domingo, 1 de julio de 2012

LOCURA

- Autora: Jeannelok

- Tipo: Hetero, horror, drama, sobrenatural, +18 (porque es de terror)

- Personaje principal: Seungho (MBLAQ)


CAPÍTULO 2: MENTIRA




Estaban todos agotados. Tenían todavía gasolina y comida, pero estaban agotados, porque no sabían a dónde iban, ni qué iba a suceder a partir de entonces. La idea de un futuro incierto, la falta de conocimiento… los estaba agotando mentalmente. Seungho quería darles esperanza, pagarles su confianza de algún modo, no obstante le resultaba imposible ofrecer algo que no tenía.
¿Qué iban a hacer con sus vidas? Era algo que él también se preguntaba.
-Una casa-anunció de repente la voz de Hyo Ah-. Hay luz.
Seungho estuvo a punto de frenar el coche de golpe, ¿luz? Debía ser el primer edificio que veía que tenía desde hacía mucho… seguramente funcionaría con algún mecanismo que una persona viva debía mantener. Se estaba haciendo de noche… ¿por qué no acercarse?
Esta vez bajó junto a Hyo Ah y Won Gak, no se habían encontrado con ningún zombie por la carretera y si se estaban quietos y tranquilos, dudaba que sucediese nada. Así pues junto a ellos dos se encaminó hacia la casa, ligeramente apartada de la carretera y rodeada por matorrales. Ideal para dificultar su paso a esas cosas.
A medida que iban acercándose, un hedor poco agradable e incluso conocido iba penetrando en sus orificios nasales. Seungho los obligó a detenerse en silencio y con un movimiento de cabeza los mantuvo a su espalda. Se encaminó hacia delante despacio, estaban a pocos metros de los matorrales cuando la imagen que acompañaba a aquella peste lo descolocó totalmente.
Estaban por el suelo, en descomposición avanzada, alguno todavía se movía ligerísimamente. Dos o tres de ellos seguían de pie, intentando alcanzar algo con su boca mientras las cadenas los mantenían bien sujetos a un árbol. Podían observar que alguno de los que descansaban en el suelo se habían partido los brazos (estaban atados a partir de los codos) y por la mitad haciendo eso, sin lograr llegar muy lejos.
-Puede quedar alguno arrastrándose por el suelo, tened cuidado.-susurró. Caminaron despacio hacia la verja de entrada, alterando así a los que seguían de pie. Era entre difícil e imposible que llegaran a alcanzarlos por mucho que se estiraran.
Una vez dentro y hasta la puerta de entrada, aquello parecía una casa normal. Apestosa, pero normal.
-¡Invitados!-una mujer se levantó de una mecedora, sorprendiéndolos porque se ocultaba en la sombra y no la habían visto. Llevaba una mascarilla puesta, seguramente para aguantar el hedor. Vestía una bata de seda roja y negra. Seungho quiso decir algo, sin embargo se sentía tan sorprendido por a situación que su mandíbula se abrió y cerró un par de veces.
¿Qué hacía una casa perdida en la nada?
¿Cómo tenía electricidad?
¿Qué hacían todos esos cadáveres y… y cadáveres caminantes allí atados?
¿Quién era aquella mujer?
-Hacía tiempo que no pasaba nadie por aquí. Bueno sí, los que veis afuera pero no son invitados de mi agrado… pasad por favor, os serviré algo de té…
-Esto…
-Imagino-lo interrumpió. Tenía un moño de precioso cabello negro azabache perfectamente hecho –que tendréis muchas preguntas acosando vuestra cabeza. Las responderé sin problemas… comenzaba a cansarme hablar sola.-antes de abrir la puerta, dirigió una rápida mirada en Seungho. El chico ya había notado que parecía realmente interesada en él.
-No estamos solos. Su familia nos espera.
Seungho había temido que al escuchar que eran más, la mujer los considerase demasiados y los echase de su hogar, sin embargo no fue así. Obligó a los padres de los niños a taparles la cara para que se ahorrasen ver aquella imagen tan terrorífica.
Realmente no sabía qué iban a hacer allí, si era seguro o hasta cuándo podrían quedarse… sin embargo era agradable poder descansar bajo un techo iluminado.
-Los niños y su madre se han dormido, la anciana ha preferido ducharse antes.-la mujer les había ofrecido una habitación para descansar.
Seungho sabía que debía sospechar de tanta amabilidad proveniente de un desconocido en tiempos como aquellos, no obstante…
-Gracias. No sé cómo…
-¿Qué queréis preguntarme?-volvió a interrumpirle, mirándolo de nuevo de aquella manera tan peculiar- Oh, imagino que querréis saber mi nombre, por ejemplo. Haruka, me llamo Haruka.
-Entonces…
-Exacto, soy japonesa. Vine aquí hace quince años tras casarme. Mi marido era militar… y esta casa había pertenecido a su padre. La construyeron con sus propias manos, es preciosa, ¿verdad?
-Su marido…-musitó Won Gak.
-Mi marido murió hace diez años en su servicio-la mujer debía rondar entre la treintena y la cuarentena. Una viuda realmente joven-. Esta casa-redirigió la conversación- utiliza energías naturales como el aire y el sol… mi marido y su padre eran realmente listos y apañados. Y la pregunta que seguramente más os agobia… ¿por qué tengo eso ahí fuera? Para protegerme.
-¿Protegerse? ¿Y si se escapan?- Hyo Ah estaba alarmada. Seungho, por su lado, se imaginaba la respuesta de la mujer mas prefirió escucharla con atención.
-No lo harán. La única manera de que lo consigan es cortarse las muñecas primero y luego partirse por la mitad, a base de estirar. Ya lo habrás visto. Pueden arrastrarse un poco pero no llegar hasta mí así. De todos modos, de pie o en el suelo al final acaban derritiéndose. Son cadáveres, en descomposición y bajo pleno sol… ¿Y que por qué tengo este paripé formado?-sonrió sombríamente- Por el olor. Así, los que se acerquen pasan de largo.
-¿Y cómo… cómo los…?-Hyo Ah no supo formular la pregunta, pero todos la entendieron.
-Conocí a mi marido en Japón cuando ambos ejercíamos nuestro trabajo de militares. A causa de una lesión hace tres años nunca pude volver al servicio, no obstante todavía me sobro y me basto contra eso de ahí fuera.
Las preguntas se terminaron. La conversación tampoco se alargó mucho, pues Won Gak y Hyo Ah no dejaban de bostezar. El primero se fue a dormir al cuarto con su mujer, mientras que la segunda se fue al cuarto con su abuela.
Seungho se preguntó cuántas habitaciones tendría esa casa… ¿iba a ofrecerla una a él también?
-Por tu manera de hablar y moverte, me he imaginado que eres el líder de este grupo.
-No líder… solo…-no sabía muy bien cómo explicarlo- No sabría explicarlo.
-Esa gente confía en ti ciegamente. Eres su líder, lo quieras aceptar o no. Eres un chico inteligente, lo sé… imagino que no habrás pensado que ofreceros mi hogar tan despreocupadamente es debido a un acto altruista, ¿no?
-No tenemos dinero. En realidad solo tenemos algo de comida y gasolina.-sí que se había imaginado que algo querría la mujer. Maldijo haberse vuelto tan confiado, todo por el deseo de descansar… y tener tiempo para pensar en qué harían de entonces hacia delante.
-¿Dinero? ¿Para qué iba a necesitarlo? Y en el almacén tengo comida para dos años al menos. Y no se va a caducar… mujer previsora vale por dos, eso dicen. No, chico. Ambos sabemos qué es lo que quiero y que tú puedas ofrecerme. Podríamos decir que quiero algo parecido a lo que buscan esos de ahí fuera-se levantó de la silla. El sonido de su bata rozando el suelo al caminar puso nervioso a Seungho. La voz de la mujer adoptó un tono aterciopelado, suave, penetrante.
Alargó el brazo y acarició la mejilla de Seungho. Se inclinó sobre él y acercó su boca al oído del chico:
-La única habitación que queda para ti, es la mía.
Se separó de él y comenzó a caminar, esperando que él la siguiera.

