sábado, 8 de septiembre de 2012

B. vs B.




- Autora: @DisabledComplex

- Tipo: BIG BANG, Block B, B.A.P, serial, hetero, +18 (mucho XD), idol x fan

CAPÍTULO 13

- P.O, ábreme, soy Totoro - gritó - Vengo... Bastante bien acompañada. 
- No estoy seguro de que el jefe quiera compañía hoy - dijo aun sin abrir. 
- Asómate y verás que sí - P.O le hizo caso y abrió la puerta. 
Miró a Totoro y seguidamente a mí, quedándose con ojos como platos. 
- Pasad - no se lo pensó dos veces. 
- Gracias - sonreí y pasé por delante suya.  

El recinto se centraba en un pasillo con muchísimas puertas y al final una habitación, a la cual nos llevaron. Me hubiera gustado ver qué había tras esas puertas, aunque ya lo descubriría más adelante. P.O nos guiaba, siendo seguido por Totoro dejándome a mí la última hasta que llegamos al final del pasillo.
Entramos en una habitación exageradamente grande, con una pantalla casi de cine y, en el centro, una especie de desnivel, lo cual hacía que los sofás pareciera que estuvieran en un hueco solo para ellos. Los sofás eran de tonos negros y lilas, igual que la mesa que había en el gran especio en el centro de ellos y los demás adornos, de los cuales no había muchos ya que las paredes perecían ser decoradas con graffitis en tonos naranjas, amarillos y morados.  
- ¿Quién era? - preguntó Zico levantando la vista desde el sofá. 
- Míralo por tí mismo - le sugirió, Totoro me dio un leve codazo dándome a entender que ya tenía que empezar a hablar. 
- Buenas noches - me adelanté de mi grupito y me acerqué un poco al sofá - ¿Se puede? 
- Claro... - dijo mirándome de arriba a abajo - ¿Cómo que te has escapado de tu castillo, princesa? - rió. 
- No me gustaba - me senté en frente suya - Puede que haya pensado en tu oferta, Zico - crucé las piernas apoyando mi espalda en el un cojín. 
- Sabía que no te resistirías mucho - dijo echándose hacia delante, apoyando los codos en las rodillas - ¿Y tu príncipe? 
- Yo de eso no tengo, me gustan más los lobos - sonreí divertida.  
- De acuerdo - volvió a echarse sobre su espalda - Creo que aquí de eso no te va a faltar... - sonrió. 
- Espero - me levanté, di la vuelta a la mesa y me puse de pie a pocos centímetros de él - la verdad es que mis días en la realeza no han sido bastante satisfactorios... - dije con un tono un poco infantil pero sentándome encima suya, pudiendo ver perfectamente su expresión. 
- P.O, tómate tu tiempo y avisa a los chicos, os quiero ver a todos en la sala de reuniones - ordenó sin dejar de mirarme - Y Totoro, tú quédate, que te lo quiero agradecer personalmente. 
- No tienes por qué agradecerme nada, vino por su cuenta, yo solo la he traído - dijo mirándose la manicura. 

Zico me miró y yo sonreí, como si estuviera confirmando lo que acababa de decir Totoro. Este deslizó sus brazos por mi cintura, sosteniendo mi espalda y pegándome más a él.  


- Y dime... ¿Qué te hizo cambiar de idea? - preguntó. 
- El amor o el odio, como quieras llamarlo - le conté. 
- Entonces es verdad, odiamos a la misma persona - y con eso empezó a acosar mis labios.


Me besaba con hambre, como si llevara tiempo queriendo probarme. Sus manos abarcaban gran parte de mi espalda, presionándome contra él. Tenía una lengua experta que recorrió todos los rincones de mi boca. Cuando nos separamos yo estaba jadeante, este hombre era demasiado intenso, aunque aparentemente tranquilo, como si supiera perfectamente qué hacía y su repercusión. Hizo una especie de aullido contra mi cuello y me dio un mordisco. 
  No me lo esperaba así que suspiré, en reacción a esto, Zico besó las marcas que quedaron de sus dientes y me quitó la chaqueta. Yo puse mis dos manos en sus mejillas haciendo que me besara. Tras intentar distraerlo un poco, una de mis manos se deslizó hacia abajo, confundiéndolo ya que acabó en mi pierna, pero gracias a Dios no hizo paso y pude esconder mejos el "regalo" que me dio Totoro, quitándolo de un clic y enredándolo rápida y sutilmente entre la chaqueta.

