- Tipo: B.A.P, serial, menores 18, idol (misterio) x fan, hetero
CAPÍTULO 4: TRAICIÓN INVOLUNTARIA
Daehyun parecía con ganas de comerse al
ayudante del enfado.
— ¿Y aquí con llamar y renunciar ya está
todo arreglado? ¡¿Ni siquiera nos piden opinión a los implicados?!
— Y-Yo no sé
nada, tan sólo sigo órdenes… Se suponía que hoy iba a pasarse por aquí, pero
tampoco ha veni-
— ¡No quiero
excusas!
— Ya vale,
Daehyun. No seas infantil — Yongguk se dirigió a él, estático.
— ¡Cierra la
boca, estoy seguro de que esto es tu culpa! — todos se sorprendieron ante
semejante brutalidad y enfado en el comportamiento de Daehyun, quien era
alguien más bien pacífico con normalidad — ¡Si la hubieses tratado mejor esto
no habría pasado!
— ¿Qué pasa,
ahora te gusta esa extranjera? — el líder parecía tranquilo, lo cual enfadaba
más a Daehyun por momentos.
— ¿Quieres
que nos pongamos a hablar de a quién le gusta quién?
Himchan se
colocó entre ambos, separándolos con dificultad, pues el vocalista había
empezado a caminar hacia él y no precisamente en son de paz. Se mantuvo entre
ambos hasta que se la amenaza de violencia física parecía calmada, aunque ambos
seguían matándose con la mirada.
— No vales
nada como líder, te lo juro.
— ¿Vamos a
discutir por culpa de… esa?
— No es
‘esa’. Es una de las chicas que hace posible que tú estés donde estás hoy en
día con tu traje de importación de trescientos dólares.
— ¡Pero si
ni siquiera es nuestra fan!
— ¡No nos
metas a todos en el mismo saco, Yongguk! ¡Que te desprecie a ti por ser como
eres no quiere decir que no haya aprendido a apreciar el trabajo de los demás!
Los demás no
sabían qué hacer. Yongguk chasqueó la lengua, molesto, y se fue hacia un lado.
Daehyun lo miró alejarse, con el ceño fruncido, y desapareció con pasos bruscos
y molestos hacia el otro. Los demás se quedaron allí, sin saber hacia quién
correr.
— No sé quién
tiene razón — susurró Zelo, con mueca preocupada.
— Sí lo
sabes. Todos lo sabemos.
Daehyun
sintió la presencia de alguien gracias a los pasos huecos que resonaron por
todo el pasillo, lentos y miedosos, acercándose a él. Se giró por la mera
curiosidad de saber quién era y si tenía que alejarlo de un grito, pero ver a
Youngjae lo tranquilizó.
— Siento el
espectáculo de antes — dijo sin mirarlo, mientras se sentaba a su lado.
— No has
dicho nada que los demás no pensemos — le aclaró, incómodo.
Daehyun dejó
escapar una sonrisa de resignación.
— Pero la
culpa no es de Yongguk — dijo Youngjae tras un silencio.
— Claro que
sí. ¿De quién iba a ser sino? — Daehyun empezó a reírse, girando el rostro
hacia Youngjae, pues esperaba que él también se riese. Pero no lo hizo. Su
sonrisa fue desapareciendo gradualmente, y, sin esperar a que Youngjae lo
mirase directamente, la mueca de confusión salió por sí sola — ¿De quién iba a
ser sino? — repitió, lentamente.
— Daehyun… —
Youngjae suspiró — Tengo un favor que pedirte.
— Esos humos
no son normales en ti, Yongguk.
El líder
permanecía sentado en el respaldo de un banco público en la entrada de los
estudios, con los pies sobre el asiento y las manos sobre las rodillas, ausente
del mundo. Ignoró por completo el comentario y la risa de Himchan, a quien
había sentido llegar incluso antes de mediar palabra.
— No tengo
ganas de tonterías — sentenció, serio.
— No vengo a
sermonearte, creo que ya es demasiado tarde para que te sermoneen. No eres un
niño. Aunque a veces lo parezca.
— ¿Qué es lo
que quieres? — le espetó, poco paciente, girándose hacia él con brusquedad.
— ¿Yo? Nada.
Pero deberías cuestionarte cuándo tienes razón y cuando no.
Yongguk iba
a contestarle pero una vocecilla cantarina le impidió hablar.
— ¡Ho-Hola!
— Himchan alzó las cejas ante Eunhee, que apareció ante ellos con la
respiración agitada y arreglando su despeinada y lacia cabellera negra con sus
finos dedos, sonriendo embobada — ¡M-Me han llamado, y…!
— Un gusto
verte de nuevo, Eunhee — Himchan sonrió, haciendo una reverencia. La chica
emitió un gritito ahogado de emoción.
— ¡E-El
gusto es mío! — rió, tiernamente — ¿A-Alguno podría indicarme donde están los
servicios? — la chica mostró su ropa con reparo, la cual se veía algo salpicada
y sucia — Me he chocado con una señora mientras venía, y… ¡Qué vergüenza…!
— No pasa
nada, yo te acompaño. Creo que Yongguk no está de humor ahora.
Antes de
darle tiempo a preguntar, agarró a la chica del brazo y se la llevó al interior
del edificio. Yongguk se quedó solo.
Sólo y
pensativo.