Seungho sabía que Haruka estaba haciendo un gran sacrificio al ofrecerles su hogar y comida aunque fuese por una noche. Las cosas en el exterior no eran agradables, y no sabían qué futuro les deparaba. Allí dentro ni siquiera entraba el olor de las cosas atadas a pocos metros…  Pero lo que le estaba pidiendo… ¿cómo iba a rebajarse de aquel modo? A pesar de todo, todavía tenía un resquicio de dignidad que proteger.
No quería hacer eso, pagarle con su cuerpo… le parecía desagradable. Haruka era una mujer atractiva, de eso no tenía duda. No era ella la que le producía rechazo, era hacerlo para pagar su estancia allí.
Se levantó.
No podía dejarse manipular así.
Debía marcharse de allí.
Comenzó a caminar detrás de ella.
Hubiera sido tan fácil marcharse cuando no tenía que responsabilizarse de una familia… no obstante, Seungho sabía que ahora era responsable de sus vidas. Había aceptado aquel peso, y debía cargar con él. No podía dejarlos a su suerte… tampoco sabía cuál sería en realidad estando con él, pero quién sabía… quizá… sobreviviendo solo un día más… solo un día… aquella pesadilla llegara a su fin…

La habitación de Haruka era amplia y prácticamente a conjunto con su bata, la cual de repente descansaba en el suelo. Tal y como supuso, bajo ella la mujer no llevaba nada más que la ropa interior.
-Espero que esto lo quites tú.
No debía pensar en aquello como un pago. No, no lo era. Iba a disfrutar también. Haruka era una mujer que podría enseñarle muchas cosas sobre sexo, atractiva y bien dotada.
Una mujer adulta japonesa, nunca se había acostado con ninguna.
Debía pensar en aquello como placer, olvidarse de la epidemia del exterior. Imaginar que la había conocido en un bar cualquiera tomando una copa. Habían comenzado a hablar y finalmente, con el alcohol llevándolos a la pasión, ella lo había invitado a su casa.
Le desabrochó el sujetador.
No existía muerte, esas cosas… el terror de ser mordido, devorado… nada existía.
No tenía que cuidar de ninguna familia… ¿ Hyo Ah? No existía…
¿Cómo podía resultar más difícil mentirse a uno mismo que a los demás?
Pero esa mentira mantendría a salvo ese resquicio de dignidad que escondía bajo la piel.
Su boca y la de Haruka se encontraron, lucharon, se empujaron. Ganaba ella, ansiosa y deseosa. Seungho comenzó a quitarse la camisa.
No existían… Hyo Ah… muertos… cadáveres…familia…
Esa mentira los protegería. A ellos, y a él.


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