Sus manos empezaron a bajar por mi espalda, situándose en mis muslos, acariciándolos. Apoyé las rodillas en el sofá y me eché hacia delante, aguantándome al respaldo con una mano a cada lado de su cabeza. Con un pequeño movimiento me quité un tacón y con el otro pie empujé el otro. 
Nos separamos por un momento para coger aire y le quité la camiseta. Él perfiló mis costados con la palma de la mano, acariciándolos y buscando la cremallera del vestido. La encontró y tiró de ella hacia abajo. En ese momento, me puse de pie, dejando que el vestido se deslizara por mi cuerpo y acabara en el suelo. Zico me contempló por un momento y se levantó, casi empujándome, así que me senté en la mesa que tenía justo detrás mía. 
Sus manos rodearon mis pechos y las mías se deshicieron de su cinturón. Una hilera de besos bajó por mis clavículas hasta llegar al encaje negro del filo de mi ropa interior, el cual mordisqueó dándome a entender que sobraba. Le miré y sus dedos se deslizaron hacia mi espalda, desabrochando el sujetador. Entonces yo le fui quitando los botones del pantalón lentamente, torturándole, mientras él me comía con la mirada. Le miré divertida y apoyé la espalda en la mesa, tirándome. Zico se bajó los pantalones y me dio varios besos en la tripa, para acabar de desnudarme a mí también. Yo puse mis pies en el filo de la mesa, abriendo las piernas. 

Él se mordió el labio y entró en mí concentrado. Yo estiré los brazos y me aguanté los tobillos, dejándole más sitio. Zico puso las manos en mis rodillas y suspiró.

- No te recordaba tan... - intentó decir, yo le tiré del hombro hacia abajo, recostándolo encima mía.
- Calla - dije y le besé.


Me pareció sentir un gemido hacer vibrar mi lengua, me parecía normal, yo no suelo ser así de... ¿Dominante? Lo que me hace la venganza... 
Echado encima mía, sus manos acabaron en la parte superior de mis muslos, haciendo presión de mi cuerpo contra él. Dejé de besarle y me quedé con su labio inferior entre mis dientes, nos miramos a los ojos e hice fuerza, haciendo que sangrara un poco. Se quejó, aunque no estaba segura de que eso fuera precisamente una queja, ya que sus movimientos se volvieron más rápidos. Gemidos empezaron a salir de mi garganta, provocándolo. 
Con una gotita de sangre en el labio, besó mi barbilla, levantándose. Puso una mano tras mi nuca y acto seguido me levantó con él. En respuesta, enredé mis piernas en su cintura y él cogió mi trasero. Ya estábamos cerca, pues ahora más. Empecé a respirar contra sus labios, él fue a darme un beso pero le quité la cara, buscando su oreja. Empecé a mordisquear el lóbulo de su oreja.
Creo que Zico ya se estaba empezando a desesperar ya que sus embestidas eran más fuertes, haciendo que mi cuerpo se hiciera un nudo y tras el último empujón con un gemido nos deshiciéramos los dos. 
Le abracé por el cuello y le di un beso superficial. 

- Nos están esperando, será mejor que vayamos ya - sonreí y le miré a los ojos.

Él levantó las manos dejándome ver sus palmas y se separó, dejándome bajar y vestirme. Me puse mi ropa ágilmente, de espaldas, cogiendo la chaqueta en la mano. Intentando que no se cayera la pistola, le seguí hasta la puerta, la cual abrió y me dejó pasar.
Andé un tramo de ese gran pasillo hasta encontrar una puerta entre abierta. Me paré y miré a Zico, el cual asintió.

