- Tipo: Hetero, horror, drama, sobrenatural, +18 (porque es de terror)
- Personaje principal: Seungho (MBLAQ)
CAPÍTULO 2: MENTIRA
Estaban todos agotados. Tenían
todavía gasolina y comida, pero estaban agotados, porque no sabían a dónde
iban, ni qué iba a suceder a partir de entonces. La idea de un futuro incierto,
la falta de conocimiento… los estaba agotando mentalmente. Seungho quería
darles esperanza, pagarles su confianza de algún modo, no obstante le resultaba
imposible ofrecer algo que no tenía.
¿Qué iban a hacer con sus vidas?
Era algo que él también se preguntaba.
-Una casa-anunció de repente la
voz de Hyo Ah-. Hay luz.
Seungho estuvo a punto de frenar
el coche de golpe, ¿luz? Debía ser el primer edificio que veía que tenía desde
hacía mucho… seguramente funcionaría con algún mecanismo que una persona viva
debía mantener. Se estaba haciendo de noche… ¿por qué no acercarse?
Esta vez bajó junto a Hyo Ah y Won
Gak, no se habían encontrado con ningún zombie por la carretera y si se estaban
quietos y tranquilos, dudaba que sucediese nada. Así pues junto a ellos dos se
encaminó hacia la casa, ligeramente apartada de la carretera y rodeada por
matorrales. Ideal para dificultar su paso a esas cosas.
A medida que iban acercándose, un
hedor poco agradable e incluso conocido iba penetrando en sus orificios
nasales. Seungho los obligó a detenerse en silencio y con un movimiento de
cabeza los mantuvo a su espalda. Se encaminó hacia delante despacio, estaban a
pocos metros de los matorrales cuando la imagen que acompañaba a aquella peste
lo descolocó totalmente.
Estaban por el suelo, en
descomposición avanzada, alguno todavía se movía ligerísimamente. Dos o tres de
ellos seguían de pie, intentando alcanzar algo con su boca mientras las cadenas
los mantenían bien sujetos a un árbol. Podían observar que alguno de los que
descansaban en el suelo se habían partido los brazos (estaban atados a partir
de los codos) y por la mitad haciendo eso, sin lograr llegar muy lejos.
-Puede quedar alguno
arrastrándose por el suelo, tened cuidado.-susurró. Caminaron despacio hacia la
verja de entrada, alterando así a los que seguían de pie. Era entre difícil e
imposible que llegaran a alcanzarlos por mucho que se estiraran.
Una vez dentro y hasta la puerta
de entrada, aquello parecía una casa normal. Apestosa, pero normal.
-¡Invitados!-una mujer se levantó
de una mecedora, sorprendiéndolos porque se ocultaba en la sombra y no la
habían visto. Llevaba una mascarilla puesta, seguramente para aguantar el
hedor. Vestía una bata de seda roja y negra. Seungho quiso decir algo, sin
embargo se sentía tan sorprendido por a situación que su mandíbula se abrió y
cerró un par de veces.
¿Qué hacía una casa perdida en la
nada?
¿Cómo tenía electricidad?
¿Qué hacían todos esos cadáveres
y… y cadáveres caminantes allí atados?
¿Quién era aquella mujer?
-Hacía tiempo que no pasaba nadie
por aquí. Bueno sí, los que veis afuera pero no son invitados de mi agrado…
pasad por favor, os serviré algo de té…
-Esto…
-Imagino-lo interrumpió. Tenía un
moño de precioso cabello negro azabache perfectamente hecho –que tendréis
muchas preguntas acosando vuestra cabeza. Las responderé sin problemas…
comenzaba a cansarme hablar sola.-antes de abrir la puerta, dirigió una rápida
mirada en Seungho. El chico ya había notado que parecía realmente interesada en
él.
-No estamos solos. Su familia nos
espera.
Seungho había temido que al escuchar
que eran más, la mujer los considerase demasiados y los echase de su hogar, sin
embargo no fue así. Obligó a los padres de los niños a taparles la cara para
que se ahorrasen ver aquella imagen tan terrorífica.
Realmente no sabía qué iban a
hacer allí, si era seguro o hasta cuándo podrían quedarse… sin embargo era
agradable poder descansar bajo un techo iluminado.
-Los niños y su madre se han
dormido, la anciana ha preferido ducharse antes.-la mujer les había ofrecido
una habitación para descansar.
Seungho sabía que debía sospechar
de tanta amabilidad proveniente de un desconocido en tiempos como aquellos, no
obstante…
-Gracias. No sé cómo…
-¿Qué queréis preguntarme?-volvió
a interrumpirle, mirándolo de nuevo de aquella manera tan peculiar- Oh, imagino
que querréis saber mi nombre, por ejemplo. Haruka, me llamo Haruka.
-Entonces…
-Exacto, soy japonesa. Vine aquí
hace quince años tras casarme. Mi marido era militar… y esta casa había
pertenecido a su padre. La construyeron con sus propias manos, es preciosa,
¿verdad?
-Su marido…-musitó Won Gak.
-Mi marido murió hace diez años
en su servicio-la mujer debía rondar entre la treintena y la cuarentena. Una
viuda realmente joven-. Esta casa-redirigió la conversación- utiliza energías
naturales como el aire y el sol… mi marido y su padre eran realmente listos y
apañados. Y la pregunta que seguramente más os agobia… ¿por qué tengo eso ahí
fuera? Para protegerme.
-¿Protegerse? ¿Y si se escapan?- Hyo
Ah estaba alarmada. Seungho, por su lado, se imaginaba la respuesta de la mujer
mas prefirió escucharla con atención.
