró, dejó que las lágrimas volviesen a salir violentamente, más como un desahogo que como algo lastimero. No se lo creía, no podía creer que aquel sentimiento tan reconfortante hubiese brotado en su interior gracias a él. Justamente él.
            Mantuvo la cabeza oculta en su pecho y se quedó allí quieta, entre sollozos. No necesitaba nada más. No había rencores, no había odios ni reproches. Tan sólo aquel abrazo. Las caricias que sentía en la parte trasera de su cabeza, la respiración de Yongguk contra su cuello. Nunca llegó a creer que se alegraría tanto de tenerlo junto a ella.
            — No llores — sintió su voz grave y escueta contra su oído, con un deje cariñoso que le puso la piel de gallina — ¿De acuerdo?
            — Yongguk…
            — No quiero oírte llorar — no dejaba de acariciar su cabello, la abrazaba como si realmente no hiciese falta ninguna explicación acerca de lo sucedido — No me gusta la Yoori que llora. Si tengo que elegir, prefiero a la otra.
            Yoori sintió una punzada en su interior. Empezaba a decepcionarse incluso a sí misma.
            — Yo sólo quería viajar a Seoul, Yongguk… Era mi sueño… Me gustaba tanto este lugar… Su gente, su comida, sus tradiciones… — la voz rota de la chica sonaba entrecortada como un eco apagado contra la ropa del líder — La música, me encantaba tanto vuestra música…
            — ¿Por qué hablas en pasado? ¿Ya no te gusta?
            — Ni siquiera quería presentarme a ese estúpido concurso…
            Yongguk había cerrado los ojos desde el momento en que la había abrazado. Con aquellas palabras frunció el ceño, aumentando aún más la presión en sus ojos cerrados.
            — ¿Vas a retractarte de tus palabras? — le susurró al oído, de repente — No creas que no recuerdo lo que me dijiste el primer día. Que no te arrepentías de presentarte.
            — No pensaba que las cosas serían así. No pensaba que habría gente así…
            — Yo tampoco pensé nunca que acabaría en medio de la calle abrazando a una ensaladilla humana, y aquí estoy — Yongguk escuchó de repente como los llantos de la chica aumentaban en tono y en volumen. Con un gesto apurado y maldiciendo en sus pensamientos, se apuró a retractarse — ¡No, no, no, no! ¡No, no llores! ¡No llores! Era broma, ¿de acuerdo? E-Escúchame, era… Sólo quería mejorar un poco el ambiente…
            La apretó con más fuerza contra él, justo para deshacer el abrazo momentos después. Volvió a mirarla fijamente. Antes de darse cuenta, se había perdido en sus grandes ojos verdes. Soltó su mentón para acariciar su mejilla, manchada y humedecida por las lágrimas, pero no parecía importarle. Disfrutaba igualmente de la suavidad de su piel, de lo inocente de su rostro. Se había perdido en la pureza e inocencia de sus gestos, en el dolor de sus lágrimas. Sintió la necesidad de que el mundo se detuviese, hasta satisfacerse por completo de aquella sensación tan extraña que brotaba en su estómago.
            Le faltaban las palabras. Tanto que decir, y tan pocas formas de expresarse.
            — ¿Yongguk? — susurró Yoori cuando empezó a sentir que su mirada la avergonzaba. Tan fija, tan… penetrante.
            El líder se encogió de hombros lentamente, intentando dar con las palabras que describiesen con exactitud lo que sentía. Pero antes de que pudiese hacer más que entreabrir los labios y vocalizar en silencio, su móvil sonó.

            Llévatela de ahí. No mires; os están grabando desde la otra acera.