- Quédate aquí hasta que yo diga - dijo y asentí.

Entró y volvió a encajar la puerta, lo cual me dio una oportunidad de ponerme rápidamente la chaqueta y guardar el arma en el bolsillo mientras lo escuchaba todo. Me acerqué a la puerta para poder ver bien el "panorama", aunque no mejoró mucho.

- Bien chicos... - captó la atención de todos y presidió la mesa - Hace unos minutos un regalo llamó a nuestra puerta, quiero que lo veais - sonrió y estiró el brazo, apuntando hacia la puerta.

Sentí que era el momento en el que me tocaba salir, así que abrí la puerta y entré con aires de superioridad y las manos en los bolsillos de la chaqueta, como si cada vez que pisara derrochara fuerza. Pude ver que no solo estaban los miembros de Block B, también estaba el chico al que vi hablando con G-Dragon ese día... Supongo que serían B.A.P. Me senté al lado de Totoro y Zico siguió hablando.

- Sí, yo también pensé lo mismo, ¿será una trampa? - la verdad es que servía para dar discursos - La verdad es que creo que no. Esta personita que vemos aquí - me volvió a señalar - está con nosotros por el mismo motivo por el que nosotros afilamos nuestras navajas y recargamos nuestras armas todos los días.
- ¿Quién te dice que no la han mandado ellos? - preguntó desconfiado un miembro de B.A.P  el cual tenía el pelo negro bastante corto.
- Te lo aseguro yo misma, ¿por qué querría quedarme allí? - contesté vacilante.

Zico volvió a empezar a hablar, como dando razones por las que escusarme aunque no le presté mucha atención ya que saqué una mano de un bolsillo y le pasé el arma a Totoro bajo la mesa. Esta me miró sorprendida a lo que le contesté con una sonrisa, sin quitar la vista de Zico.

- Bueno, ¿algo más? - preguntó Zico dando una palmada.
- Sí, por tanto que creais que Big Bang me ha hablado de vosotros... No tengo ni idea de como os llamais - dije de repente mirando a B.A.P.
- Yo creo haberte visto alguna vez ya - rió el chico que me resultaba familiar - Mi nombre es Bang Yongguk y soy el líder de nuestro grupo - asentí - estos son Himchan, Youngjae, Daehyun, Jongup y Zelo - me los presentó señalándolos.

Ese tan "Himchan" fue quien hizo esa pregunta tan desconfiada, supongo que es normal que no se fíen de mí. Era un chico alto aunque no muy robusto. Tenía la mandíbula muy marcada y su pelo corto y negro la dejaba muy a la vista. El chico de su derecha era Youngjae, el cual tenía un peinado bastante... Extraño. Llevaba el pelo casi blanco con un lado rapado y unos mechones que apuntaban hacia arriba desde su coronilla. A pesar de ese corte de pelo, tenía cara de... ¿Buena persona? A saber cómo había acabado aquí. El siguiente era Daehyun el cual tenía una cara alargada y una mirada intensa pero su pelo me recordó a una palmera. Era muy alborotado y castaño con reflejos más oscuros y más claros. A su lado estaba Jongup, el que parecía ser el más "arreglado" de todos, ya que, aunque también tuviera un peinado alborotado, llevaba lentillas azules y un ligero maquillaje, haciendo resaltar sus ojos. Y, por último, el chico más alto del grupo: Zelo. Cuando me fijé bien en él me di cuenta de que tenía cara de ser solo un crío con un toque más infantil gracias a su pelo rosa. Todos iban muy bien conjuntados, como si hubieran salido de un vídeo musical. 

- No te preocupes si no los recuerdas, que nos vas a ver las caras - sonrió Jongup a lo que yo me sorprendí.
- Esto... De acuerdo - y dejé mi postura defensiva a un lado.
- Pues eso, que con Dios - dijo Zico y me miró.