「— Me alegro de que hayas decidido acompañarme. Sería una pena
que se estropease uno de mis tickets — Eunhee susurraba con cuidado de no
molestar a nadie de aquella sala de cine.
— Un idol
debería hacer cualquier cosa por sus fans, ¿no? — le respondió Yongguk, con una
sonrisa.
— ¿Has
venido como idol o como Yongguk?
— Quién sabe
— sonrió.
Alguien
detrás de ellos susurró un “¡Shhh!” que los hizo reír por lo bajo. Siguieron
viendo la película en silencio y, viendo la preciosa noche que hacía,
decidieron ir a dar un paseo cuando esta terminó.
— Nunca
pensé que podría pasear por la ciudad a tu lado, oppa — le susurró Eunhee, con
una sonrisilla tímida.
— ¿Por qué
no? Nada es imposible. Sólo improbable — rió.
— No lo sé…
Tan sólo lo creía un sueño inalcanzable. Pero ahora… soy feliz — rió, tímida —
y este concurso es el tope de mi felicidad.
— ¿Lo crees?
Eunhee
asintió, adquiriendo un encanto extra.
— Sí… Y me
consideraré aún más afortunada si gano la final. Estoy convencida de que lo
haré — agarró su pequeño bolso de lentejuelas entre sus manos, tímidamente — Y
nada puede ganar al amor que siento por B.A.P. así que…
— Wao, te
veo confiada — rió, alzando una ceja.
— ¿Cómo no
voy a confiarme? ¡Si la otra ni siquiera os conocía!
Eunhee se
echó a reír alegremente, pero la mueca repentina de Yongguk le hizo darse
cuenta de que había dicho algo indebido. Detuvo su risa gradualmente para no
dar una imagen tan sospechosa y miró al suelo, nerviosa.
— Los
rumores corren rápido… — susurró, sonriendo.
— Ah… Sí, es
cierto. Muy rápido. 」
”Estoy
loco. Estoy realmente loco.”
……….
— ¿Estáis listos? — un miembro del equipo
se acercó a los miembros del grupo, que lentamente volvieron a reunirse. Casi
todos — Acabo de preparar la furgoneta, tenéis una prueba de estudio en media
hora.
— ¿Prueba de
estudio? Nadie nos ha dicho nada.
— Con la
renuncia de la otra chica tenemos que adelantar la grabación del nuevo álbum.
— ¿Renuncia?
— interrumpió Eunhee, con una mueca de incredulidad. Pronto se echó las manos a
la cara, cubriéndose los labios emocionada — ¿Qué significa eso? ¡¿He ganado?!
¡¿He ganado?! — empezó a gritar histéricamente, con los ojos empañados en
lágrimas. Los demás miembros no parecían tan felices, aunque ella no llegase a
darse cuenta. O quizá no quería darse cuenta.
— ¡Oe,
tenemos que irnos! ¿A dónde diablos se ha ido Yongguk? — el mánager de B.A.P.
les habló desde la puerta, enfadado.
— ¿Cómo? —
le respondió Daehyun, alzando la voz.
— ¡Se acaba
de ir! ¡Estaba hablándole y se ha ido corriendo como si nada! ¡Ese mocoso…!
Todos
intercambiaron miradas, estupefactos.
……….
“Estúpida mocosa. Primero se hace la heroína
y luego renuncia tan fácilmente. Las heroínas no renuncian así como así.”
Se sentía tan… idiota. Él nunca se comportaba de un modo
tan impulsivo y sin embargo, ahí estaba. Corriendo por las calles de Seoul sin
pensar en nada, sin hacer caso de su respiración agitada, de la multitud que
parecía querer frenar sus pasos, una masa que viajaba a contracorriente,
molestándolo. Sus jadeos resonaban como brutos golpes de aire en su cabeza, el
ruido urbano era silencio para él, su mente estaba en blanco, tan sólo corría,
sentía algo que le decía que no debía detener su impulsiva carrera; ni siquiera
él entendía qué estaba pasando. No se había parado a pensar en ello, pero estaba loco, realmente loco. Lo había
dejado todo atrás sin pensar en las consecuencias, tan sólo se había levantado
y había echado a correr, como si en aquel momento no importase nada más.
“No des consejos a nadie si ni siquiera
puedes aplicarlos a ti misma.”
La multitud se deshacía
en pequeños grupos de personas que fueron dando paso al silencio, a la soledad
de unas calles desiertas en pleno atardecer. Podía escuchar su respiración con
mayor claridad a medida que avanzaba al lugar que uno de los ayudantes del
concurso le había indicado. “Estoy loco.”
No paraba de repetirlo. Una punzada de nerviosismo se clavaba en su estómago
cada vez que pensaba en ello, y una imagen se formaba en su cabeza. “Estoy loco.” Un torrente de sensaciones le revolvía el
estómago a medida que se acercaba.
Su carrera
se detuvo de repente. Finalmente permitió que su respiración lo dejase sin
habla. Se mantuvo quieto en aquella acera ensombrecida, jadeando agotado, sin
quitar la mirada del fondo de la calle. Primero pensó que tenía que ser una
broma, pero no.
No lo era.
— Yoori…
Inseguro,
empezó a caminar. Sus pasos resonaban fuertes y ásperos en medio de aquella
calle silenciosa. Cuanto más cerca estaba, menos se lo creía.
Yoori, la
chica a la que había calificado como fuerte y con un genio difícil de
quebrantar, estaba a pocos metros de él. Sentada en el suelo, encorvada y con
el rostro oculto entre su gran mata de cabello negra, en una postura… patética.