            Yongguk alzó la mirada con disimulo hacia ambos lados de la calle. Vio a Youngjae al final de ésta, apoyado contra el muro del edificio. Con una mueca de disgusto y con un disimulo extremo, una vez ambos compartieron una mirada, se levantó y desapareció por la esquina del inmueble, dejándolos solos de nuevo.
            — ¿Este es tu edificio? — la chica asintió tímidamente, empezando a limpiarse toda la porquería que tenía encima — Vamos, levántate. Te llevo a casa.
            Se puso de pie y esperó a que ella hiciese lo mismo, pero se levantaba con una lentitud que lo enervaba. Le tendió la mano y pudo ver lo mucho que le temblaban las piernas, por lo que pensó en una situación más rápida. “Al diablo con la grabación”, pensó. Tiró de ella hacia arriba para ponerla en pie y se agachó rápidamente para pasar uno de sus brazos por debajo de sus rodillas y así cogerla en brazos.
            — No tendría que hacer esto si no fueses tan lenta — se exculpó cuando ella empezó a patalear para que la soltase. E ignorando sus chillidos, subió con ella al tercer piso en brazos, como todo un caballero.

            Las cosas parecían ir de mal en peor cuanto más subían. Sin contar que por momentos sentía que llevaba una bolsa de basura agazapada en su pecho, la visión de su rellano lo dejó sin palabras. Alguien había escrito con espray negro la palabra “aprovechada” en coreano, en su puerta. La pared estaba pintada con un “lárgate de ahí”.
            — Tengo que borrarlo antes de que lo vea la casera o me echará — susurró, sin tan siquiera separar la cabeza de su pecho. Aún así, sabía la razón por la que se había parado.
            — ¿Las llaves? — no quiso darle más importancia al tema, aunque era cierto que era una pintada muy cruel. Se agachó un poco para que ella pudiese abrir la puerta, pues él tenía las manos ocupadas, y una vez abierta, ambos entraron en el apartamento.
            Le costó llevarla en brazos sin tropezarse con nada. Los pasillos eran pequeños y estaban llenos de estatuillas, maletas y ropa. El piso en sí era un desastre.
            — No mires demasiado — se apresuró a decir, avergonzada.
            — Y yo que pensaba que Himchan era desordenado.
            — ¡Q-Que no mires!
            La llevó hasta el salón y la sentó frente a él, dejando el suelo pringoso y lleno de aceite. La agarró por los brazos impidiendo que se levantase, pues parecía lo que quería hacer.
            — Hablemos, primero. Si me contestas, dejaré que vayas a darte una ducha.
            — No tengo por qué obedecerte.
            — ¿Así que querías abrazarme, eh?
            Yoori bajó la mirada. Sollozó un par de veces en medio de un puchero vergonzoso.
            — Veo que nos entendemos — Yongguk sonrió dulcemente. En el fondo se lo estaba pasando bien; pero la sonrisa pronto se convirtió en un suspiro, y el suspiro en seriedad — ¿Qué ha pasado?
            — Me… Me tropecé y caí encima de una bolsa de basura — susurró, sin levantar la cabeza.
            — Lo peor de todo es que te veo capaz de hacerlo — le espetó, mirándola con cierta inseguridad — Pero no, sé que me estás mintiendo. ¿Tengo que adivinar yo?
            Yoori guardó silencio.
            — Muy bien. Mírame. Vamos, mírame — Yongguk le alzó el rostro, obligándola a mirarlo fijamente — Ha sido ella, ¿verdad?
            — ¿Ella? — le respondió, evitando su mirada — No te entiend-
            — Tú tampoco eres una experta mintiendo — sonrió — Yoori, no hagas esto más complicado, ¿de acuerdo? Mírame — le redirigió el rostro aún sin soltarla para que volviese a mirarlo — Ha sido Eunhee, ¿verdad? — notó la tensión en el rostro de la chica nada más decir ese nombre. Ambos permanecieron unos segundos en silencio, a pesar de que Yongguk estaba deseando oírla hablar — Dímelo.
            — No… — susurró, con un hilo de voz — No sé su nombre — frunció los labios, reprimiendo un sollozo. Espinas de pescado cayeron de su cabello con el movimiento de su cabeza, acrecentando sus ganas de llorar — Déjame darme una ducha…
            — No, hasta que me cuentes que ha pasad-