Me levanté, le seguí y Totoro vino detrás nuestra. Volvimos a andar por ese gran pasillo, supongo que sería la parte principal de "la casa". Zico, el cual iba guiándonos, se paró frente a una puerta y la abrió. Entramos pero estaba oscura así que el líder estiró un brazo y alcanzó el interruptor. Las luces se encendieron y vimos una habitación con una cama muy grande en medio de ella, varios armarios y cómodas con cajones. La cama tenía una mesita a cada lado y un dosel que la coronaba. El cuarto era en tonos celestes y blancos, haciendo contraste con el pasillo y las puertas los cuales eran negros. 

A la derecha de la cama se encontraba una especie de ventanal bastante alto con un escaloncito delante de ella lleno de cojines. Era como el cuarto de una princesa. 

- Este va a ser tu cuarto a partir de ahora - sonrió y miró a Totoro - ¿Quieres quedarte tú también? - preguntó.
- Sabes que estoy bastante ocupada - le recordó.
- Bueno, tenía que intentarlo, una compañía de confianza no le vendría mal a Ann, no creo que todavía se fíe de nosotros - me miró de reojo.
- Os estoy escuchando - reí.
- ¿Te crees que no lo sé? - me miró Zico riéndose también - Supongo que querrás descansar, ya es tarde - miró su reloj.
- La verdad es que no estoy cansada - confesé.
- Bueno, siempre puedo cansarte yo - me miró divertido.
- ¡Bueno yo creo que me voy! - dijo rápidamente Totoro.


Zico se acercó a mí y enredó su brazo en mi cintura, presionándome contra él. Yo apoyé levemente mis manos en su pecho subiéndolas lentamente por sus hombros y abrazando su cuello. Este se acercó a mis labios, pero me apeteció romper el momento.

- ¿Con qué duermo? No traigo ropa - le pregunté.
- Vas a dormir conmigo, creo que es obvio que sin nada - seguía sonriendo contra mis labios. 
- Más te vale no acercarte cuando esté dormida, que tengo un sueño muy profundo - reí y tapé mi boca con una mano.

Zico apartó esa mano tirando de mi muñeca, sonrió e hizo que me ahogara en su mirada, era muy intensa. Me quedé embobada sin quererlo y este aprovechó para besarme. Alto seguido me soltó y caminó hacia la puerta.

- Voy a por algo de comer, ¿quieres? - volvió la cabeza y me miró.
- Ahora mismo lo que quiero es quitarme este vestido, los tacones me están matando - cada minuto que pasaba se me hacía más fácil hablar con él.

Zico volvió a entrar a la habitación y se acercó a una cómoda, tirando de un cajón, dejándome ver unos cuantos pijamas de pantalón largo y camisetas de tirantes.

- Tenía que preparar algo de ropa mientras no podíamos traer la tuya - con ese momentario recordé que yo debería de haber estado aquí antes.
- Espérame fuera - le empujé un poco y salió de la habitación.

Cogí el primer pijama que vi, era de... ¿Hello Kitty? Me lo puse y dejé el vestido y la chaqueta encima de la cama. Me comió la curiosidad así que miré qué más ropa había. Todos los pijamas eran de Hello Kitty. Una risa se escapó de entre mis labios, mejor esperaba a que él me enseñara qué ropa me había preparado, quería ver su cara.
Abrí un pequeño armario que había bajo la cómoda y no me equivoqué, era el zapatero. Metí ahí los tacones y encontré unas chanclas como de peluche, blancas.
Abrí la puerta y vi a Zico apoyado en la pared, esperándome. Me sonrió y me cogió de la cintura, guiándome de nuevo por ese corredor. 
Entramos en una de las primeras puertas a la izquierda y vi una gran cocina blanca y plateada, brillante. Tenía una luz clara que hacía que los electrodomésticos destellaran. En medio había una mesa con 8 sillas, tres en cada lado y una en cada extremo. 

- Siéntame, ¿quieres pizza? - me preguntó sin mirarme ya que estaba buscando algo en el frigorífico.
- Vale - contesté entusiasmada.
Miré como lo preparaba todo, intentando quedarme con los sitios de las cosas. No quería parecer torpe. 



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