Se veía realmente patética.
Llegó a su
lado e, inseguro, se agachó. Se puso de rodillas, estupefacto, sin saber
realmente como actuar ante lo que estaba viendo. Estaba sentada sobre un charco
de algo similar al aceite. Por su cabello y su ropa quedaban restos de huevos
rotos y diferentes desperdicios. Pieles de plátano, espinas de pescado. Estaba
sucia. Sucia y hundida.
Yongguk
movía los labios como si quisiese decir algo, pero no sabía que decir.
— Vete… — la
voz rota y hundida de Yoori quebró el silencio, sollozante — No quiero que
nadie me vea…
“No sé qué decir”, pensaba él.
— ¿Q-Qué-?
— Vete…
— No me voy
a ir, así que si es para decir eso, cállate — le espetó. Pero a pesar de todo,
le hablaba muy suave, muy despacio. Probablemente su última intención era
enfadarla o hablarle en un mal tono.
El líder
alzó una de sus manos, dudoso, y la colocó en el mentón oculto de la chica para
obligarle a alzar el rostro. Ella se resistía, pero no tanto como para
impedirlo. La alzó hasta que pudo mirarla directamente, a ella, a sus ojos
llorosos, hinchados y rojizos, por los que aún resbalaban grandes lágrimas.
Había perdido todo el talante que la caracterizaba, todo su temple, su genio.
Se dio cuenta de que realmente no era más que un trozo de cristal, listo para
ser roto con cualquier golpe. Mantuvo su mueca de condescendencia en el
exterior, pero en su interior empezó a brotar una ira que ni siquiera él sabía
de dónde provenía.
Ninguno de
los dos parecía tener nada que decir.
— No… No tienes buena cara — le susurró
Yongguk, sonriendo de una forma que dejaba claro que sus palabras no llevaban
ninguna mala intención.
No recibió respuesta alguna. Yoori bajó la
mirada. Un huevo crudo resbaló lentamente por el flequillo de la chica y cayó
lento y pegajoso hasta la mano del líder, que aún la sostenía por el mentón.
Yoori lo vio durante unos segundos, emuló un puchero que no podía esconder y
empezó a llorar como una niña pequeña.
— No pasa nada, no pasa nada, no llores… No
aquí — miraba hacia ambos lados cerciorándose de que nadie los estaba mirando —
Es sólo… un huevo.
— Quiero abrazarte, Yongguk — palabreó de
repente casi de forma inentendible, en medio de su fuerte llanto — Quiero
abrazarte pero estoy sucia…
Yongguk la miró fijamente. Finalmente, se
sintió bien consigo mismo.
No dudó ni
un solo segundo en acercarse a ella y retenerla entre sus brazos cálidamente.
Se acercó a ella y la abrazó, en silencio, sujetando su cabeza con una de sus
manos. Yoori se esperaba un grito, una mirada de desprecio; se esperaba
cualquier cosa de aquel sujeto, menos aquella respuesta. No habían sido
necesarias las palabras para decir todo lo necesario en aquel momento. Yoori
sintió sus manos, aquellas grandes manos deslizándose por el interior de su
grasienta cabellera, acariciándola. Podía sentir su aroma, la calidez de su
pecho contra su piel; pudo sentir la intención de aquel chico de alejarla de
toda la tristeza que la rodeaba y ello bastó para que su llanto dejase de ser fruto
de la tristeza. Lloró, dejó que las lágrimas volviesen a salir violentamente,
más como un desahogo que como algo lastimero. No se lo creía, no podía creer
que aquel sentimiento tan reconfortante hubiese brotado en su interior gracias
a él. Justamente él.
Mantuvo la
cabeza oculta en su pecho y se quedó allí quieta, entre sollozos. No necesitaba
nada más. No había rencores, no había odios ni reproches. Tan sólo aquel
abrazo. Las caricias que sentía en la parte trasera de su cabeza, la
respiración de Yongguk contra su cuello. Nunca llegó a creer que se alegraría
tanto de tenerlo junto a ella.
— No llores
— sintió su voz grave y escueta contra su oído, con un deje cariñoso que le
puso la piel de gallina — ¿De acuerdo?
— Yongguk…
— No quiero
oírte llorar — no dejaba de acariciar su cabello, la abrazaba como si realmente
no hiciese falta ninguna explicación acerca de lo sucedido — No me gusta la
Yoori que llora. Si tengo que elegir, prefiero a la otra.
Yoori sintió
una punzada en su interior. Empezaba a decepcionarse incluso a sí misma.
— Yo sólo
quería viajar a Seoul, Yongguk… Era mi sueño… Me gustaba tanto este lugar… Su
gente, su comida, sus tradiciones… — la voz rota de la chica sonaba
entrecortada como un eco apagado contra la ropa del líder — La música, me
encantaba tanto vuestra música…
— ¿Por qué
hablas en pasado? ¿Ya no te gusta?
— Ni
siquiera quería presentarme a ese estúpido concurso…
Yongguk
había cerrado los ojos desde el momento en que la había abrazado. Con aquellas
palabras frunció el ceño, aumentando aún más la presión en sus ojos cerrados.
— ¿Vas a
retractarte de tus palabras? — le susurró al oído, de repente — No creas que no
recuerdo lo que me dijiste el primer día. Que no te arrepentías de presentarte.