            — Quería que renunciase, ¿vale? — lo interrumpió de repente, alzando la voz para superponer su voz al tono de Yongguk y hacerlo callar — Quería… ganar el concurso. Y nos hizo renunciar a las otras dos — Yoori lo miró fijamente — Aparecía en mi puerta cada vez que me disponía a visitaros y siempre me hacía lo mismo. Me… Me dejaba hecha una porquería para que no pudiese salir de casa, y... “No pensarás salir así a la calle, ¿verdad?” Sabe mis datos personales, mi nombre, mi domicilio. Lo sabe todo sobre mí y ni siquiera sé por qué — Sus ojos se empañaban a medida que hablaba — Pero ya está, ¿no? Ya he renunciado al concurso.
            Una lágrima se escapó de sus ojos.
            — Se acabó.
            Se deshizo de las manos de Yongguk y se levantó, caminando directa al baño sin mirar atrás. Y él se quedó allí, preguntándose a sí mismo si realmente quería que las cosas fuesen así. Preguntándose si realmente no podía hacer nada para evitar que se fuese, y sobre todo, preguntándose por qué le molestaba tanto la simple idea de imaginársela lejos de él.
            Se quedó allí sentado mientras oía el agua correr, a lo lejos, en la otra habitación. Pensaba en todo lo que había dicho, sobre todo en una parte concreta: Sabe mis datos personales, mi nombre, mi domicilio. Lo sabe todo sobre mí y ni siquiera sé por qué. Aquella parte se le hizo curiosa cuando fijó la mirada sobre el portátil que tenía en la mesa del salón, frente a él. Una ventana de Twitter estaba abierta y podía ver como llegaban cientos de interacciones por minuto, y los mensajes de apoyo se solapaban entre las decenas y decenas de insultos y palabras mal sonantes que leía. Internet estaba plagado de fotos del backstage de B.A.P., habitaciones privadas… La información del grupo parecía haberse filtrado de forma asombrosa. Estaba tan concentrado leyendo lo que escribían que apenas se dio cuenta de los pasos que se dirigían de nuevo al salón. Se levantó con apuro cuando la vio aparecer por el pasillo del fondo, disimulando pobremente el hecho de haber metido las narices donde no debía.
            — Por fin, pensaba que te habías ahogado — dijo, orgulloso.
            — Tenía la piel aceitosa… — se disculpó Yoori.
            La situación era incómoda. Yongguk se acercó varios pasos a ella con apuro gesticulando como si no encontrase las palabras para decirle lo que quería. Y efectivamente, cuando se quedó frente a ella, no supo qué decir.
            — Escucha, Yoori… — suspiró, inseguro.
            La chica alzó una mano como signo para interrumpir sus palabras. Se quedó en silencio varios segundos, con los ojos cerrados.
            — Dame una razón por la que no deba renunciar — le respondió ella lentamente, mirándolo fijamente. A pesar de la seguridad que parecía querer transmitir, su mirada seguía siendo la de un cachorrito asustado y humillado — Solo una.
            Yongguk tenía demasiado que decir como para resumirlo todo en una sola razón. Puso los brazos en jarra y suspiró, quedándose en silencio varios segundos. Pero entonces comprendió que la respuesta era más sencilla de lo que parecía.
            — Porque la Yoori que yo conozco no dejaría salirse con la suya a una arpía como la que está a punto de compartir pantalla con nosotros — le dijo finalmente, con una disimulada mueca de súplica — y porque este MV sin Ririmato no será lo mismo.
            Yoori agachó la cabeza, abrazándose a sí misma con pavor.
            — Deja que me lo piense, ¿de acuerdo?
            Yongguk sonrió ampliamente, a pesar de haber querido evitarlo. Rodeó a Yoori con sus grandes brazos y la apretó contra su cuerpo en un cálido abrazo, en silencio. Perdió el rostro en su cuello y dejó que ella lo hiciese en su pecho, sin que hiciese falta romper ese momento con palabra alguna.
            — Hueles… a vainilla — susurró contra su piel, sonriendo plácidamente. El aire caliente de su respiración chocaba contra su cuello y estaba poniéndole a la chica la piel de gallina — Pienso decirles a todos que te lanzaste a mis brazos.
            — ¡Pero si has sido tú! — exclamó, separándose de repente. Yongguk se cruzó de brazos y rió, tranquilo.
            — Ya, pero ellos no lo saben.
            Y con un guiño burlón, cogió la puerta y se fue.