-No lo harán. La única manera de
que lo consigan es cortarse las muñecas primero y luego partirse por la mitad,
a base de estirar. Ya lo habrás visto. Pueden arrastrarse un poco pero no
llegar hasta mí así. De todos modos, de pie o en el suelo al final acaban
derritiéndose. Son cadáveres, en descomposición y bajo pleno sol… ¿Y que por
qué tengo este paripé formado?-sonrió sombríamente- Por el olor. Así, los que
se acerquen pasan de largo.
-¿Y cómo… cómo los…?-Hyo Ah no
supo formular la pregunta, pero todos la entendieron.
-Conocí a mi marido en Japón
cuando ambos ejercíamos nuestro trabajo de militares. A causa de una lesión
hace tres años nunca pude volver al servicio, no obstante todavía me sobro y me
basto contra eso de ahí fuera.
Las preguntas se terminaron. La
conversación tampoco se alargó mucho, pues Won Gak y Hyo Ah no dejaban de
bostezar. El primero se fue a dormir al cuarto con su mujer, mientras que la
segunda se fue al cuarto con su abuela.
Seungho se preguntó cuántas
habitaciones tendría esa casa… ¿iba a ofrecerla una a él también?
-Por tu manera de hablar y
moverte, me he imaginado que eres el líder de este grupo.
-No líder… solo…-no sabía muy
bien cómo explicarlo- No sabría explicarlo.
-Esa gente confía en ti
ciegamente. Eres su líder, lo quieras aceptar o no. Eres un chico inteligente,
lo sé… imagino que no habrás pensado que ofreceros mi hogar tan
despreocupadamente es debido a un acto altruista, ¿no?
-No tenemos dinero. En realidad
solo tenemos algo de comida y gasolina.-sí que se había imaginado que algo
querría la mujer. Maldijo haberse vuelto tan confiado, todo por el deseo de
descansar… y tener tiempo para pensar en qué harían de entonces hacia delante.
-¿Dinero? ¿Para qué iba a
necesitarlo? Y en el almacén tengo comida para dos años al menos. Y no se va a
caducar… mujer previsora vale por dos, eso dicen. No, chico. Ambos sabemos qué
es lo que quiero y que tú puedas ofrecerme. Podríamos decir que quiero algo
parecido a lo que buscan esos de ahí fuera-se levantó de la silla. El sonido de
su bata rozando el suelo al caminar puso nervioso a Seungho. La voz de la mujer
adoptó un tono aterciopelado, suave, penetrante.
Alargó el brazo y acarició la
mejilla de Seungho. Se inclinó sobre él y acercó su boca al oído del chico:
-La única habitación que queda
para ti, es la mía.
Se separó de él y comenzó a
caminar, esperando que él la siguiera.
Seungho sabía que Haruka estaba
haciendo un gran sacrificio al ofrecerles su hogar y comida aunque fuese por una
noche. Las cosas en el exterior no eran agradables, y no sabían qué futuro les
deparaba. Allí dentro ni siquiera entraba el olor de las cosas atadas a pocos
metros… Pero lo que le estaba pidiendo…
¿cómo iba a rebajarse de aquel modo? A pesar de todo, todavía tenía un
resquicio de dignidad que proteger.
No quería hacer eso, pagarle con
su cuerpo… le parecía desagradable. Haruka era una mujer atractiva, de eso no
tenía duda. No era ella la que le producía rechazo, era hacerlo para pagar su
estancia allí.
Se levantó.
No podía dejarse manipular así.
Debía marcharse de allí.
Comenzó a caminar detrás de ella.
Hubiera sido tan fácil marcharse
cuando no tenía que responsabilizarse de una familia… no obstante, Seungho
sabía que ahora era responsable de sus vidas. Había aceptado aquel peso, y
debía cargar con él. No podía dejarlos a su suerte… tampoco sabía cuál sería en
realidad estando con él, pero quién sabía… quizá… sobreviviendo solo un día
más… solo un día… aquella pesadilla llegara a su fin…
La habitación de Haruka era
amplia y prácticamente a conjunto con su bata, la cual de repente descansaba en
el suelo. Tal y como supuso, bajo ella la mujer no llevaba nada más que la ropa
interior.
-Espero que esto lo quites tú.
No debía pensar en aquello como
un pago. No, no lo era. Iba a disfrutar también. Haruka era una mujer que
podría enseñarle muchas cosas sobre sexo, atractiva y bien dotada.
Una mujer adulta japonesa, nunca
se había acostado con ninguna.
Debía pensar en aquello como
placer, olvidarse de la epidemia del exterior. Imaginar que la había conocido
en un bar cualquiera tomando una copa. Habían comenzado a hablar y finalmente,
con el alcohol llevándolos a la pasión, ella lo había invitado a su casa.
Le desabrochó el sujetador.
No existía muerte, esas cosas… el
terror de ser mordido, devorado… nada existía.
No tenía que cuidar de ninguna
familia… ¿ Hyo Ah? No existía…
¿Cómo podía resultar más difícil
mentirse a uno mismo que a los demás?
Pero esa mentira mantendría a
salvo ese resquicio de dignidad que escondía bajo la piel.
Su boca y la de Haruka se
encontraron, lucharon, se empujaron. Ganaba ella, ansiosa y deseosa. Seungho
comenzó a quitarse la camisa.
No existían… Hyo Ah… muertos…
cadáveres…familia…
Esa mentira los protegería. A
ellos, y a él.
no hay más caps...se veía bueno u.u
ResponderEliminar