— No pensaba
que las cosas serían así. No pensaba que habría gente así…
— Yo tampoco
pensé nunca que acabaría en medio de la calle abrazando a una ensaladilla
humana, y aquí estoy — Yongguk escuchó de repente como los llantos de la chica
aumentaban en tono y en volumen. Con un gesto apurado y maldiciendo en sus
pensamientos, se apuró a retractarse — ¡No, no, no, no! ¡No, no llores! ¡No
llores! Era broma, ¿de acuerdo? E-Escúchame, era… Sólo quería mejorar un poco
el ambiente…
La apretó
con más fuerza contra él, justo para deshacer el abrazo momentos después.
Volvió a mirarla fijamente. Antes de darse cuenta, se había perdido en sus
grandes ojos verdes. Soltó su mentón para acariciar su mejilla, manchada y
humedecida por las lágrimas, pero no parecía importarle. Disfrutaba igualmente de
la suavidad de su piel, de lo inocente de su rostro. Se había perdido en la
pureza e inocencia de sus gestos, en el dolor de sus lágrimas. Sintió la
necesidad de que el mundo se detuviese, hasta satisfacerse por completo de
aquella sensación tan extraña que brotaba en su estómago.
Le faltaban
las palabras. Tanto que decir, y tan pocas formas de expresarse.
— ¿Yongguk?
— susurró Yoori cuando empezó a sentir que su mirada la avergonzaba. Tan fija,
tan… penetrante.
El líder se
encogió de hombros lentamente, intentando dar con las palabras que describiesen
con exactitud lo que sentía. Pero antes de que pudiese hacer más que entreabrir
los labios y vocalizar en silencio, su móvil sonó.
「Llévatela de ahí. No mires; os están
grabando desde la otra acera.」
Yongguk
alzó la mirada con disimulo hacia ambos lados de la calle. Vio a Youngjae al
final de ésta, apoyado contra el muro del edificio. Con una mueca de disgusto y
con un disimulo extremo, una vez ambos compartieron una mirada, se levantó y
desapareció por la esquina del inmueble, dejándolos solos de nuevo.
— ¿Este es tu edificio? — la chica asintió
tímidamente, empezando a limpiarse toda la porquería que tenía encima — Vamos,
levántate. Te llevo a casa.
Se puso de
pie y esperó a que ella hiciese lo mismo, pero se levantaba con una lentitud
que lo enervaba. Le tendió la mano y pudo ver lo mucho que le temblaban las
piernas, por lo que pensó en una situación más rápida. “Al diablo con la grabación”, pensó. Tiró de ella hacia arriba para
ponerla en pie y se agachó rápidamente para pasar uno de sus brazos por debajo
de sus rodillas y así cogerla en brazos.
— No tendría
que hacer esto si no fueses tan lenta — se exculpó cuando ella empezó a
patalear para que la soltase. E ignorando sus chillidos, subió con ella al
tercer piso en brazos, como todo un caballero.
Las cosas
parecían ir de mal en peor cuanto más subían. Sin contar que por momentos
sentía que llevaba una bolsa de basura agazapada en su pecho, la visión de su
rellano lo dejó sin palabras. Alguien había escrito con espray negro la palabra “aprovechada” en coreano, en su puerta. La
pared estaba pintada con un “lárgate de ahí”.
— Tengo que
borrarlo antes de que lo vea la casera o me echará — susurró, sin tan siquiera
separar la cabeza de su pecho. Aún así, sabía la razón por la que se había
parado.
— ¿Las
llaves? — no quiso darle más importancia al tema, aunque era cierto que era una
pintada muy cruel. Se agachó un poco para que ella pudiese abrir la puerta,
pues él tenía las manos ocupadas, y una vez abierta, ambos entraron en el
apartamento.
Le costó llevarla
en brazos sin tropezarse con nada. Los pasillos eran pequeños y estaban llenos
de estatuillas, maletas y ropa. El piso en sí era un desastre.
— No mires
demasiado — se apresuró a decir, avergonzada.
— Y yo que
pensaba que Himchan era desordenado.
— ¡Q-Que no
mires!
La llevó
hasta el salón y la sentó frente a él, dejando el suelo pringoso y lleno de
aceite. La agarró por los brazos impidiendo que se levantase, pues parecía lo
que quería hacer.
— Hablemos,
primero. Si me contestas, dejaré que vayas a darte una ducha.
— No tengo
por qué obedecerte.
— ¿Así que
querías abrazarme, eh?
Yoori bajó
la mirada. Sollozó un par de veces en medio de un puchero vergonzoso.
— Veo que
nos entendemos — Yongguk sonrió dulcemente. En el fondo se lo estaba pasando
bien; pero la sonrisa pronto se convirtió en un suspiro, y el suspiro en
seriedad — ¿Qué ha pasado?
— Me… Me
tropecé y caí encima de una bolsa de basura — susurró, sin levantar la cabeza.
— Lo peor de
todo es que te veo capaz de hacerlo — le espetó, mirándola con cierta
inseguridad — Pero no, sé que me estás mintiendo. ¿Tengo que adivinar yo?
Yoori guardó
silencio.
— Muy bien.
Mírame. Vamos, mírame — Yongguk le alzó el rostro, obligándola a mirarlo
fijamente — Ha sido ella, ¿verdad?