……….


            — ¿Se puede saber dónde te habías metido? — el tono molesto de Daehyun recibió a un relajado Yongguk de nuevo en la recepción del edificio.
            — Tenía algo que hacer — se limitó a contestar, caminando tranquilo, con las manos en los bolsillos.
            — ¿Qué te ha pasado, hyung? Das asco — Zelo señaló con mueca de reparo su ropa, la cual estaba completamente impregnada de basura y desperdicios varios.
            — Oh, ¿esto? Nada importante. Me tropecé con una señora mientras venía.
            Ante la ignorancia de los demás destacó la mueca de sospecha de Himchan, aunque no tanto como la de la concursante que tenía a su lado. El líder se limitó a reír misteriosamente antes de desviar sus pasos hacia un enfadado mánager que no dudaría en darle una buena reprimenda.
            — ¿Crees que…? — Zelo se acercó a Himchan cuando los demás empezaron a marchar hacia uno de los estudios de canto. El subvocalista lo miró en silencio y le dedicó una sonrisa tranquila junto a una mirada cómplice.
            — Sólo un tonto no lo creería — le respondió, riendo.

            Yongguk salió tras varios minutos de dura reprimenda del despacho del director, igual de sonriente que antes. Mientras caminaba sueltamente por el pasillo maldecía lo idiota que podía llegar a ser a veces. “Me encanta que las cosas salgan como yo quiero”, pensaba, con una sonrisa. Detuvo sus pasos cuando alguien cortó su paso de repente, sin mediar palabra. Un Youngjae con mala cara permanecía en medio del pasillo, obstruyendo el camino.
            — ¿Pasa algo? — le preguntó, con una sonrisa.
            — ¿Por qué estás siempre metiendo las narices donde no te llaman? — aquella salida de tono de Youngjae sorprendió al líder más de lo esperado. Reaccionó a tal comentario alzando las cejas, incrédulo, permaneciendo en silencio, pues parecía que no era lo único que tenía que decir — ¿Por qué has ido a verla?
            — ¿Y qué si he ido? — ambos parecían entenderse de sobra sin necesidad de mencionar nombre alguno. Yongguk entrecerró los ojos con curiosidad.
            — ¿No te das cuenta de que lo está pasando mal? ¿Por qué la presionas? ¿Quieres que las cosas empeoren? — Youngjae estaba realmente enfadado — Acaba de renunciar y tú, ¡precisamente tú! — dijo, con un aire de incredulidad — eres el que vas a decirle que vuelva, tú, quien no la soportó desde el primer momento. ¿A qué juegas?
            — Lo estoy haciendo por Daehyun — le dijo, casi interrumpiéndolo. Intentaba convencerse a sí mismo de ello, repitiéndoselo una y otra vez desde que la había visitado. “Hago esto por Daehyun, hago esto por Daehyun…” — Y voy a corregirte — Yongguk irradiaba la tranquilidad propia de alguien que sabía que podía ganar aquella discusión, disponiendo de los argumentos adecuados — No ha renunciado. La han hecho renunciar.
            — ¿Qué estás diciendo?
            — Ella misma me lo ha dicho — asintió lentamente, alzando las cejas — Ya sabes que algunas fans harían lo que sea por conseguir acercarse a nosotros… ¿Quieres que hablemos sobre ello? Déjame preguntarte algo, entonces; ¿quién haría algo así? O mejor dicho, ¿quién podría hacer algo así? Y, ¿por qué?
            Youngjae no dijo una palabra. No seguía el sarcasmo del líder.
            — Por alguna razón se ha filtrado que Yoori era una de las concursantes. Sabemos que una segunda renunció sin tan siquiera una visita. Y una tercera llega semanas después de que nuestra querida y patosa extranjera decida no aparecer más por el estudio; días después, renuncia.
            Yongguk sonrió. La mueca de su compañero de grupo le decía que estaba yendo por buen camino para darse a entender.
            — De verdad, ¿a qué juegas, Yongguk? — insistió, escéptico.
            — Hay alguien que la ha hecho renunciar. Y sólo hay un nombre, una sola persona que salga beneficiada con eso — alzó el rostro y vocalizó lentamente, con una sonrisa victoriosa — Eunhee.
            Youngjae frunció el ceño. Yongguk se sentía victorioso. Aliviado y victorioso. Lamentó que no hubiese nadie más para aplaudir su lógica en aquel momento.
            — Deberías dejar de sacar conclusiones tan precipitadas. En el mundo en el que nos movemos, podrían resultar peligrosas — Youngjae no parecía dispuesto a dar el brazo a torcer. Firme en su posición escéptica, desafiaba la lógica de su líder a pesar de no tener argumentos en contra.
            — Ella quiere volver — insistió Yongguk, comprensivo; más que de costumbre, realmente — Realmente quiere participar.
            Youngjae se limitó a observar a su líder con una mueca de inseguridad.
            — Primero la odias, y después la defiendes — suspiró, incrédulo — ¿A qué juegas, Yongguk?
            Negando con suavidad, se dio la vuelta… y se fue.