— ¿Ella? —
le respondió, evitando su mirada — No te entiend-
— Tú tampoco
eres una experta mintiendo — sonrió — Yoori, no hagas esto más complicado, ¿de
acuerdo? Mírame — le redirigió el rostro aún sin soltarla para que volviese a
mirarlo — Ha sido Eunhee, ¿verdad? — notó la tensión en el rostro de la chica
nada más decir ese nombre. Ambos permanecieron unos segundos en silencio, a
pesar de que Yongguk estaba deseando oírla hablar — Dímelo.
— No… —
susurró, con un hilo de voz — No sé su nombre — frunció los labios, reprimiendo
un sollozo. Espinas de pescado cayeron de su cabello con el movimiento de su
cabeza, acrecentando sus ganas de llorar — Déjame darme una ducha…
— No, hasta
que me cuentes que ha pasad-
— Quería que
renunciase, ¿vale? — lo interrumpió de repente, alzando la voz para superponer
su voz al tono de Yongguk y hacerlo callar — Quería… ganar el concurso. Y nos
hizo renunciar a las otras dos — Yoori lo miró fijamente — Aparecía en mi
puerta cada vez que me disponía a visitaros y siempre me hacía lo mismo. Me… Me
dejaba hecha una porquería para que no pudiese salir de casa, y... “No pensarás
salir así a la calle, ¿verdad?” Sabe mis datos personales, mi nombre, mi
domicilio. Lo sabe todo sobre mí y ni siquiera sé por qué — Sus ojos se
empañaban a medida que hablaba — Pero ya está, ¿no? Ya he renunciado al
concurso.
Una lágrima
se escapó de sus ojos.
— Se acabó.
Se deshizo
de las manos de Yongguk y se levantó, caminando directa al baño sin mirar
atrás. Y él se quedó allí, preguntándose a sí mismo si realmente quería que las
cosas fuesen así. Preguntándose si realmente no podía hacer nada para evitar
que se fuese, y sobre todo, preguntándose por qué le molestaba tanto la simple
idea de imaginársela lejos de él.
Se quedó
allí sentado mientras oía el agua correr, a lo lejos, en la otra habitación.
Pensaba en todo lo que había dicho, sobre todo en una parte concreta: Sabe mis datos personales, mi nombre, mi
domicilio. Lo sabe todo sobre mí y ni siquiera sé por qué. Aquella parte se
le hizo curiosa cuando fijó la mirada sobre el portátil que tenía en la mesa
del salón, frente a él. Una ventana de Twitter estaba abierta y podía ver como
llegaban cientos de interacciones por minuto, y los mensajes de apoyo se
solapaban entre las decenas y decenas de insultos y palabras mal sonantes que
leía. Internet estaba plagado de fotos del backstage de B.A.P., habitaciones
privadas… La información del grupo parecía haberse filtrado de forma asombrosa.
Estaba tan concentrado leyendo lo que escribían que apenas se dio cuenta de los
pasos que se dirigían de nuevo al salón. Se levantó con apuro cuando la vio
aparecer por el pasillo del fondo, disimulando pobremente el hecho de haber
metido las narices donde no debía.
— Por fin,
pensaba que te habías ahogado — dijo, orgulloso.
— Tenía la
piel aceitosa… — se disculpó Yoori.
La situación
era incómoda. Yongguk se acercó varios pasos a ella con apuro gesticulando como
si no encontrase las palabras para decirle lo que quería. Y efectivamente,
cuando se quedó frente a ella, no supo qué decir.
— Escucha,
Yoori… — suspiró, inseguro.
La chica
alzó una mano como signo para interrumpir sus palabras. Se quedó en silencio
varios segundos, con los ojos cerrados.
— Dame una
razón por la que no deba renunciar — le respondió ella lentamente, mirándolo
fijamente. A pesar de la seguridad que parecía querer transmitir, su mirada
seguía siendo la de un cachorrito asustado y humillado — Solo una.
Yongguk
tenía demasiado que decir como para resumirlo todo en una sola razón. Puso los
brazos en jarra y suspiró, quedándose en silencio varios segundos. Pero
entonces comprendió que la respuesta era más sencilla de lo que parecía.
— Porque la
Yoori que yo conozco no dejaría salirse con la suya a una arpía como la que
está a punto de compartir pantalla con nosotros — le dijo finalmente, con una
disimulada mueca de súplica — y porque este MV sin Ririmato no será lo mismo.
Yoori agachó
la cabeza, abrazándose a sí misma con pavor.
— Deja que
me lo piense, ¿de acuerdo?
Yongguk
sonrió ampliamente, a pesar de haber querido evitarlo. Rodeó a Yoori con sus
grandes brazos y la apretó contra su cuerpo en un cálido abrazo, en silencio.
Perdió el rostro en su cuello y dejó que ella lo hiciese en su pecho, sin que
hiciese falta romper ese momento con palabra alguna.
— Hueles… a
vainilla — susurró contra su piel, sonriendo plácidamente. El aire caliente de
su respiración chocaba contra su cuello y estaba poniéndole a la chica la piel
de gallina — Pienso decirles a todos que te lanzaste a mis brazos.
— ¡Pero si
has sido tú! — exclamó, separándose de repente. Yongguk se cruzó de brazos y
rió, tranquilo.
— Ya, pero
ellos no lo saben.
Y con un
guiño burlón, cogió la puerta y se fue.
……….
— ¿Se puede
saber dónde te habías metido? — el tono molesto de Daehyun recibió a un
relajado Yongguk de nuevo en la recepción del edificio.
— Tenía algo
que hacer — se limitó a contestar, caminando tranquilo, con las manos en los
bolsillos.
— ¿Qué te ha
pasado, hyung? Das asco — Zelo señaló con mueca de reparo su ropa, la cual
estaba completamente impregnada de basura y desperdicios varios.
— Oh, ¿esto?
Nada importante. Me tropecé con una señora mientras venía.
Ante la
ignorancia de los demás destacó la mueca de sospecha de Himchan, aunque no
tanto como la de la concursante que tenía a su lado. El líder se limitó a reír
misteriosamente antes de desviar sus pasos hacia un enfadado mánager que no
dudaría en darle una buena reprimenda.
— ¿Crees
que…? — Zelo se acercó a Himchan cuando los demás empezaron a marchar hacia uno
de los estudios de canto. El subvocalista lo miró en silencio y le dedicó una
sonrisa tranquila junto a una mirada cómplice.
— Sólo un
tonto no lo creería — le respondió, riendo.
Yongguk
salió tras varios minutos de dura reprimenda del despacho del director, igual
de sonriente que antes. Mientras caminaba sueltamente por el pasillo maldecía
lo idiota que podía llegar a ser a veces. “Me
encanta que las cosas salgan como yo quiero”, pensaba, con una sonrisa. Detuvo
sus pasos cuando alguien cortó su paso de repente, sin mediar palabra. Un
Youngjae con mala cara permanecía en medio del pasillo, obstruyendo el camino.
— ¿Pasa
algo? — le preguntó, con una sonrisa.
— ¿Por qué
estás siempre metiendo las narices donde no te llaman? — aquella salida de tono
de Youngjae sorprendió al líder más de lo esperado. Reaccionó a tal comentario
alzando las cejas, incrédulo, permaneciendo en silencio, pues parecía que no
era lo único que tenía que decir — ¿Por qué has ido a verla?
— ¿Y qué si
he ido? — ambos parecían entenderse de sobra sin necesidad de mencionar nombre
alguno. Yongguk entrecerró los ojos con curiosidad.
— ¿No te das
cuenta de que lo está pasando mal? ¿Por qué la presionas? ¿Quieres que las cosas
empeoren? — Youngjae estaba realmente enfadado — Acaba de renunciar y tú,
¡precisamente tú! — dijo, con un aire de incredulidad — eres el que vas a
decirle que vuelva, tú, quien no la soportó desde el primer momento. ¿A qué
juegas?
— Lo estoy
haciendo por Daehyun — le dijo, casi interrumpiéndolo. Intentaba convencerse a
sí mismo de ello, repitiéndoselo una y otra vez desde que la había visitado. “Hago esto por Daehyun, hago esto por
Daehyun…” — Y voy a corregirte — Yongguk irradiaba la tranquilidad propia
de alguien que sabía que podía ganar aquella discusión, disponiendo de los
argumentos adecuados — No ha renunciado. La han hecho renunciar.
— ¿Qué estás
diciendo?
— Ella misma
me lo ha dicho — asintió lentamente, alzando las cejas — Ya sabes que algunas
fans harían lo que sea por conseguir acercarse a nosotros… ¿Quieres que
hablemos sobre ello? Déjame preguntarte algo, entonces; ¿quién haría algo así?
O mejor dicho, ¿quién podría hacer algo así? Y, ¿por qué?
Youngjae no
dijo una palabra. No seguía el sarcasmo del líder.
— Por alguna
razón se ha filtrado que Yoori era una de las concursantes. Sabemos que una
segunda renunció sin tan siquiera una visita. Y una tercera llega semanas
después de que nuestra querida y patosa extranjera decida no aparecer más por
el estudio; días después, renuncia.
Yongguk
sonrió. La mueca de su compañero de grupo le decía que estaba yendo por buen
camino para darse a entender.
— De verdad,
¿a qué juegas, Yongguk? — insistió, escéptico.
— Hay
alguien que la ha hecho renunciar. Y sólo hay un nombre, una sola persona que
salga beneficiada con eso — alzó el rostro y vocalizó lentamente, con una
sonrisa victoriosa — Eunhee.
Youngjae
frunció el ceño. Yongguk se sentía victorioso. Aliviado y victorioso. Lamentó
que no hubiese nadie más para aplaudir su lógica en aquel momento.
— Deberías
dejar de sacar conclusiones tan precipitadas. En el mundo en el que nos
movemos, podrían resultar peligrosas — Youngjae no parecía dispuesto a dar el
brazo a torcer. Firme en su posición escéptica, desafiaba la lógica de su líder
a pesar de no tener argumentos en contra.
— Ella
quiere volver — insistió Yongguk, comprensivo; más que de costumbre, realmente
— Realmente quiere participar.
Youngjae se
limitó a observar a su líder con una mueca de inseguridad.
— Primero la
odias, y después la defiendes — suspiró, incrédulo — ¿A qué juegas, Yongguk?
Negando con
suavidad, se dio la vuelta… y se fue.
……….
Zelo y
Himchan se bajaron de la furgoneta con mala cara; incluso aún queriendo
disimularlo era imposible no fijarse en la decepción de su mueca, en lo decaído
de su rostro. Probablemente su pesadumbre no sería ni comparable a la del
líder, que se bajó del automóvil con el ceño más fruncido que de costumbre,
ignorando a todos los de su alrededor. Daehyun lo miraba de vez en cuando, sin
decir nada y a la vez diciéndolo todo.