……….


            Zelo y Himchan se bajaron de la furgoneta con mala cara; incluso aún queriendo disimularlo era imposible no fijarse en la decepción de su mueca, en lo decaído de su rostro. Probablemente su pesadumbre no sería ni comparable a la del líder, que se bajó del automóvil con el ceño más fruncido que de costumbre, ignorando a todos los de su alrededor. Daehyun lo miraba de vez en cuando, sin decir nada y a la vez diciéndolo todo.
            — Olvídalo, Yongguk — parecía decepcionado. Al contrario que su líder no se notaba en el un ápice de nerviosismo o intranquilidad, estaba sereno, relajado. Como si la esperanza lo hubiese abandonado definitivamente — No va a venir.
            Yongguk no quería creérselo. No podía creérselo. En su mente se repetían una y otra vez desesperados “Tiene que venir”, que brotaban de su interior de forma inconsciente. Miraba a un lado y a otro de la carretera ignorando la negatividad de su compañero, centrado en sus propias preocupaciones.
            — Cállate.
           
            — Así que hoy es el último día, ¿eh…? — Himchan miraba al techo, tumbado en uno de los sofás en la sala de reposo, intentando romper el incómodo silencio que se había formado en el grupo. Miraba a todos lados pero nadie decía ni parecía tener la intención de decir nada. Suspiró profundamente, yendo a por un segundo intento — Quién nos iba a decir que casi han pasado tres semanas…
            — Se han ido volando — Jongup fue el siguiente en interceder. Parecía haber entendido la llamada de auxilio desesperada de su compañero por animar un poco el ambiente que, de forma generalizada, irradiaba un aura de pesimismo bastante sofocante. Zelo estaba sentado en un sofá con la mirada perdida en ninguna parte y un puchero mal disimulado, casi adormecido. Daehyun se había tirado cómodamente junto a Jongup pero su rostro expresaba de todo menos comodidad. Yongguk ni siquiera estaba con el grupo. Permanecía de espaldas a ellos, de pie, cruzado de brazos y mirando por la ventana. Irradiaba un aura intensa, enérgica, propia de un líder y al mismo tiempo, impropia en él. Parecía como si un campo de fuerza lo hubiese rodeado, estableciendo un perímetro invisible al que nadie debía acercarse si no quería salir mal parado.
            — Y pasarán más rápidas cuando empecemos a grabar.
            La mención de la grabación devolvió el silencio a la sala. La puerta corredera se abrió para mostrar a un desganado Youngjae que llamó la atención de todos los demás.
            — La furgoneta acaba de llegar. Eunhee nos está esperando abajo para los primeros preparativos.
            — Oh — Himchan asintió, vagamente — Ahora iremos.
            Youngjae volvió a desaparecer tras la puerta, ignorando la violenta mirada de Daehyun y cerrando la puerta tras de sí. Uno a uno se fueron levantando de sus lugares, vagamente. Primero Zelo, quien abandonó la sala con paso apurado; más tarde Jongup y Daehyun; finalmente Himchan se levantó y, acercándose a su líder, le dio unas suaves palmadas en uno de sus hombros, sin tan siquiera girarse a mirarlo.
            — El concurso ha terminado. Vamos, nos están esperando.
            Suspiró nasalmente con cierta decepción y salió de la sala, dejando a su líder sólo. La soledad y el silencio de la sala lo llevaron a encerrarse en sus propios pensamientos.
            Estaba tan… decepcionado. No sabía exactamente si consigo mismo o con el resto del mundo. ¿Qué era esa sensación que lo invadía? Su corazón latía muy rápido y por momentos sentía la necesidad de romper la ventana que reflejaba ante sus ojos el exterior del edificio. Estaba realmente decepcionado.
            Quería verla. Tan sólo quería verla.