— Olvídalo,
Yongguk — parecía decepcionado. Al contrario que su líder no se notaba en el un
ápice de nerviosismo o intranquilidad, estaba sereno, relajado. Como si la
esperanza lo hubiese abandonado definitivamente — No va a venir.
Yongguk no
quería creérselo. No podía creérselo. En su mente se repetían una y otra vez
desesperados “Tiene que venir”, que
brotaban de su interior de forma inconsciente. Miraba a un lado y a otro de la
carretera ignorando la negatividad de su compañero, centrado en sus propias
preocupaciones.
— Cállate.
— Así que
hoy es el último día, ¿eh…? — Himchan miraba al techo, tumbado en uno de los
sofás en la sala de reposo, intentando romper el incómodo silencio que se había
formado en el grupo. Miraba a todos lados pero nadie decía ni parecía tener la
intención de decir nada. Suspiró profundamente, yendo a por un segundo intento
— Quién nos iba a decir que casi han pasado tres semanas…
— Se han ido
volando — Jongup fue el siguiente en interceder. Parecía haber entendido la
llamada de auxilio desesperada de su compañero por animar un poco el ambiente
que, de forma generalizada, irradiaba un aura de pesimismo bastante sofocante.
Zelo estaba sentado en un sofá con la mirada perdida en ninguna parte y un
puchero mal disimulado, casi adormecido. Daehyun se había tirado cómodamente
junto a Jongup pero su rostro expresaba de todo menos comodidad. Yongguk ni
siquiera estaba con el grupo. Permanecía de espaldas a ellos, de pie, cruzado
de brazos y mirando por la ventana. Irradiaba un aura intensa, enérgica, propia
de un líder y al mismo tiempo, impropia en él. Parecía como si un campo de
fuerza lo hubiese rodeado, estableciendo un perímetro invisible al que nadie
debía acercarse si no quería salir mal parado.
— Y pasarán
más rápidas cuando empecemos a grabar.
La mención
de la grabación devolvió el silencio a la sala. La puerta corredera se abrió
para mostrar a un desganado Youngjae que llamó la atención de todos los demás.
— La
furgoneta acaba de llegar. Eunhee nos está esperando abajo para los primeros
preparativos.
— Oh —
Himchan asintió, vagamente — Ahora iremos.
Youngjae
volvió a desaparecer tras la puerta, ignorando la violenta mirada de Daehyun y
cerrando la puerta tras de sí. Uno a uno se fueron levantando de sus lugares,
vagamente. Primero Zelo, quien abandonó la sala con paso apurado; más tarde
Jongup y Daehyun; finalmente Himchan se levantó y, acercándose a su líder, le
dio unas suaves palmadas en uno de sus hombros, sin tan siquiera girarse a
mirarlo.
— El
concurso ha terminado. Vamos, nos están esperando.
Suspiró
nasalmente con cierta decepción y salió de la sala, dejando a su líder sólo. La
soledad y el silencio de la sala lo llevaron a encerrarse en sus propios
pensamientos.
Estaba tan…
decepcionado. No sabía exactamente si consigo mismo o con el resto del mundo.
¿Qué era esa sensación que lo invadía? Su corazón latía muy rápido y por
momentos sentía la necesidad de romper la ventana que reflejaba ante sus ojos
el exterior del edificio. Estaba realmente decepcionado.
Quería
verla. Tan sólo quería verla.
— ¿Estáis
todos? Ya tenemos todo a punto.
Todo el hall
del estudio estaba alborotado. Ayudantes y miembros del equipo se movían de un
lado a otro transportando material y preparándolo todo para la grabación.
Eunhee observaba todo lo que le rodeaba como una niña pequeña, sonriendo
ampliamente, sin saber a qué mirar. Se giraba continuamente hacia todos lados,
haciendo que sus dos lacias coletas negras se balanceasen dulcemente hacia
todos lados con el movimiento de su cabeza. Reía sin parar, emocionada.
— ¡Cuánto
material! ¡Increíble! ¡Todo es tan…!
— ¿Quieres
que te llevemos a ver la sala de material? — Himchan se dirigió a ella con una
sonrisa y apenas le dio tiempo a terminar su pregunta para recibir una efusiva
afirmación. Jongup y él entraron con la chica al interior del edificio, después
de que varios técnicos les confirmaran que hasta dentro de veinte minutos como
mínimo no saldrían.
En la
entrada del edificio permanecieron Daehyun, Youngjae, Yongguk y Zelo. Todos
parecían tener mucho que decir, pero sobraba prudencia.
— ¿Acaso
esperabas resolverlo todo en un solo momento? — la voz de Daehyun los
sorprendió a todos. Nadie dijo nada, tan sólo Yongguk se limitó a dirigir una
mirada asesina hacia su compañero. Podía sentirse la tensión en el aire.
— Cállate.
— Esto es
sólo culpa tuya, asimílalo de una vez.
— ¡Te he
dicho que te calles! — Yongguk se giró hacia Daehyun con furia y golpeó con una
de sus manos la carrocería de la furgoneta, provocando un estallido brusco y
fuerte que sorprendió a varias personas que caminaban por la calle. El líder
respiraba con agitación a pocos metros de su compañero, siendo agarrado por el
maknae, quizá porque podía sentir que aquello iba a acabar mal.
— Hyung…
Déjalo ya.