            — ¿Estáis todos? Ya tenemos todo a punto.
            Todo el hall del estudio estaba alborotado. Ayudantes y miembros del equipo se movían de un lado a otro transportando material y preparándolo todo para la grabación. Eunhee observaba todo lo que le rodeaba como una niña pequeña, sonriendo ampliamente, sin saber a qué mirar. Se giraba continuamente hacia todos lados, haciendo que sus dos lacias coletas negras se balanceasen dulcemente hacia todos lados con el movimiento de su cabeza. Reía sin parar, emocionada.
            — ¡Cuánto material! ¡Increíble! ¡Todo es tan…!
            — ¿Quieres que te llevemos a ver la sala de material? — Himchan se dirigió a ella con una sonrisa y apenas le dio tiempo a terminar su pregunta para recibir una efusiva afirmación. Jongup y él entraron con la chica al interior del edificio, después de que varios técnicos les confirmaran que hasta dentro de veinte minutos como mínimo no saldrían.
            En la entrada del edificio permanecieron Daehyun, Youngjae, Yongguk y Zelo. Todos parecían tener mucho que decir, pero sobraba prudencia.
            — ¿Acaso esperabas resolverlo todo en un solo momento? — la voz de Daehyun los sorprendió a todos. Nadie dijo nada, tan sólo Yongguk se limitó a dirigir una mirada asesina hacia su compañero. Podía sentirse la tensión en el aire.
            — Cállate.
            — Esto es sólo culpa tuya, asimílalo de una vez.
            — ¡Te he dicho que te calles! — Yongguk se giró hacia Daehyun con furia y golpeó con una de sus manos la carrocería de la furgoneta, provocando un estallido brusco y fuerte que sorprendió a varias personas que caminaban por la calle. El líder respiraba con agitación a pocos metros de su compañero, siendo agarrado por el maknae, quizá porque podía sentir que aquello iba a acabar mal.
           