Yongguk bufó
bruscamente y, tras golpear una segunda vez la furgoneta, caminó con paso
furioso al interior del edificio. A pesar de que Zelo lo llamó varias veces, el
maknae terminó por seguir a su líder, dejando a los dos miembros restantes
solos al lado del vehículo. Youngjae permanecía quieto, con la mirada en el
suelo.
Se sentía culpable.
— Borra esa
mueca — le dijo Daehyun, tranquilo.
— Todo esto…
— Esto
pasaría tarde o temprano. No es culpa tuya.
— ¡Sabes
que…!
A Youngjae
le bastó una seria mirada de su compañero para dejar de hablar, convencido, o
quizá atemorizado por la tensión que sentía en sus pupilas. No podía quitarse
de la cabeza las palabras de su líder en aquella charla fortuita en medio del
pasillo. “Ella quiere volver. Realmente
quiere participar.”
— Si crees
que eso te aliviará… Ve a hablar con ella.
— ¿Eh? —
Youngjae giró la cabeza hacia Daehyun, sorprendido.
— No ganas
nada amargándote de esa forma. Sabes donde vive. Ve a hablar con ella — Daehyun
estaba sorprendentemente relajado.
Ante el
silencio que se formó entre ambos, unos pasos arrastrados que empezaron a
acercarse lentamente a ellos llamaron su atención. Youngjae fue el primero en
girarse en dirección a ellos, y una sensación de incredulidad agobiante y
abrumadora le oprimió el corazón, creando un vacío en su pecho realmente
angustioso, cuando vio lo que se aproximaba a ellos. Daehyun, que estaba más en
su mundo, tuvo que esperar a darse cuenta de la mueca de Youngjae para girar también
la mirada, recibiendo un shock aún más impactante, al no esperarse presencia
alguna.
El viento
soplaba.
Los pasos se
habían detenido a pocos metros de la furgoneta y de ellos y era imposible ya
ocultar su presencia. La estaban viendo allí, realmente. Estática, tranquila,
más que de costumbre. Se mantenía seria y sin expresión, con la mirada perdida,
pues no miraba realmente a ninguno de los dos. Daehyun, que estaba apoyado
contra uno de los laterales de la furgoneta, se impulsó y se puso de pie con torpeza,
quedándose frente a Yoori, sin palabras. La miraba de arriba abajo sin saber
exactamente qué decir.
Ella… no
decía ni una palabra. Dejaba que el ruido urbano llenase el silencio. A fin de
cuentas, su actitud orgullosa y altiva podía venirse abajo si decía una sola
palabra, y ella era más consciente de ese hecho que nadie. No le sorprendía que
Daehyun la viese con esos ojos, probablemente le sorprendía más la relativa
tranquilidad de Youngjae. A fin de cuentas no mostraba la imagen adecuada como
para mirarla con tal tranquilidad.
Podía sentir
el sonido de las gotas de aceite impactando contra el asfalto violentamente, a
pesas de ser tan sólo gotas. Las sentía resbalando por su cabello, por su piel
y por su ropa, tropezando con toda la basura que la recubría. Su ropa parecía
sacada directamente de un vertedero. Estaba sucia, mugrienta, burdamente
manchada, y la brisa esparcía de forma involuntaria el hedor a aceite rancio y
a podrido que desprendía. Sustancias de colores extraños resbalaban por su rostro
y se entremezclaban con la transparencia de sus lágrimas, que resbalaban
involuntaria y continuamente por sus mejillas, ensuciándolo todo a su
alrededor.
— ¿Yoori? —
murmuró Daehyun, estático, aún impresionado ante lo que veía. A pesar de todo,
la chica se mantenía quieta, orgullosa. Con la cabeza bien alta, quizá
intentando disimular que todo lo que teñía sus mejillas de rojo en aquel
instante era la vergüenza y la humillación. Las piernas le temblaban y sus ojos
se hinchaban cada vez más, pero ella se negaba a abandonar la fuerza que quería
transmitir. La seguridad. La convicción de que haber ido a aquel lugar había
sido la decisión correcta.
— Hola —
susurró, con una voz llorosa y un nudo en la garganta, a pesar de querer
disimularlo. Sonrió con la mayor calidez que sus fuerzas le permitieron antes
de sollozar un par de veces — Me alegro de oír tu voz de nuevo, Daehyun…
— ¿Pero…?
¿Qu-?
Antes de que
pudiese decir nada, Daehyun vio como Youngjae pasaba por su lado y caminaba con
paso apurado hacia Yoori, que lo observó en silencio, sorprendida. Se dejó
arrastrar cuando este la agarró por una de sus manos y tiró de ella al interior
del edificio, dejando un rastro de basura por cada uno de los torpes pasos que
Yoori se veía obligada a dar.
Aquello había
sido demasiado. La guinda del pastel.
“Debo terminar con esto. De una vez por
todas.” Youngjae se sentía culpable.
Diossssssssssssssssssssssssssssssss sdsklasñdfkñadskf espero que la sigas pronto, perdón por no comentar pero igual lo leo LOL, lo amé *---*
ResponderEliminaraww~! tienes que seguir con la historia, esta increíble. La amé desde el primer capítulo *-*
ResponderEliminarPorfavor tienes que segirla....nada mas de pensar que voy por el capitulo4 y solo hay 5 me va a dar algo! no puedo pensar que solo me queda un capitulo voy a mori porfavor sigue escribiendola! eres impresionante!! <33
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