            — Hyung… Déjalo ya.
            Yongguk bufó bruscamente y, tras golpear una segunda vez la furgoneta, caminó con paso furioso al interior del edificio. A pesar de que Zelo lo llamó varias veces, el maknae terminó por seguir a su líder, dejando a los dos miembros restantes solos al lado del vehículo. Youngjae permanecía quieto, con la mirada en el suelo.
            Se sentía culpable.
            — Borra esa mueca — le dijo Daehyun, tranquilo.
            — Todo esto…
            — Esto pasaría tarde o temprano. No es culpa tuya.
            — ¡Sabes que…!
            A Youngjae le bastó una seria mirada de su compañero para dejar de hablar, convencido, o quizá atemorizado por la tensión que sentía en sus pupilas. No podía quitarse de la cabeza las palabras de su líder en aquella charla fortuita en medio del pasillo. “Ella quiere volver. Realmente quiere participar.
            — Si crees que eso te aliviará… Ve a hablar con ella.
            — ¿Eh? — Youngjae giró la cabeza hacia Daehyun, sorprendido.
            — No ganas nada amargándote de esa forma. Sabes donde vive. Ve a hablar con ella — Daehyun estaba sorprendentemente relajado.
            Ante el silencio que se formó entre ambos, unos pasos arrastrados que empezaron a acercarse lentamente a ellos llamaron su atención. Youngjae fue el primero en girarse en dirección a ellos, y una sensación de incredulidad agobiante y abrumadora le oprimió el corazón, creando un vacío en su pecho realmente angustioso, cuando vio lo que se aproximaba a ellos. Daehyun, que estaba más en su mundo, tuvo que esperar a darse cuenta de la mueca de Youngjae para girar también la mirada, recibiendo un shock aún más impactante, al no esperarse presencia alguna.
            El viento soplaba.
            Los pasos se habían detenido a pocos metros de la furgoneta y de ellos y era imposible ya ocultar su presencia. La estaban viendo allí, realmente. Estática, tranquila, más que de costumbre. Se mantenía seria y sin expresión, con la mirada perdida, pues no miraba realmente a ninguno de los dos. Daehyun, que estaba apoyado contra uno de los laterales de la furgoneta, se impulsó y se puso de pie con torpeza, quedándose frente a Yoori, sin palabras. La miraba de arriba abajo sin saber exactamente qué decir.
            Ella… no decía ni una palabra. Dejaba que el ruido urbano llenase el silencio. A fin de cuentas, su actitud orgullosa y altiva podía venirse abajo si decía una sola palabra, y ella era más consciente de ese hecho que nadie. No le sorprendía que Daehyun la viese con esos ojos, probablemente le sorprendía más la relativa tranquilidad de Youngjae. A fin de cuentas no mostraba la imagen adecuada como para mirarla con tal tranquilidad.
            Podía sentir el sonido de las gotas de aceite impactando contra el asfalto violentamente, a pesas de ser tan sólo gotas. Las sentía resbalando por su cabello, por su piel y por su ropa, tropezando con toda la basura que la recubría. Su ropa parecía sacada directamente de un vertedero. Estaba sucia, mugrienta, burdamente manchada, y la brisa esparcía de forma involuntaria el hedor a aceite rancio y a podrido que desprendía. Sustancias de colores extraños resbalaban por su rostro y se entremezclaban con la transparencia de sus lágrimas, que resbalaban involuntaria y continuamente por sus mejillas, ensuciándolo todo a su alrededor.
            — ¿Yoori? — murmuró Daehyun, estático, aún impresionado ante lo que veía. A pesar de todo, la chica se mantenía quieta, orgullosa. Con la cabeza bien alta, quizá intentando disimular que todo lo que teñía sus mejillas de rojo en aquel instante era la vergüenza y la humillación. Las piernas le temblaban y sus ojos se hinchaban cada vez más, pero ella se negaba a abandonar la fuerza que quería transmitir. La seguridad. La convicción de que haber ido a aquel lugar había sido la decisión correcta.
            — Hola — susurró, con una voz llorosa y un nudo en la garganta, a pesar de querer disimularlo. Sonrió con la mayor calidez que sus fuerzas le permitieron antes de sollozar un par de veces — Me alegro de oír tu voz de nuevo, Daehyun…
            — ¿Pero…? ¿Qu-?
            Antes de que pudiese decir nada, Daehyun vio como Youngjae pasaba por su lado y caminaba con paso apurado hacia Yoori, que lo observó en silencio, sorprendida. Se dejó arrastrar cuando este la agarró por una de sus manos y tiró de ella al interior del edificio, dejando un rastro de basura por cada uno de los torpes pasos que Yoori se veía obligada a dar.
            Aquello había sido demasiado. La guinda del pastel.
            “Debo terminar con esto. De una vez por todas.” Youngjae se sentía culpable.

3 comentarios:

  1. Diossssssssssssssssssssssssssssssss sdsklasñdfkñadskf espero que la sigas pronto, perdón por no comentar pero igual lo leo LOL, lo amé *---*

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  2. aww~! tienes que seguir con la historia, esta increíble. La amé desde el primer capítulo *-*

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  3. Porfavor tienes que segirla....nada mas de pensar que voy por el capitulo4 y solo hay 5 me va a dar algo! no puedo pensar que solo me queda un capitulo voy a mori porfavor sigue escribiendola! eres impresionante!! <33

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